Según datos de la OMS, más de mil millones de personas en el mundo viven con alguna discapacidad. En este contexto, la contratación de personas con diversidad funcional ha crecido un 8% en el último año, según los datos publicados por la Fundación Adecco. Todo ello hace patente la necesidad de transformar los espacios de trabajo para convertirlos en más accesibles e inclusivos. En concreto, es en el ámbito de la formación en el que la accesibilidad representa el mayor reto.
Hoy en día, en países de la UE como España, ya es obligatorio que los contenidos online de la Administración Pública, entidades que gestionan servicios públicos y empresas privadas de especial trascendencia económica, sean accesibles. Por lo que es cuestión de tiempo que esta obligatoriedad se extienda al resto de sectores.
A pesar de ello, solo el 20% de los programas de formación online actuales son accesibles. Esto se debe, entre otros motivos, a la complejidad que supone adaptar los contenidos de e-learning para que puedan cumplir con las diferentes leyes y estándares vigentes. No solo porque hay que conocer y seguir criterios muy concretos, como las Pautas de Accesibilidad para el Contenido Web (WCAG), sino porque supone multiplicar el tiempo y recursos destinados a su producción y actualización.