Estamos en la época del año de la luz y el sol, de los días largos y las temperaturas que animan a salir a la calle y disfrutar al aire libre. Es la antesala del verano, de los planes de vacaciones, del descanso tras un largo año de trabajo… Todos estos factores nos transmiten optimismo y positividad. Por ello, en 2005 un grupo de expertos (psicólogos y meteorólogos) eligieron el 20 de junio como el día más feliz del año, tras analizar las emociones de miles de personas durante esta fecha del calendario. Le llaman también Yellow Day, en contraposición con el Blue Monday, el tercer lunes de enero, que es considerado el día más triste del año.
¿Por qué amarillo (yellow, en inglés)? Porque este color se asocia con la luz, y está comprobado científicamente que los días soleados aumentan la producción de serotonina en el cerebro, la hormona de la felicidad y el buen humor. Además, el amarillo es un color que transmite energía, y también estimula la creatividad.
Pero, además de todos estos elementos, existen otras muchas pequeñas cosas en nuestro día a día que nos proporcionan felicidad, que nos hacen sentir bien, que nos alegran el día.
El bienestar laboral
Uno de los aspectos que más influye en nuestro equilibrio emocional es el hecho de sentirnos bien en el trabajo. Si en el desempeño de nuestras funciones nos sentimos valorados, escuchados, motivados, tenemos un desarrollo personal y profesional, unas relaciones interpersonales favorables y unas condiciones que favorecen la flexibilidad y la conciliación, no solo seremos más productivos para la empresa en la que trabajamos, sino que, además, esa felicidad laboral se trasladará también a nuestro entorno familiar.
“Cuando una persona trabaja en un entorno que no es saludable desde el punto de vista psicosocial tendrá menos compromiso con el proyecto y será menos productiva, tendrá más tendencia al absentismo e incluso, en casos más graves, podrá llegar a necesitar una baja por estrés, ansiedad o depresión. Sin embargo, si le permitimos desarrollarse dentro de la organización y contribuir a un propósito, verdaderamente estaremos cuidando su salud emocional y facilitando su posibilidad de ser feliz”, asegura Anabel Fernández Fornelino, CEO de Affor Health, consultora de prevención psicosocial.
La familia
Los lazos familiares son uno de los soportes clave de la vida e influyen directamente en nuestra felicidad. La relación paternofilial es, a pesar de los momentos difíciles que puedan existir, una de las más gratificantes. Pero también las conexiones con los hermanos o primos, y por supuesto, con los abuelos.
En marzo de 2021 (un año después del inicio de la pandemia), Lingokids, startup especializada en contenidos en inglés para niños, realizó una consulta entre 600 familias españolas para conocer qué cosas eran las que hacían más felices a los niños de 3 a 8 años. “Nos encontramos con que, para estos niños, estar con sus abuelos era uno de sus tres principales motivos de felicidad, y también estaba entre las tres cosas que más habían echado de menos durante las restricciones por la pandemia”, explica Rhona Anne Dick, directora de Experiencia de Aprendizaje de la compañía.
Las mascotas
No es una exageración decir que, cuando uno tiene un perro o un gato en casa, es como un miembro más de la familia. Su amor, además, es incondicional. Siempre están ahí para recibirte cuando llegas a casa, para acompañarte cuando estás solo, para acurrucarse junto a ti y sentir su consuelo cuando tienes un mal momento… Los animales son capaces de transmitirte su alegría. Por eso, tener una mascota es tener más motivos para sentirse bien.
“Las mascotas tienen la capacidad de llenar un hogar de alegría con su energía y compañía, y nos transmiten su amor desinteresado. Requieren de nuestros cuidados, pero también de nuestro amor, y su moneda de cambio es el cariño. Los animales crean relaciones individuales con los humanos de apego y fidelidad”, apunta José Ángel Rosell, CEO y fundador de Natuka, una startup de alimentación animal que apuesta por mejorar la salud de las mascotas a través de lo que comen.
La comida
Vivimos en un país en el que la mayoría de las cosas se celebran comiendo. Compartir una buena mesa es una experiencia social vinculada a la diversión, el disfrute y las buenas noticias. Son momentos de intercambiar risas, conversaciones profundas o entretenidas, sensaciones de proximidad y empatía. Pero además, la comida en sí misma nos produce también un placer físico, pues contribuye a aumentar o disminuir determinados neurotransmisores que pueden afectar a nuestro bienestar, estado de ánimo y energía vital.
“Somos el único animal que elige la comida por la sensación placentera que nos puede producir, por delante de su necesidad biológica o sus valores nutricionales, e incluso hemos elevado lo culinario al nivel de arte. Por otro lado, hay alimentos que afectan positivamente a nuestra salud y nos hacen sentirnos mejor. Por ejemplo, una dieta rica en frutas y vegetales nos ayuda a estar más sanos y sentirnos más ligeros después de cada comida para poder afrontar los retos del día a día”, subraya Lucas González-Guija, director de Marketing de Vegan Food Club, startup de innovación alimentaria que apuesta por una dieta de origen vegetal.
Viajar
Pocas cosas hay que produzcan más placer a la inmensa mayoría de las personas que un viaje. El hecho de preparar la maleta, siendo una tarea que no gusta a todo el mundo, ya nos permite visualizar lo que nos espera y empezar a disfrutarlo en nuestra mente. Coger un avión ya nos provoca estímulos positivos. Llegar a nuestro destino, sea de playa o montaña, de pueblo o ciudad, dentro o fuera de España, es el punto de partida de unos días en los que nos dedicaremos a disfrutar y ser lo más felices posible.
Como explica Viola Migliori, Country Manager de Evaneos, plataforma especializada en diseñar viajes a medida, “viajar es salir de la rutina, un tiempo para dedicarnos a nosotros mismos, para relajarnos, practicar las actividades que más nos gustan, conocer lugares y culturas diferentes… En definitiva, vivir experiencias que nos enriquecen, y que se quedan dentro de nosotros una vez regresamos a nuestro día a día”.
Ayudar a los demás
Somos seres sociales, vivimos en comunidades, nos necesitamos unos a otros, y la generosidad es uno de los aspectos materiales que mejor nos hace sentir con nosotros mismos. Como dice Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y cofundador de AUARA (empresa social que vende agua mineral para poder facilitar el acceso a agua potable a países que carecen de ella), difícilmente una persona egoísta puede ser feliz.
“Pensar en los demás y hacer cosas altruistas no solo tiene un sentido moral que nos da paz interior, sino que es muy sano psicológicamente: nos ayuda a salir de nosotros mismos, a poner el centro fuera del yo, y de esa forma nos saca de nuestros propios problemas y caprichos. Nos ayuda a no obsesionarnos con lo que nos pasa, nos permite relativizar nuestros problemas y afrontarlos de manera más objetiva, ya que pierden importancia en contexto con el sufrimiento o las necesidades ajenas”, sostiene Antonio.
Insiste en este mismo enfoque Ana Benavides, directora general de Fundación Lealtad, entidad que acredita la transparencia y buenas prácticas de las organizaciones no lucrativas. “La cooperación, la colaboración, son intrínsecas a nuestra condición humana, forman parte de nuestra naturaleza. Ayudar a otros nos hace sentirnos útiles, reforzando nuestra confianza en nosotros mismos. Se suele decir que recibe más el que da que el que recibe. Y es que la generosidad produce oxitocina, que reduce el estrés y es conocida como una de las hormonas de la felicidad”.
Celebremos este día más feliz del año con aquello que mejor nos haga sentir. ¡Feliz Yellow Day y feliz verano!
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