- Comentar sobre lo que se hace en el tiempo libre. Tu jefe no tiene que saber cómo es tu vida familiar, de pareja o con quiénes sales a divertirte.
- Publicar información sin pensar en las consecuencias. Se debe de usar las redes sociales y herramientas de comunicación para dar una buena impresión de lo que es uno, pero sin exagerar porque el respeto y consideración como profesional se puede perder. Mucho menos, se publica quejas sobre el trabajo o un jefe ni fotos o comentarios de la vida privada.
- Decir todo detalle de los problemas personales. Esto sólo consigue que la imagen pública llena de negatividad.
- Quejarse sobre un jefe. Las quejas tienen que ser concretas para que ese algo cambie. Se debe de expresar las necesidades y hacer conocer cómo uno se siente por aquello que se critica.
- Ser sincero basándose en juicios o interpretaciones. Es recomendable decir la verdad justificándose en hechos.
- Hablarle al jefe sobre que es un inepto o que su presencia es tóxica. Para conversar sobre este tema, se debe de transmitir con serenidad, firmeza y de forma respetuosa. Si después no hay cambios, es mejor cambiar de centro de trabajo.
- Comunicar que se está buscando trabajo. Es mejor mantenerlo en secreto que el jefe se entere.
- Decir al jefe que está mal pagado o comparar el sueldo que percibe uno con los colegas. Simplemente, no lo hagas.
- Ser vulnerable en los momentos en que se reúnen con los compañeros de trabajo y jefe para sociabilizar. Los comentarios malos o desatinados que se hacen siempre se van a recordar. Lo peor, es que será parte de la marca profesional.
- No detallar temas personales sobre la salud, origen étnico o nivel social. Lo mejor es no responder preguntas referidas a ello ni compartir todo el historial médico.
Sigue estos consejos para que no corras el riesgo de perder tu trabajo.
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