El estrés es una reacción del organismo ante una situación de tensión anómala, que se percibe como potencialmente peligrosa; esto provoca que aumente el nivel de dos hormonas en sangre, que son las responsables de que el cuerpo se ponga “en guardia” para hacer frente al potencial riesgo. Nos referimos a la adrenalina y al cortisol, ambas fundamentales para responder adecuadamente a la situación.
El problema es cuando el nivel de estas hormonas permanece elevado, que provoca un indeseable estado de estrés crónico, siendo perjudicial para la salud. Por un lado la adrenalina, también llamada epinefrina, es segregada por el organismo a través de las glándulas suprarrenales, situadas encima de los riñones. El efecto de esta hormona es elevar la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea, elevando a su vez el nivel de energía. Desde un punto de vista primario, este mecanismo existe para evitar una situación peligrosa. En este caso el cerebro percibe una amenaza y envía a las suprarrenales la orden de descargar adrenalina, hormona responsable de las reacciones inmediatas ante una amenaza. Es una reacción conocida como descarga adrenérgica. «El efecto en el organismo puede generar cierto bienestar, como el que sienten los aficionados a las actividades de riesgo, deportes extremos o películas de miedo», indica la Dra. Nuria Paredes, especialista en Medicina General de MGC Mutua.
Por otro lado está el cortisol, una hormona esteroidea que se libera para que el cuerpo se concentre en esa situación. Lo hace incrementando el nivel de azúcar en la sangre y deteniendo los procesos corporales que no son de necesidad inmediata, como son el sistema digestivo, el reproductivo o el crecimiento. También se produce en las glándulas suprarrenales, pero es de efecto más retardado que la adrenalina.
Según la Dra. Nuria Paredes «estar sometido a estrés constante conlleva muchos riesgos: enfermedad cardíaca, insomnio, problemas digestivos, depresión, ansiedad, hipertensión, subida de la glucemia (azúcar en sangre), trastornos intestinales, disminución o pérdida de la libido, pérdida de memoria y aumento de peso».
Por ello, para reducir el estrés en la oficina es necesario bajar los niveles de la adrenalina y del cortisol. Así para mitigar los efectos de la adrenalina:
- Efectuar ejercicios de respiración profunda
- Buscar recuerdos placenteros, evitando pensamientos negativos
- Practicar la relajación muscular, contrayendo y relajando alternativamente los diferentes grupos de músculos del cuerpo.
Y para reducir los efectos del cortisol:
- Hacer ejercicio moderado, efectuado con regularidad. En realidad, durante el ejercicio el nivel del cortisol sube, pero solo temporalmente, y, a corto plazo, resulta beneficioso cara al estrés.
- Dormir bien. La falta de sueño de calidad eleva el cortisol, de modo que se debe acostar antes, evitar la cafeína y el alcohol, y suprimir el ordenador, las tablets y los móviles, así como cualquier fuente de luz en el dormitorio.
- Tratar de pasarlo bien. La risa, según varios estudios, va asociada a la reducción del cortisol, de modo que es idóneo divertirse con los amigos y la familia.
- Tener una mascota. Igualmente, hay estudios que afirman que cuidar de un animal reduce los niveles del cortisol
- Seguir una dieta sana. Recordar la regla de “cinco al día” (entre piezas de fruta y porciones de verdura). Tomar menos azúcar y recordar incluir en la dieta alimentos como el yogur, los plátanos y el chocolate negro, todos ellos buenos para mantener estables los niveles.
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