“Tú puedes”. “No te rindas”. “Sigue adelante”. “Es ahora o nunca”. Estas y otras frases similares se han convertido en el estandarte del movimiento positivista dirigido a las mujeres que ha cobrado fuerza en la última década. Su objetivo es sencillo, empoderar y devolver la confianza en sí mismas a las féminas de todo el mundo. Sin embargo, lo que a veces pasamos por alto es que, en el intento de motivar a las mujeres a dar lo mejor de sí y retomar el control de sus vidas, podemos estar exigiéndoles y presionando demasiado como sociedad.
Estas frases sencillas y sin mala intención pueden terminar dando forma a una cultura del “sí se puede”, cueste lo que cueste. De esta manera, muchas mujeres pueden sentirse presionadas a estar a la altura de las expectativas, las propias y las ajenas, a hacer lo que se supone que deben hacer y a tener éxito en todos los ámbitos de su vida. Es en ese momento cuando las frases pensadas para motivarnos y empoderarnos terminan provocando el efecto contrario, nos hacen sentir que si no podemos con todo es porque somos demasiado perezosas, no nos esforzamos lo suficiente o, sencillamente, no somos capaces de conseguirlo.
A las mujeres del Siglo XXI les ha tocado, además, el difícil papel de arrastrar aún los coletazos de los estereotipos y exigencias del papel de la mujer como figura que lleva la responsabilidad de la casa y los hijos y, a la par, luchar por su posicionamiento social y laboral. En este sentido, es habitual que las mujeres sientan presión por tratar de cumplir con ambos roles sin percatarse de que deben bajar los niveles de autoexigencia y llegar a un compromiso entre todas sus tareas.
Pensar que podemos con todo, cueste lo que cueste, puede ser una herramienta muy poderosa ya que nos ayuda a salir de nuestra zona de confort y enfrentar múltiples desafíos en la vida, a la vez que nos infunde ánimos cuando estamos a punto de desfallecer. Sin embargo, también tiene un lado sombrío; el exceso de positivismo y perseverancia puede llegar a ser contraproducente, llegando a afectarnos emocional y psicológicamente. Asimismo, cuando la motivación que nos impulsa viene determinada por las expectativas de otros o nos autoexigimos demasiado podemos caer en la trampa del perfeccionismo olvidándonos que en realidad lo más importante es encontrar un equilibrio que nos permita crecer y sentirnos satisfechas con nosotras mismas.
Si vives en un continuo estado de ansiedad, te sientes inquieta, expectante o nerviosa día sí y día también, estás más irritable de lo normal, te cuesta mantener la calma y esperar pacientemente la siguiente tarea, tu cuerpo te está mandando señales de que no puedes más y quizá sea hora de dar un paso atrás y reflexionar sobre por qué estás reaccionando de esa manera.
A veces no podemos con todo y tampoco es necesario. Por eso, con motivo del Día de la Mujer, TherapyChat da las claves para conseguir ese balance y aprender a lidiar con las expectativas ajenas y propias:
- Exígete menos. Sé un poco más realista y no intentes convertirte en una “superwoman”. No pasa nada si a veces no puedes con todo, las cosas no salen perfectas, las aplazas o te equivocas. La vida ya es demasiado difícil como para que te añadas una presión innecesaria.
- Ponte límites. Solemos pensar que podemos con todo, pero en realidad no siempre es así y cuanto antes seamos conscientes de ello, antes podremos centrarnos en las tareas que en realidad son significativas para nosotros. Ponerte límites a ti misma te ayudará a gestionar mejor tu día a día, evitando que te pases de la raya y te exijas demasiado.
- Prioriza. Cada día tiene 24 horas y, por más que quieras, no podrás alargarlo. Por tanto, debes aprender a priorizar las tareas “urgentes” de las realmente importantes, aquellas que te hacen avanzar hacia donde quieres. De esta manera, podrás deshacerte de muchas tareas basura que en realidad solo te generan agobio y estrés.
- Marca tus propios propósitos. Cuando no tienes claros tus objetivos y metas en la vida, alguien los marcará por ti. Por tanto, si no quieres terminar viviendo la vida que los demás quieren para ti y dejar que sean ellos quienes dicten tus decisiones, debes delimitar cuáles son tus propósitos y ceñirte a ellos.
- Aprende a decir “no”. Cuando te liberas finalmente de los miedos y las presiones sociales y dices “no”, no solo te alivias la carga de responsabilidades que llevas sobre la espalda sino que adquieres la seguridad necesaria para tomar las riendas de tu vida, aceptando lo que realmente te apetece hacer y rechazando todo aquello que no te aporta nada.
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