La mitad de la población cree que la pérdida auditiva afectaría a su trabajo, por detrás de las relaciones sociales y familiares, según el estudio ‘La importancia de la audición: escuchar para cambiar el mundo’, promovido por Oticon, líder tecnológico en el desarrollo de audífonos. De hecho, es en el entorno laboral donde pueden empezar a manifestarse dificultades para seguir conversaciones, asistir a reuniones o videoconferencias o realizar tareas relacionadas con la comunicación. Por ello, el equipo de audiólogos de Oticon considera imprescindible identificar cuanto antes las señales de pérdida auditiva con la revisión de un profesional especializado en audición que les oriente sobre la mejor solución.
La pérdida auditiva aparece cada vez a edades más tempranas, es decir, antes de la jubilación, en contra del estigma existente de que solo es un problema que afecta a las personas mayores. Así lo explica José Luis Blanco, jefe de audiología de Oticon: “Hay que tener en cuenta que existen determinadas profesiones en las que la exposición al ruido comprende un riesgo para la audición de los trabajadores. Por todo ello, es importante que aprovechemos la relación de confianza que puede surgir en este entorno para apoyar a un compañero en el proceso que supone la detección y reconocimiento del problema y la búsqueda de la solución, pero también para facilitarle su rutina diaria”.
Una revisión de estudios publicada en la revista International Journal of Audiology analiza los problemas en la vida laboral de las personas con pérdida auditiva, permitiendo concluir que están relacionados con el desempeño laboral. Entre las principales problemáticas se encuentran dificultades para completar tareas o errores cometidos como consecuencia de malentendidos o desinformación, la pérdida de tiempo ante la necesidad de repetición verbal o tener que acercarse al intelocutor, dificultades para realizar tareas relacionadas con los sonidos y la comunicación, así como para usar el teléfono, las videoconferencias, asistir a reuniones o trabajar en ambientes ruidosos.
Para que la productividad del trabajador no decaiga y sus problemas auditivos no supongan un hándicap en su vida laboral, el primer paso es reconocerlo. “Hay que tener en cuenta que primero pasará por una reacción de negación y que seguramente sienta vergüenza, frustración, miedo y preocupación por lo que puede suponer esa pérdida auditiva para su vida diaria y su futuro. Por eso, puede funcionar muy bien que los propios compañeros empaticen con él para que se sienta menos vulnerable y más abierto a compartir su caso”, añade Blanco.
Una vez reconocido y aceptado el problema, será el momento de pedir ayuda y tratar la pérdida auditiva teniendo en cuenta que los audífonos pueden resolver la mayoría de los problemas que pueden producirse en el trabajo. “Además, es importante que el trabajador obtenga toda la información posible sobre sus derechos y necesidades, investigar sobre las ayudas gubernamentales, las leyes o incluso recibir formación”.
Por otro lado, la persona con pérdida auditiva deberá evaluar cómo puede afectarle en el entorno laboral para contárselo a las personas más relevantes y a aquellas con las que trabaje de forma más directa en su día a día. Así mismo es aconsejable hacer un listado de las necesidades y limitaciones y trasladárselo a su entorno más cercano: facilitar las reuniones presenciales y las actas de reunión, procurar un ambiente tranquilo, utilizar el correo electrónico en lugar del teléfono, así como tener en cuenta lo importante que es hablar despacio y de forma clara. En los casos de hipoacusia severa/profunda en que, a pesar de los audífonos o implantes se puedan tener problemas de comunicación o percepción de señales sonoras, como las alarmas por ejemplo, es importante que la empresa tenga conocimiento y ponga los medios necesarios para hacer accesible el puesto de trabajo.
¿Cómo ayudar al compañero con pérdida auditiva?
Cuando un compañero de trabajo tiene pérdida auditiva, será importante que el resto se adapte de la mejor manera posible y facilite su día a día con pequeños gestos. En primer lugar, será imprescindible fomentar un entorno inclusivo y no etiquetarle, pues habrá situaciones incómodas en las que prefiera no estar (cenas de trabajo, comer en el comedor, etc.) y no por ello hacerle sentirse excluido. También es fundamental ponerse en su lugar, mostrar empatía, tener paciencia y no avasallarles a preguntas sobre su nueva situación, aunque sí preguntarle cuáles son sus necesidades y en qué se le puede ayudar. Y, sobre todo, al hablar con él o ella: hacerlo despacio y de forma clara, repitiendo cuando sea necesario; empezar y terminar la conversación mirándole a la cara; no hablar con la boca llena ni cubriéndosela la mano; no darle la espalda al hablarle ni llamarle cuando no estamos de frente; no murmurar ni susurrar.