No más de dos páginas de currículum, foto en blanco y negro, información de contacto actualizada… y multitud de consejos para pasar el proceso de preselección y llegar a la ansiada entrevista final. Sin embargo, 4 de cada 5 candidatos no consiguen superar la entrevista de trabajo, según un estudio elaborado en 17 países europeos por Randstad. ¿Por qué? Porque las entrevistas de trabajo son cada vez más exhaustivas y complejas. Por eso debemos prepararlas con antelación, ya que cuando estamos frente al entrevistador cada palabra cuenta.
Tras las típicas preguntas para conocer al candidato, su experiencia anterior y que éste se relaje comienzan las preguntas difíciles; entre ellas, una de las más comunes y que la mayoría de los candidatos contestan de forma errónea: ¿qué defectos tuyos destacarías? No existe una respuesta correcta, pero sí que hay que saber qué pretenden averiguar y cómo debemos contestar recurriendo a nuestra astucia. Nada de recurrir a repuestas típicas que no dicen nada y que se han repetido hasta la saciedad como: “Soy demasiado perfeccionista”, “trabajo demasiado” o, incluso, “no tengo puntos débiles”.
Por lo tanto, cuando nos pregunten por nuestros defectos debemos ser originales y presentar nuestras debilidades, explicando cómo las hemos superado y convertido en una fortaleza a base de esfuerzo. Aun así, conscientes de la dificultad de respuesta de este tipo de cuestiones, desde IMF Business School proponen siete defectos que sí podemos desvelar en una entrevista de trabajo:
“Solía ser un poco desorganizado, pero ahora a través de una herramienta, mi capacidad de planificación realmente ha mejorado”. Tenemos que explicar qué técnica hemos utilizado y cómo nos ha ayudado a planificar el trabajo.
“Estaba acostumbrado a trabajar en un único proyecto cada vez, pero he aprendido a atender múltiples tareas”. Conviene admitir que nuestra capacidad para trabajar en diferentes proyectos a la vez era limitada al principio, pero que esto ha cambiado con esfuerzo y trabajo.
“Antes invertía demasiado tiempo en la toma de decisiones, ahora he ganado confianza y no dudo de mis capacidades”. Debemos explicar cómo somos más eficientes gracias a la confianza adquirida con la experiencia. De esta forma, somos más rápidos y eficientes.
“Los nuevos proyectos siempre me han entusiasmado y sin darme cuenta me sobrecargaba. Ahora he aprendido a reconocer mis límites”. Llegado el momento de responder, es importante ser conscientes de nuestras limitaciones; nos ayudará a huir de proyectos que no podemos asumir.
“Aunque siempre entregaba mis informes en la fecha límite, he comenzado a adelantar mi trabajo para evitar prisas de última hora”. Entregar el trabajo en fecha no es un problema, pero tenerlo a punto antes demuestra nuestra capacidad de planificación, además de evitarnos imprevistos de última hora que nos impidan cumplir los plazos.
“Me costaba hablar en público. Pero me he apuntado a un curso que me prepara específicamente para este tipo de situaciones”. Demostremos que somos conscientes de que ante los problemas hay que buscar ayuda y soluciones.
“Antes me costaba delegar en otros algunas tareas. Sin embargo, la experiencia me ha demostrado que trabajar en equipo enriquece el resultado”. Saber pedir ayuda y dividir las tareas es una cualidad fundamental en un buen líder.
Para Carlos Martínez, presidente de IMF Business School, “muchos de los expertos en gestión de talento y selección de personal coinciden en que lo importante no es encontrar a un candidato sin defectos, perfecto. Más bien todo lo contrario, ver su capacidad para ser honesto y saber comunicar también lo negativo, además de analizar que seamos lo suficientemente astutos como para no tirarnos piedras a nosotros mismos”.
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