RRHH Digital La Fundación BBVA entregó los premios Fronteras del Conocimiento. La ceremonia fue presidida por Francisco González, presidente de la Fundación BBVA, y Emilio Lora Tamayo, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ambos coincidieron, junto con los galardonados, en la importancia que tiene estimular la innovación y, para ello, asumir riesgos.
Según González estos galardones surgieron antes de la crisis económica que vive el país y que «si entonces en BBVA estábamos convencidos de su sentido, hoy, cuando empieza a vislumbrarse la salida a la crisis, esa convicción y compromiso no han hecho sino reforzarse».
El premiado en la categoría de Música Contemporánea, Pierre Boulez, ha agradecido su premio «a los que forman esta pequeña comunidad aventurera que está dispuesta a asumir los riesgos de la radicalidad».
Mundo real
Por su parte, el galardonado en la categoría de Ciencias Básicas, David Mumford, dijo que «a veces se considera que las matemáticas viven en su torre de marfil, pero en realidad ciertas partes de la teoría matemática hallan continuamente nuevos e inesperados vínculos que iluminan situaciones del mundo real; y viceversa», en relación a lo cercanas que pueden ser las ciencias a la vida cotidiana y por ello, a solucionar sus problemas.
Los premios Fronteras del Conocimiento tienen ocho categorías divididos en tres ejes. En primer lugar, el reconocimiento a la investigación científica y tecnológica, en las áreas de las Ciencias Básicas, la Biomedicina, la Ecología y Biología de la Conservación, las Tecnologías de la Información y la Comunicación, y la Economía, Finanzas y Gestión de Empresas.
En segundo lugar, la creación, dirección e interpretación de la música clásica de nuestro tiempo. Finalmente, en tercer lugar, la investigación científica o las actuaciones que representen avances significativos en dos grandes problemáticas del siglo XXI: el cambio climático y la cooperación al desarrollo.
Susan Solomon, premiada en la categoría de Cambio Climático, saludó el impulso en la investigación que supone este tipo de eventos.
«Las personas son la razón de mi optimismo, porque igual que en el caso del ozono, la gran curiosidad e inventiva en torno a este problema puede canalizarse hacia el conocimiento científico, pero también hacia la búsqueda de soluciones», refirió.
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