La llamada cuarta revolución industrial que vivimos como consecuencia de los avances tecnológicos tendrá un efecto devastador en la situación laboral de la mujer. Según Beatriz Ardid, gerente de PeopleMatters, consultora especializada en Gestión de Personas, o se ponen en marcha medidas urgentes desde la Administración y la sociedad, o los cambios en el mercado laboral supondrán para la mujer un retroceso de varias décadas que echará por tierra los logros conseguidos e impedirá alcanzar la paridad laboral de los sexos.
La foto del empleo femenino
Aunque la mujer se ha incorporado de forma progresiva al mercado de trabajo hasta llegar prácticamente a la paridad dentro de la población activa (el 53,41% de las mujeres estaban en activo a finales de 2016 frente a un porcentaje del 33,22% que marca de punto de incorporación laboral de la generación X), lo cierto es que su situación general no es igualitaria en absoluto:
• la brecha salarial española es de un 38% según los datos del último Foro Económico Mundial –Foro de Davos-; es decir, a igual trabajo, la española gana un 38% menos que el hombre que ocupa el mismo puesto;
• la participación femenina en puestos de responsabilidad es del 26%, lo que supone un avance con respecto al 14% de 2004 pero una representación inadecuada para el género que conforma más de la mitad de nuestra población activa con estudios universitarios;
• el 19,83% de los puestos en consejos de administración de empresas del Ibex 35 en 2016 estaban ocupados por mujeres, un porcentaje que se ha incrementado un 13,75% respecto a 2015 pero que se sitúa por detrás de la eurozona (21,2%) y lejos del objetivo de la Comisión Europea del 40% para 2020.
En definitiva, cada vez trabajan más mujeres pero ocupan los puestos de menor responsabilidad, se siguen enfrentando a una enorme brecha salarial y, además, serán las principales damnificadas de la revolución social y laboral que llegará de la mano de la tecnología en tan solo una década.
Si se extrapolan esta trayectoria y porcentajes:
• el mundo tardará otros 118 años en cerrar la brecha económica por completo;
• sería necesaria una presencia del 65% en puestos directivos para tener igualdad en los consejos, algo inviable porque requeriría un porcentaje superior al cien por cien de mujeres activas.
El horizonte 2030
Aunque hay analistas que señalan el año 2030 como el punto de inflexión para conseguir la paridad de sexos en puestos de responsabilidad, lo cierto es que el horizonte al que estamos abocados según el último informe de Davos es la destrucción de más de siete millones de puestos de trabajo antes de 2020 como consecuencia de los cambios tecnológicos y demográficos. Dos tercios de ellos serán trabajos de oficina, la mayoría de roles administrativos, mayoritariamente ocupados por mujeres.
Se crearán también dos millones de nuevos oficios en campos relacionados con la informática, las matemáticas, la ingeniería y la arquitectura (perfiles STEM), justo especialidades en la que la mujer es también minoritaria. Según datos del Ministerio de Educación, la población universitaria española está compuesta en un 54% por mujeres, pero solo ocupan el 25% de las plazas de carreras técnicas y el 10% en las ingenierías TIC.
De hecho, sólo un 7% de los universitarios cuenta con un perfil puramente STEM, de manera que las empresas van a necesitar posiciones que no podrán cubrir a la vez que existe mayor desempleo. Las peores consecuencias las sufrirán las mujeres.
La menor presencia de mujeres dentro de las carreras técnicas e ingenierías TIC junto con el hecho de que sólo 7 de cada 100 estudiantes lo son en carreras STEM, nos permite decir que alrededor de un 2% de las mujeres estarán preparadas para afrontar la revolución tecnológica, suponiendo este dato un retroceso no cuantificable de la situación laboral de mujer pero que sin duda, supondría varias décadas.
De todo esto, explica Beatriz Ardid, gerente de PeopleMatters, se puede deducir que la Educación va a jugar un papel crítico en su época más temprana, debiendo reforzar las habilidades matemáticas y científicas de nuestros estudiantes para adecuarse a las futuras exigencias del mercado laboral.
Será importante la colaboración de todos los agentes sociales (educación, empresas, investigadores y sociedad civil) tratando de impulsar esta formación y sobre todo en los grupos de participación como son las mujeres.
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