Lo queramos o no estamos viviendo en la 4ª Revolución Industrial. Una revolución en la que el Internet de las cosas (IOT), la robótica, la ultra conectividad y la Inteligencia Artificial marcan el rumbo de nuestra sociedad, de nuestras empresas y de nuestras organizaciones. Y por si fuera poco, todo esto enmarcado en lo que los expertos denominan el entorno VUCA, una especie de terreno de juego más volátil, más incierto, más complejo y más ambiguo que nunca.
Con esta realidad como denominador común, todas las personas que estamos trabajando por mantener nuestra empleabilidad debemos hacer cosas distintas para obtener resultados diferentes, ya que cuando nos sabíamos las preguntas nos cambiaron las respuestas. Pero para poder pivotar nuestro enfoque, necesitamos adquirir una serie de competencias que nos faciliten poder surfear esta ola de cambios. Sabemos que para cualquier profesión, las competencias técnicas son muy necesarias pero no son suficientes. Lo que realmente marca la diferencia en el desempeño de las personas son sus competencias blandas o soft skills.
Según Nilton Navarro Flores (Social Media Manager & Content de InfoJobs): “Fortalecer nuestras soft skills es una de las mejores inversiones que podemos hacer. Con todos los cambios que habrá gracias a la inteligencia artificial, las soft skills serán cada vez más importantes, ya que son las habilidades que los robots no podrán automatizar”.
En el informe El futuro de los trabajos publicado en 2016 por el World Economic Forum, se contemplaba cuáles serían las competencias que necesitaríamos desarrollar en nuestros empleos en 2020. Competencias como la flexibilidad cognitiva, la negociación, la orientación al servicio, el juicio y la toma de decisiones, la inteligencia emocional, la coordinación con los demás, el manejo de personas, la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas complejos serán claves para desenvolvernos en nuestro hábitat laboral a partir del próximo año.
De las competencias que el Foro de Davos nos vaticinaba como imprescindibles para poder mantener nuestra empleabilidad y no ser unos Working Dead, hay muchas que todavía están circunscritas únicamente al terreno de los humanos; la inteligencia emocional, la creatividad, el manejo de personas, la flexibilidad cognitiva… Que unidas a la ética, los valores y la voluntad desinteresada de ayudar a los demás, nos dejan herramientas para poder convivir junto a una fuerza laboral que piensa en unos y ceros.
Por tanto ya sabemos que hay una serie de competencias, denominadas blandas, que nos permitirán tener “éxito” en nuestro entorno profesional actual y futuro. También sabemos que debemos aprender, desaprender y reaprender para evolucionar nuestras habilidades y aptitudes frente a las demandas de un mercado laboral cada vez más complejo. Es aquí donde conceptos como “lifelong learning” y “Learnability” aparecen para quedarse.
Como demuestran diferentes estudios relacionados con el reto de adquirir un nuevo aprendizaje, un nuevo conocimiento, nuevas competencias, nuevas habilidades no podemos ceñirnos únicamente al terreno de lo teórico y debemos pasar a la acción. Nuestro cerebro aprende mejor cuando al dato le añadimos una emoción. Debemos aprender experimentando, tocando, haciendo, en definitiva poniendo en práctica nuestro conocimiento.
Y es aquí cuando nos encontramos en una encrucijada. En un país que cuenta con unas cifras de desempleo que superan el 14% y en el que la tasa de paro juvenil es la segunda más elevada de la Unión Europea con más del 32% de desempleados menores de 25 años, adquirir estas competencias en el mercado laboral se torna más difícil que nunca y sobre todo para las nuevas generaciones.
Ya hemos comentado que estas competencias se pueden adquirir en el mundo laboral, pero también se pueden adquirir en nuestra faceta más humana; ayudando a otros de forma desinteresada y voluntaria. Es decir, participando en programas de voluntariado.
En palabras de Sonia Jadraque Cabanillas (Directora de RR.HH España y Portugal en ARROW Electronics): “El voluntariado es una fuente para desarrollar experiencias de aprendizaje, es un entorno colaborativo, con un propósito, donde has de trabajar en equipo con personas que previamente en muchos casos no conocías… En función del tipo de voluntariado, sales de tu zona de confort, a veces incluso de tu país o de tu cultura, cuanto menos de tus costumbres o día a día y eso ya es un entorno de aprendizaje”.
La participación de las personas más jóvenes en programas de voluntariado, abre un camino para poder desarrollar una serie de competencias que en muchos casos no podrían haber adquirido de otra forma. Pero ¿Cómo pueden los voluntarios acreditar esas competencias adquiridas frente a los reclutadores y los profesionales de RR.HH de las empresas? Ese es uno de los desafíos que fue el motor de la iniciativa Red Reconoce “Un proyecto que tiene como objetivo principal, articular una red nacional de organizaciones que impulsen el reconocimiento de las competencias y habilidades , obtenidas a través de la acción voluntaria que mejoran la empleabilidad de los y las jóvenes”, tal y como indican en su propia página web.
Mediante su APP (https://app.reconoce.org/) las entidades asociadas pueden acreditar la adquisición por parte de sus personas voluntarias de una serie de competencias predefinidas. Competencias como negociación, tacto y prudencia, trabajo en equipo, comunicación interpersonal, organización y planificación, flexibilidad y adaptación, iniciativa, optimismo… Están dentro del catálogo propuesto por Reconoce como competencias que se derivan de la acción de voluntariado. Competencias que van en la línea de lo marcado por el Foro Económico Internacional tal y como hemos comentado anteriormente.
A partir de este planteamiento desarrollado nos surge una pregunta ¿Reconocen las empresas desde sus departamentos de RR.HH las competencias adquiridas por los candidatos con experiencia en voluntariado? La respuesta puede ser sencilla, sí. Sí, siempre que la persona que gestione el proceso de selección sea sensible al mundo del voluntariado. Y en este caso se podría producir un sesgo por afinidad ya que la persona que está evaluando infiere una serie de competencias, habilidades y valores desarrollados por los candidatos voluntarios según su experiencia en esta materia.
Conociendo esta problemática nuestra obligación sería, tratar de neutralizar ese sesgo teniendo a nuestro alcance métodos que nos permitan objetivar al máximo esa toma de decisiones. Es por este motivo que herramientas como las que proporciona el proyecto Reconoce nos ayudan a tener una valoración más objetiva de estas competencias adquiridas en un entorno no remunerado. Así independientemente de que la persona que gestiona el proceso de selección tenga más afinidad al voluntariado o no, tendrá una herramienta más, que junto a las que ya utilice habitualmente le facilitará la toma de decisiones.
En la actualidad el mundo de la empresa no es ajeno a los beneficios de la acción del voluntariado en los profesionales, de ahí el aumento de los programas de voluntariado corporativo en nuestro país. Donde más del 70% de las empresas que superan los 500 trabajadores participan en estos programas (según cifras recogidas en el Observatorio del Voluntariado Corporativo). Por lo tanto, si desde las empresas somos conscientes de estos beneficios y los introducimos dentro de nuestras políticas, deberemos ser conscientes que incorporar a nuestras plantillas candidatos con experiencia previa en voluntariado, es una forma de inocular una serie de valores y competencias que estamos intentando desarrollar internamente.
Sonia Jadraque que ha sido voluntaria en diferentes áreas como salud, educación y refugiados valora mucho lo aprendido y vivido en esos momentos de voluntariado, considerando que esas vivencias definen algo más a una persona; por sus valores, por sus prioridades, por sus intereses, etc. Aprendizajes que se transfieren a las organizaciones fomentando y creando una cultura donde valores como la humildad, el bien colectivo por encima del individual, la generosidad, la paciencia, el compromiso, son tan importantes para la colaboración y la cocreación.
En la misma línea y desde su experiencia en InfoJobs, Nilton Navarro expone los beneficios de participar en programas de voluntariado en los procesos de búsqueda activa de empleo, señalando que hay seis enseñanzas del voluntariado que pueden ayudar a abrir puertas en el mundo laboral:
- Demuestra compromiso: Comprometerse con algo que no tiene una retribución directa, ¡hablará muy bien de nuestra persona y de nuestras ganas incansables!
- Nuestra mejor cualidad, la proactividad: Un voluntariado nos define como una persona con iniciativa que no se queda esperando que le digan hacia dónde ir.
- Demuestra que nos gustan los retos: Un voluntariado demuestra que nos gusta hacer cosas nuevas, que lo desconocido no nos asusta y que sabemos enfrentarnos a lo que sea con nuestra mejor actitud.
- Piensas más que en ti: Demuestra un lado humano y una empatía social que son relevantes a la hora de pensar en el buen trabajo en equipo.
- Eres una persona apasionada: Perseguir y trabajar en un interés, incluso si no tiene retribución, demuestra verdadero afecto y entusiasmo por lo que hacemos.
- Habla bien de nuestra productividad: Si hacemos voluntariado demostramos que nuestra mente está activa en todo momento y que nos gusta compartir nuestros aprendizajes.
En consecuencia queda patente que las acciones de voluntariado son una fuente de aprendizaje de competencias, habilidades y experiencias que los jóvenes pueden poner en valor en sus procesos de búsqueda activa de empleo. Que las empresas son cada vez más sensibles a los beneficios del voluntariado tanto para las personas que ya integran sus plantillas como para los candidatos que se deberán incorporar a sus equipos. Y que ya existen herramientas como las que proporciona el proyecto Reconoce, que a través de un sistema online de acreditación de la acción voluntaria, introduce un nuevo mecanismo para eliminar la subjetividad en la adquisición de dichas competencias en los programas de voluntariado.
Así pues en esta sociedad líquida en la que vivimos y con la reciente llegada de la tecnología 5G que marcará un antes y un después en la exponencialidad de la conectividad y su impacto en los negocios, la economía y la sociedad en general. Apelar a nuestra faceta más humana y desarrollar aquellas competencias que más difícilmente serán replicables por un algoritmo, será una de las vías para poder mantener nuestra empleabilidad en los próximos años.
Por consiguiente no podemos negarnos a los avances tecnológicos que nos permitirán seguir creciendo como sociedad, pero tampoco podemos negarnos a apelar a nuestro instinto más humano que es ayudar de forma desinteresada a los demás. Es evidente que los robots con sus algoritmos y su inteligencia artificial han venido para quedarse, han venido para colaborar con nosotros, para facilitarnos en muchos casos nuestras tareas más pesadas. Pero sin duda alguna, los robots no harán voluntariado por motu propio, eso seguirá siendo una “voluntad” que únicamente las personas podrán ejercer. Ayudar a los demás es humano y reconocer todos los beneficios que tiene para los futuros profesionales esa dedicación desinteresada por los demás, nuestra futura obligación.
Los robots no harán voluntariado ¿Y tú?
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