La rotación laboral sigue alcanzando cifras récord y solo el pasado año 1 de cada 5 trabajadores cambió de empresa, según el estudio Global Workforce Hopes and Fears realizado por PwC. Por eso el gran desafío para los departamentos de Recursos Humanos es el de integrar nuevos modelos de gestión de personas que habiliten, formen y comprometan a los profesionales. De hecho, cuando los empleados se sienten desvinculados de la organización, su productividad y motivación decae y esto tiene un coste económico de 7,8 billones de dólares -11% del PIB mundial- acorde a los datos de Gallup.
En este contexto, la estrategia que se ha revelado más útil para impulsar el compromiso es la de implementar una cultura que refuerce el aprendizaje y el desarrollo. Según el World Economic Forum, se estima que en 2025 el 50% de los empleados necesitará un upskilling de sus habilidades. Es decir, adquirir nuevas habilidades y competencias que incrementen su productividad en el propio rol. Para ello, es clave incluir el aprendizaje de soft skills -también llamadas power skills por su capacidad empoderante- en los planes de upskilling. No solo con el objetivo de mejorar el desempeño, sino también el ambiente laboral, ya que dota a los profesionales de habilidades que fomentan la flexibilidad, la creatividad y la empatía.
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