Son muchas las tecnologías que pueden emplearse para verificar el acceso o identidad de una persona en un recinto, pero los sistemas que más interés despiertan en los usuarios suele ser los biométricos.
Los sistemas de control de accesos biométricos permiten el reconocimiento de individuos a través de rasgos físicos o conductuales que nos diferencian a cada uno de los seres humanos. Lo más frecuente en las empresas u organizaciones grandes es el uso de sistemas de control de accesos por huella dactilar, aunque también se pueden encontrar en el mercado tecnologías que permiten el control mediante la forma de nuestra cara, el iris o incluso pueden detectar nuestra voz.
Gracias a estos sistemas se puede controlar de forma muy efectiva los accesos a un recinto, reduciendo al máximo el número de entradas no autorizadas y siendo muy complicado falsificar el elemento que permite el acceso.
Las grandes empresas u organizaciones confían más en el control por huella dactilar que en otros sistemas que pueden incluir un elemento más básico, como por ejemplo: un código o una tarjeta, porque les facilita la gestión del departamento de recursos humanos y descartan la idea de que las personas puedan extraviar y prestarse la tarjeta u olvidar el código en un momento dado. Con los sistemas por huella dactilar las compañías se aseguran de reducir los accesos “falsos positivos”.
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