Llevas ya unos cuantos días trabajando, pero parece que no terminas de adaptarte a la rutina. Tu cabeza sigue de vacaciones, te cuesta horrores comenzar el día y terminarlo y tienes la sensación de que no eres tú mismo: te sientes un poco triste, cansado, duermes mal y estás de mal humor. ¿Qué está sucediendo?
La comúnmente llamada –de forma no consensuada– depresión post-vacacional, es el conjunto de síntomas que experimentamos cuando regresamos de vacaciones y nos reincorporamos a nuestro puesto habitual de trabajo. «No se trata de una enfermedad, sino simplemente de una serie de síntomas», explica Anna Coderch, psicóloga y colaboradora de PiLeJe, el laboratorio francés especializado en microbiota, micronutrición y fitoterapia, «por lo que lo llamamos síndrome post-vacacional y no depresión».
¿Cómo sé si se trata del síndrome post-vacacional o si en realidad debo cambiar de trabajo?
Volver a retomar la rutina diaria después de las vacaciones, puede provocar una serie de síntomas que van a variar dependiendo de cómo afrontemos este momento inevitable. Los más habituales son el desánimo y malestar general, la falta de concentración, cambios de humor, insomnio, sensación de estrés y ansiedad, y por supuesto, menor rendimiento en el trabajo.
Estos síntomas los vamos a experimentar durante el tiempo que tardemos en adaptarnos de nuevo a la rutina, «un tiempo que no debería superar aproximadamente los 15 días», comenta Anna Coderch. «Si detectamos que los síntomas persisten en el tiempo, tendremos que descartar si se trata de una patología más importante o deberemos plantearnos si nuestro trabajo nos motiva lo suficiente», explica.
Un buen momento para evaluar cuál es nuestra relación con el trabajo
Es importante tener en cuenta cuál es nuestra relación con el trabajo y si le damos, en nuestra vida, el valor que realmente tiene. Según Anna Coderch, «tenemos tendencia a no poner en valor nuestra labor y, por lo tanto, a desarrollar una relación incómoda con nuestro trabajo. Afrontamos el trabajo desde la obligación y adoptamos actitudes reactivas y poco sanas como el hastío, la falta de ganas, el desinterés o también la autoexigencia».
Es muy habitual, en las personas que afrontan el trabajo de esta manera, tener la percepción de que el tiempo que se dedica al trabajo no es suyo, ya que lo están dedicando a algo que no quieren. «En el momento en el que nos damos cuenta de que ese tiempo sí que es nuestro y que somos nosotras las que estamos decidiendo invertirlo en ese trabajo y en las relaciones con nuestros compañeros, logramos vivir con plenitud el momento de retomar la rutina laboral», explica Anna Coderch. «La actitud y la forma en la que nos relacionamos habitualmente con el trabajo, es vital. Por el motivo que sea, has elegido este trabajo y forma parte de tu vida. Lo más sano, mental y emocionalmente, es relacionarte con él de una manera agradable y que no te obligue a tener una doble vida: la de vacaciones y la laboral».
Claves para llevar mejor la vuelta a la rutina
Aunque existan ciertas dinámicas y actitudes con el trabajo que pueden acentuar el síndrome post-vacacional, es innegable que la vuelta al trabajo es un cambio y, como con cualquier cambio, necesitamos experimentar un período de adaptación. «La sociedad actual no está acostumbrada a los cambios, y queremos resultados de forma inmediata», explica Coderch», «pero cualquier adaptación necesita tiempo, así que debemos tener paciencia»
Igualmente, hay ciertas claves que nos ayudarán a afrontarlo de la mejor manera posible:
- Adaptación progresiva. No es lo mismo volver a trabajar un lunes que un miércoles, o reincorporarse con jornada intensiva que a jornada completa. Siempre que sea posible, es recomendable hacer esa adaptación de una forma progresiva.
- Tiempo de descanso. Necesitamos priorizar los momentos de descanso en el día a día y no únicamente el fin de semana. Durante las horas de trabajo, es recomendable hacer pausas de calidad, aunque sean cortas. «Es importante volver a uno mismo, ser el punto de referencia, reconectar con uno mismo, respirar y darnos cuenta de cuáles son nuestras necesidades», comenta Anna Coderch.
- Alimentación adecuada. Si nos estamos alimentando de forma correcta y tenemos todos los nutrientes necesarios, notaremos una gran diferencia en cuanto a nuestra actitud para afrontar el día. «Se trata de una necesidad básica, y muchas veces la perdemos de vista. Debemos priorizar lo realmente importante, como la comida o el descanso», dice Coderch.
- Organización y planificación. Hay que elegir bien a qué dedicamos el tiempo que pasamos en el trabajo, establecer un orden de prioridades y dedicar tiempo a pensar para planificar y detectar qué es realmente importante y qué no.
- Crear relaciones de calidad. El área relacional es básica como seres humanos. Crear un buen ambiente de trabajo es un facilitador para que la vuelta sea gratificante.
- Dar espacio a las aficiones. Dedicar tiempo a nuestras aficiones fuera del trabajo también nutre al resto de áreas de nuestra vida.
- Complementos naturales. Podemos también usar algunos complementos elaborados a base de plantas como la rodiola, una planta que ayuda al organismo a adaptarse al estrés emocional, a estimular el sistema nervioso y a mejorar el estado de ánimo y el humor; o como el azafrán, que tiene un efecto positivo sobre la depresión o los trastornos cognitivos, entre otras propiedades; o como la valeriana, que favorece al bienestar físico y mental.
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