La decisión más temida por los conductores de Uber comienza a ser una realidad. La aplicación ha firmado un acuerdo con el fabricante sueco Volvo para invertir 300 millones de dólares (264 millones de euros), a partes iguales, para desarrollarvehículos autónomos. En 2014, la aplicación cerró una alianza con la Universidad Carnegie Mellon para potenciar esta tecnología. En septiembre las calles de Pittsburgh, Pensilvania, serán las primeras en las que se realizarán pruebas con estos coches autónomos.
Hace solo dos días Ford, una compañía histórica en el mundo del motor, la primera que lo hizo accesible y creó la clase media, apostó también por esta tecnología en la que Google fue pionera.
En principio, el sistema solo funcionará en una versión adaptada del XC90, un vehículo SUV emblemático en la firma nórdica. Uber será el dueño de los coches que adquirirá del fabricante y añadirá el sistema de control para poder moverse y recoger pasajeros en las ciudades.
Según apunta Bloomberg, los usuarios de Uber de Pittsburgh, cuando pidan un vehículo a través de la aplicación, podrán encontrar uno con conductor o sin él. Será aleatorio y parte de las pruebas. Sus reacciones, opiniones y sensaciones serán clave para desarrollar este tipo de servicios, aunque contarán con una persona, en el asiento del conductor que servirá como supervisor.
Conductores en peligro
Esta medida va directamente al corazón de uno de los puntos más polémicos de la aplicación, su relación con los conductores. Son frecuentes las quejas dentro de este colectivo, que no es tal: ni son trabajadores de la empresa, ni tienen una unión de facto. Cada vez son más las voces de conductores que piden una mayor cantidad por cada viaje realizado. Aunque los incentivos iniciales son altos, la cantidad que les queda es cada vez menor, alrededor del 65% del coste del trayecto. La queja más extendida tiene que ver con los viajes compartidos, el denominado pool, cuyo precio en San Francisco ronda los seis dólares por pasajero y los conductores no pueden negarse a aceptar esta modalidad que apenas les sale rentable.
Ahora, además, Uber quiere reemplazar un millón de conductores en todo el mundo por software. En declaraciones a la agencia Bloomberg, el polémico Travis Kalanick insiste en que sus planes son realidad: “Vamos a llegar al mundo real, al comercio. Es solo cuestión de ciencia”.
Uber no solo se plantea el transporte de pasajeros, sino también de comida, paquetes de compras online e incluso grandes portes, como evidencia la compra, por 680 millones de dólares (600 millones de euros), de Otto, una startup que está fabricando un camión sin conductor que contaba con 91 empleados en el momento de la adquisición.
Google, Apple y Tesla, que también investigan el campo de los vehículos autónomos, se ven obligadas a hacer movimientos rápidos tras este anuncio.
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