Fue flor de un día. Si bien es cierto que durante el momento más crítico de la crisis sanitaria hubo hasta un 16% de españoles que trabajaron desde su propia casa, las cifras no se han mantenido en el tiempo. El teletrabajo tuvo su particular etapa de esplendor por aquel entonces, con aproximadamente unos tres millones de ciudadanos que lograron adaptarse con rapidez a esta nueva forma de ser productivo. Ahora bien, después de tres años, sólo algo menos de la mitad continúan teletrabajando, lo que supone un seis por ciento del total de personas empleadas en este país.
Estos son algunos de los datos más relevantes que recoge la última Encuesta de Población Activa (EPA), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en torno al cuarto trimestre del pasado curso. En ella se pone el foco sobre la trayectoria que ha ido dibujando el teletrabajo en España, y los datos no admiten concesiones: el ochenta y seis por ciento de los encuestados afirmó no trabajar desde su domicilio un sólo día, mientras que el seis por ciento aseguró hacerlo de manera ocasional y el resto desconoce el tiempo que le dedica a una actividad como esa.
Bajo esta misma sintonía, el documento contempla un apartado en el que se deja claro que las personas que menos teletrabajan son aquellas que tienen edades comprendidas entre los dieciséis y los veinticuatro años. De este núcleo de población, que equivale a un millón cien mil españoles, tan sólo treinta y ocho mil, menos del cuatro por ciento, se ajustan a esta modalidad de trabajo. Además, les siguen muy de cerca los mayores de cincuenta y cinco años, que representan apenas el cinco y medio por ciento.
Una caída progresiva
Otro aspecto interesante que deja la EPA es el tipo de régimen al que se ajustan los ciudadanos que teletrabajan en España. Según los datos, un tercio de los mismos son trabajadores por cuenta propia, inscritos en el RETA. En concreto, cuatrocientos veinte mil, un catorce por ciento de los tres millones de autónomos que hay actualmente en territorio nacional. Se trata de un número que es seis puntos porcentuales inferior al que se registró en el mismo periodo del año 2020.
En la cara opuesta del teletrabajo están los dos tercios restantes, compuestos a su vez por ochocientos ochenta mil asalariados, lo que representa el cinco por ciento del total de empleados que forman parte del régimen general. En este caso, el descenso es mucho más llamativo, y es que en época de pandemia las cifras estaban quince puntos por encima. Con este panorama de por medio, conviene recordar que en el último ejercicio fueron más de doscientas setenta mil personas las que dejaron de teletrabajar.
Las compañías están volviendo a exigir a sus plantillas la modalidad presencial, algo que desde Randstad Research, la consultora dedicada al análisis del mercado laboral, entienden que se trata de un error, y es que cada vez son más los profesionales que demandan empleos principalmente flexibles. Para Randstad, obviar esta circunstancia puede acarrear consecuencias fatídicas en las empresas, que perderían gran parte de su atractivo frente a aquellos trabajadores talentosos que reivindican opciones para el teletrabajo en el contenido de sus contratos.
Por su parte, las compañías que sí acceden a peticiones de este calibre tienden incluso a crear entornos virtuales especialmente seguros, siempre orientados a preservar la seguridad de los datos que intercambian con los empleados. En este sentido, el modelo de software a seguir es el de las entidades bancarias y las plataformas de juegos de azar, que a día de hoy son los grandes referentes en el campo de la ciberseguridad. No en vano, los bancos de nueva generación se han hecho expertos en el uso de herramientas como el certificado TLS (Transport layer security), cuya función es la de encriptar toda la información financiera que se transfiere desde la web hasta el servidor.
Con la industria del juego que opera a través de internet ocurre algo parecido, dado que en mejores casinos online de casinos-seguros por ejemplo, está muy arraigada la costumbre de ponerle freno a los delitos de suplantación de identidad. Las salas digitales de ruleta o de máquinas tragamonedas incorporan para ello el conocido como sistema KYC (Know your customer), un protocolo de verificación de perfiles que se ocupa de comprobar de forma telemática que los jugadores que tratan de acceder a una cuenta son efectivamente sus propietarios.
Por último, cabe reseñar que dentro de las ventajas mejor valoradas del teletrabajo se encuentra el ahorro de tiempo. Según un estudio reciente del Institute of Labor Economics, los españoles ahorran sesenta y tres minutos por jornada laboral cuando trabajan desde casa, sólo por el hecho de no tener que desplazarse hasta una oficina. De ahí se desprende otro cálculo más vistoso: si en España el número de días laborables al cabo del año asciende a doscientos cincuenta y uno, el ahorro total de tiempo se sitúa en las doscientas cincuenta y cinco horas anuales, que vendrían a ser aproximadamente unos diez días libres completos.