El 48% de las labores que se desarrollan en el entorno profesional en España pueden robotizarse. Pero lejos de suponer una amenaza para los actuales puestos de trabajo, el futuro de la automatización presenta un nuevo escenario lleno de oportunidades en el mercado laboral. Es una de las principales conclusiones del panel XXX del Congreso Nacional de Directivos de la Asociación para el Progreso de la Dirección, que celebra este año su quinta edición.
Casimiro Gracia, presidente de Axis Corporate, moderó el panel, formado por la presidenta y CEO de Siemens España, Rosa García; Andrés Ortega, director del Observatorio de las Ideas; Alejandro Macarrón, fundador y director de la Fundación Renacimiento Demográfico; Alfredo Aguilar, Chairman Task Force Bioeconomy en la European Federation of Biotechnology; y Carlos Beorlegui, catedrático de Filosofía en la Universidad de Deusto.
“Las empresas que han tenido éxito tienen una cosa en común: la innovación”, aseguraba Casimiro Gracia en la introducción del coloquio. Pero la innovación tiene muchas definiciones según el presidente de la consultora: “innovar es estar cerca del cliente y no solo transformarle digitalmente, es entender la tecnología como un elemento clave en las empresas, es dar respuestas creativas ante las nuevas necesidades, es creatividad, resiliencia y actuar en incertidumbre”, señalaba.
Una oportunidad real para las personas, un futuro demográfico comprometido
“En 2050 tendremos 75.000 millones de dispositivos conectados, es decir, habrá 75.000 millones de sensores de datos conectados a Internet”, advertía la presidenta y CEO de Siemens España, Rosa García. El mine data es la riqueza del siglo XXI, por lo que la sociedad actual ha pasado del talentismo al datismo. Sin embargo, esta generación de datos requiere del talento humano para sacar su mayor rendimiento, ya que, de media, solo somos capaces de analizar un 0,5% de los datos existentes en el mundo. “Es una cualidad tan humana como la intuición, la que nos indicará qué datos de verdad nos pueden ser útiles para el futuro de nuestros negocios”, aseveraba García, poniendo el foco humano de estas capacidades. Por todo ello, la ponente concluía que tanto el IoT como las máquinas deberán ponerse a trabajar para mejorar las condiciones del trabajo de las personas.
Pero también existe otro punto de vista de este fenómeno. Andrés Ortega (Observatorio de las Ideas) reflexionaba sobre la posibilidad de que los robots gocen de derechos civiles y sobre las recomendaciones del Parlamento Europeo para dotar a los androides del estatus de ‘personas electrónicas con derechos y obligaciones específicas’. “En Europa se calcula que, actualmente, faltan alrededor de 1 millón de expertos digitales”, advertía Ortega, poniendo el acento en la protección de las personas más que en la de los empleos en relación a la robotización laboral.
Para el ponente, las empresas humanas deberán colaborar en un pacto social que enfrente esta cuarta revolución industrial, teniendo en cuenta a todos los actores -Estado de Bienestar, sindicatos, cultura de consumidores-, y en vista a las consecuencias que ésta ha conllevado: desigualdad, empleos faltados de regulación, brecha de género e incluso viraje ideológico o político.
“No se trata de una profecía alarmista, sino de una sencilla proyección matemática”, añadía Alejandro Macarrón (Fundación Renacimiento Demográfico), acerca de la población mundial estimada para 2050 de 50.000 millones de personas. Con lo que el ponente denomina ‘bomba demográfica’ y el abaratamiento de la productividad mediante la revolución tecnológica, “nos encaminamos a un futuro en que el desempleo tenderá a desaparecer” -añadió.
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