¿Te has sentido alguna vez con un estado de tristeza, pocas o nulas ganas de ir a trabajar al pensar en lo que tienes que hacer allí o en las personas con las que te tienes que relacionar? No eres el único.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por encima de 300 millones de personas padecen depresión en el mundo, un trastorno que tiene una elevada presencia en el ámbito laboral, causando un gran impacto en la economía mundial sobrepasando los 2 billones de dólares al año.
Esta alteración psicológica está caracterizada principalmente por un bajo estado de ánimo, acompañado de sentimientos de tristeza, cambios y alteraciones del comportamiento, baja actividad y predominancia de pensamientos negativos. Cuando la causa de la misma pasa a ser el propio entorno laboral, estaríamos en disposición de hablar de depresión laboral, que puede tener comorbilidad con la ansiedad laboral y el burnout.
En estos casos, la sintomatología es algo diferente a la relacionada con la depresión común. Hablamos, por ejemplo, de faltas continuadas al trabajo, pérdida de atención e incapacidad para concentrarte, repercutiendo negativamente en tu proactividad y, a su vez, en la autoestima y confianza de los otros trabajadores, malestar exclusivamente en el entorno profesional manteniendo la estabilidad en el resto de ámbitos de tu vida, o una carencia continuada de energía y motivación que provoca que la fatiga se apodere de ti en el día a día y se resienta tu estado de ánimo.
Identificar los primeros indicios que se manifiestan en una depresión laboral no siempre es fácil pero, una vez consciente de la situación por la que estás pasando, estas pueden ser algunas recomendaciones para afrontarla con ciertas garantías:
●Detecta que estás sufriendo un estado depresivo. En primer lugar, desde la humildad y cariño hacia nosotros mismos, debemos plantearnos que no estamos pasando por un buen momento y estamos sufriendo alguna alteración mental puntual o mantenida en el tiempo, como podría ser un estado depresivo en el ámbito laboral, de menor o mayor intensidad o gravedad.
●Escúchate, reconoce tus síntomas a nivel cognitivo, emocional, fisiológico y conductual, y acepta que te puede estar pasando a ti. Valora si el estado depresivo lo producen estresores laborales o de otro ámbito. Esto te ayudará a poner remedio y buscar soluciones y estrategias para afrontarlo.
●Solicita ayuda de profesionales de la psicología. Llegado el caso, buscar ayuda de profesionales y servicios psicológicos será una posibilidad que nos debemos plantear y que, incluso, nos podrá facilitar nuestra propia organización. Inicia y comprométete con el proceso de terapia, esto podrá aliviar las consecuencias más nocivas de tu estado.
●Comunica, expresa e informa. Pon al corriente a tus compañeros y otros responsables de la situación que estás viviendo, ya que exteriorizarla será terapéutico y podrás recibir apoyo externo.
●Solicita apoyo de la empresa. Tu organización podrá darte facilidades con trabajo flexible, teletrabajo, bolsa de horas, algún día libre o incluso adelantar las vacaciones si realmente perciben que lo necesitas.
●Practica el autocuidado. Separarse del entorno laboral unas horas, días o semanas podrá ayudarte a estabilizar el bajo estado de ánimo, acompañado de descanso y de tu propio cuidado. PriorÍzate, busca actividades placenteras y relaciones saludables para ti. Cargar las pilas con energía positiva te podrá ayudar a regresar con fuerza a tu puesto de trabajo. La actividad física y deportiva, actividades como yoga, pilates, meditación o mindfulness podrán ser valiosas para tu equilibrio físico y mental, uniéndose al contacto con el entorno natural.
Todo ello, además, no solo tiene consecuencias en el trabajador, sino que tiene un impacto directo en las organizaciones, provocando numerosos efectos perjudiciales para ellas y su actividad laboral a raíz de la disminución de la productividad, los fallos en el desarrollo de las funciones, el fomento de la procrastinación, la falta de iniciativa, una comunicación deficiente con jefes y compañeros y, por supuesto, el aumento de ausencias y bajas laborales.
Por tanto, el papel de la empresa será básico para dar soporte a personas propensas a sufrir depresión en el ámbito laboral. Es fundamental hacerlo desde la prevención, con el desarrollo de acciones para el fomento del bienestar emocional y entornos saludables para la salud mental y, sobre todo, desde la escucha activa y empática en el caso que la problemática termine haciéndose presente en los trabajadores, dándoles cobertura, compresión y apoyo para superar un posible trastorno depresivo.