Las diferencias entre los perfiles jóvenes y los seniors son cada vez más evidentes. Mientras que los primeros buscan un trabajo que les permita aprender y crecer, los segundos valoran, por encima de todo, la estabilidad. Estos cambios en la forma de entender el trabajo hace que cada vez convivan perfiles más diversos y, consecuentemente, la percepción de la edad en los procesos de selección también cambie. Pero… ¿Cuáles son esos cambios? ¿Y por qué se están produciendo?
Las nuevas generaciones se encuentran en busca de oportunidades laborales que les permitan aprender y crecer. Por eso, cuando un trabajo ya no les permite seguir avanzando, no temen lanzarse a la búsqueda de un nuevo empleo que les permita afrontar nuevos retos. Todo ello provoca que la estabilidad laboral ya no sea una prioridad entre los jóvenes, que no suelen buscar un trabajo de por vida.
También son conscientes de que el mercado laboral ha cambiado y que, a diferencia de las generaciones predecesoras, permanecer en un mismo puesto de trabajo hasta la jubilación es prácticamente imposible. La realidad laboral es mucho más volátil que años atrás y los jóvenes optan por vivir el momento, sin pensar mucho más allá.
Otro de los valores que ha calado hondo en las nuevas generaciones es la posibilidad de disponer de tiempo para uno mismo. Poder conciliar el trabajo con la vida privada es fundamental y esto ha traído cosas tan buenas como una mayor flexibilidad en los horarios o la posibilidad de teletrabajar.
En contrapartida, los perfiles senior tienen valores que difieren de las nuevas generaciones. En primer lugar, se encuentran mucho más ligados al trabajo y comparten el valor del sacrificio. Son perseverantes y conscientes de que no siempre va todo bien. En el trabajo, se pueden experimentar momentos de dificultades o de sentirse estancado, pero esto no significa que haya que irse. Para las generaciones senior, el trabajo representa uno de los pilares fundamentales de la vida. Y, por supuesto, valoran la estabilidad que aporta un trabajo fijo. Esto les puede llevar a adquirir actitudes más formales que las nuevas generaciones.
«La percepción de unos y otros tiene mucho que ver con la forma en que han sido educadas las diferentes generaciones y también con la realidad con la que les ha tocado convivir», explica Ester Figa, responsable del Área de Promoción y Comunicación del Grup Organigrama. Lo cierto es que, a lo largo de la historia, se han vivido muchos momentos clave que han marcado el devenir de la cultura del trabajo. El cambio más reciente ha sido el provocado por la pandemia que, entre otras cosas, ha instaurado el teletrabajo en multitud de sectores laborales.
En definitiva, no existe una generación por encima de la otra, pero no se puede negar que existen importantes diferencias entre unos y otros. Por eso, los perfiles más jóvenes y los de una edad más avanzada no son excluyentes, sino que se complementan en un equilibrio que aporta una nueva realidad más rica y plural. Las oportunidades que da la diversidad de perfiles es infinita y el mercado laboral necesita poder contar con esta variedad de visiones.
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