Entre el trabajador y su trabajo puede haber una relación tóxica que perjudique la salud psicológica de los empleados. Por eso es tan importante que todos sepan detectar las señales que indican que un empleo es tóxico, o que la relación entre empleado y empresa está perjudicando de manera continuada el bienestar del primero y, por tanto, también la salud corporativa.
Los psicólogos de ifeel, la plataforma holística de apoyo psicológico para empresas y trabajadores, nos enseñan a identificar esa toxicidad: 10 síntomas que indican que tu empleo es tóxico. En general, podríamos reconocer un empleo tóxico porque entre él y el empleado existe un gran desequilibrio que sistemáticamente va a favor del empleo y en contra del empleado. Este desequilibrio puede adoptar muchas formas; describiremos diez de los principales indicadores de un empleo tóxico:
- Un empleo tóxico siempre pide más de lo que da. O peor, lo exige. La relación con nuestro trabajo se vuelve tóxica cuando percibimos que en esa relación siempre gana el mismo: el trabajo, la empresa. Obviamente una empresa no es una ONG que trabaja para nosotros, sino una entidad que tiene unas expectativas, objetivos y necesidades muy claros a los que el trabajador debe adaptarse. Sin embargo, a menudo las empresas olvidan que esa adaptación debe tener una retribución justa y equilibrada, tanto en salario económico como en otro tipo de condiciones y beneficios. Cuando este desequilibrio se enquista la toxicidad laboral está servida.
- Un trabajo tóxico genera más disgustos que satisfacciones. Los trabajos son duros. A veces, muy duros. En ellos vivimos sacrificios, frustraciones y malos momentos que son inherentes a la vida y al desarrollo de toda profesión. Sin embargo, cuando prácticamente todo en el trabajo es un mal momento y los espacios de alegría o disfrute son escasos o nulos está claro que la vinculación con la empresa y con el empleo no puede ser muy positiva. Más bien se vuelve dañina para el bienestar psicológico del empleado.
- No tiene en cuenta mis necesidades ni circunstancias particulares. En las relaciones sanas cuentan de manera equilibrada las necesidades de todas las partes implicadas. En cambio, un empleo resulta tóxico cuando tiene poco o nulo margen para adaptarse al empleado (lo cual quiere decir que este debe tener mucho o total margen para adaptarse a él). En estos casos el empleado siente que se le percibe como un número más en la empresa. No se siente tenido en cuenta, su margen de influencia y creatividad en su propio trabajo es nulo, incluso aunque se le dé a entender que sí existe y se considera.
- No permite mi crecimiento, solo busca el suyo. Las relaciones sanas son equilibradas por muchos motivos, también porque constituyen un espacio para el crecimiento mutuo de sus miembros. Por desgracia, esto no sucede en algunas relaciones laborales, en las que el empleado siente que no puede desarrollarse profesionalmente y que, incluso, está perdiendo valor añadido como trabajador y ve perjudicada su carrera profesional. Esto se nota, por ejemplo, cuando la empresa no ofrece a los trabajadores formación ni otras formas de aprendizaje o promoción, y tampoco facilita que los empleados busquen estos recursos por su cuenta. De este modo, la empresa genera las condiciones propicias para que el empleado solo pueda dedicarse a los objetivos de la empresa, intoxicando así la relación.
- El clima laboral es negativo. Aunque las relaciones con los compañeros sean buenas o simplemente correctas puede darse el caso de que todos respiran un ambiente tóxico: hay tensión, hay broncas frecuentes, las personas transmiten una sensación de agobio, aburrimiento o frustración. Es cierto que pueden apoyarse entre ellas y eso compensa mucho, pero estar percibiendo este clima emocional permanentemente al final acaba pesando y no ayuda al empleado a llevarse bien con su trabajo.
- El trabajo me tira para atrás. Directamente, como si el empleado dijera “No puedo con el trabajo”. Aunque no tenga muy claro el porqué o todo vaya aparentemente bien, le cuesta un mundo levantarse por la mañana para ir a trabajar, va a disgusto a la oficina, se cansa/aburre/desmotiva enseguida, no es capaz de defender la misión y objetivos de la empresa o de encontrar la coherencia entre la cultura empresarial oficial y la realidad que vive cada día como empleado.
- Promesas incumplidas. En un empleo tóxico frecuentemente se prometen cosas que no se cumplen o se genera una imagen del futuro a corto plazo de la empresa -o del trabajador dentro de esta- que nunca acaba de corresponderse con la realidad. Nunca es el momento de afrontar una mejora de condiciones. Siempre acaba ocurriendo algo que hace dar bandazos o giros inesperados en las decisiones. Las funciones y responsabilidades asignadas en un principio son irrealizables o no encuentran las condiciones para desarrollarse.
- Hablar con los superiores da miedo. Al margen de susceptibilidades puramente personales, ya hemos mencionado que un empleo tóxico el clima laboral es negativo y el liderazgo y las directrices sean deficientes. Esto puede provocar que un empleado tenga miedo constante a ser regañado, a equivocarse, o que tenga la sensación constante de que en cualquier momento lo van a despedir. El trabajo no es un espacio seguro y de confianza, sino que le hace sentir frecuentemente amenazado.
- Falla el factor humano A veces todo o casi todo en un trabajo va bien… menos las personas. Y cuando estas son el problema no importa lo motivador que sea el proyecto o lo atractivos que sean los beneficios sociales: nadie se siente bien trabajando al lado de personas con las que no se siente bien o que no están bien entre ellas. Son esas situaciones en que los compañeros generan rechazo, uno se siente incómodo en su compañía, su actitud dificulta mucho el desempeño de nuestras funciones. No hay cohesión del equipo o bien la hay, pero contra mí, quizá en forma de mobbing. Cuando hay hostilidad, tensión, relaciones disfuncionales, liderazgo ineficiente, competitividad agresiva y falta de compañerismo se enrarece la relación con el trabajo.
- Siempre negativo, nunca positivo Un empleo se vuelve tóxico cuando siempre se señalan los aspectos negativos del rendimiento, pero se señalan poco o nada los positivos. En este tipo de trabajos los procesos no están claros, no hay una guía coherente sobre lo que sí se debe hacer pero, en cambio, se penalizan severamente los errores. Existe la sensación de que ningún nivel de rendimiento o productividad, por positivos que sean, son suficientes.
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