Durante el año que acabamos de cerrar las empresas han tenido que enfrentarse a la resaca dejada por el 2020 sumada a una situación que todavía está lejos de una auténtica normalidad. Desde ifeel, la plataforma holística de apoyo psicológico para individuos y empresas, resumen el contexto laboral actual desde el punto de vista de la salud psicológica y pronostican un 2022 más complejo si cabe lastrado por la prolongación en el tiempo de la pandemia.
La recién acuñada “coronofobia” está afectando a las empresas en la medida en la que sus trabajadores ven afectada su salud mental y consecuentemente lastrada su productividad hasta llegar al absentismo laboral. Nadie quiere contagiarse de Covid y todos nos ponemos algo nerviosos ante la posibilidad de haberlo hecho o tener que ir a un sitio que percibimos como arriesgado (por ejemplo, el lugar de trabajo). Un grupo reducido de la población vive esta preocupación de manera muy intensa, experimentando un alto nivel de ansiedad ante el virus y desarrollando conductas compulsivas y exageradas para regular ese miedo.
Han aumentado considerablemente las bajas laborales derivadas de la gestión personal de la pandemia y la ansiedad sigue siendo el principal motivo de consulta en el ámbito laboral. Un 34% de los pacientes que acuden a terapia a través de programas como el de ifeel lo hace con un cuadro de ansiedad, seguido de la fatiga/hastío/cansancio (17%). La evolución de la pandemia y la crisis económica irán despertando necesidades, conflictos y problemas en la población. Lo que como psicólogos observaremos es la medida en que se consolidará el aumento de personas que dan el paso a cuidar de su bienestar psicológico con un profesional y cuánto aumentará el número de las que lo hacen de manera online, especialmente en servicios facilitados por sus empresas. Nuestra expectativa será que la tendencia de los años anteriores va a continuar, ya que cada vez más personas (y más empresas) van a confiar en este tipo de servicios.
En el top cinco de los nuevos motivos de consulta que han aparecido durante 2021 y que seguirán están muy presentes en 2022:
- No quiero volver a la oficina
- Tengo miedo a contagiarme en la oficina
- Me da ansiedad la vuelta a la oficina
- La pandemia me hace plantearme dejar el trabajo
- Me planteo un cambio de vida debido a la alternativa del trabajo en remoto
En cuanto al perfil del paciente, si bien la mujer es el más habitual- el porcentaje de mujeres supera claramente al de hombres, representando un 77% de los usuarios – cada vez más hombres acuden al psicólogo para tratar sus problemas mentales. Desde la plataforma de psicología online ifeel se observa esta clara tendencia, pues el perfil masculino ha experimentado un aumento del 27% en 2021 respecto a 2020. “Cada vez más hombres se implican en el cuidado de su bienestar psicológico y sus motivos de consulta no son tan diferentes de los de las mujeres. Esto es muy buena noticia tanto para ellos como para las empresas en las que trabajan, que ven cómo una gran parte de su plantilla, que antes permanecía ajena al ámbito del bienestar emocional, ahora se compromete más y genera un beneficio importante en el clima laboral y la productividad de la compañía”, ha asegurado Amir Kaplan, CEO de ifeel.
En cuanto a la edad, la franja entre 25 y 34 años es la más común, si bien cabe destacar que todos los grupos de edad han aumentado significativamente este 2021. Cabe destacar al grupo más joven, entre 18 y 35 años, grandes usuarios de recursos online para cuidar el bienestar emocional e interesados en cuestiones relacionadas con la vocación y satisfacción profesional, cómo encauzar sus carreras o compaginarlas con los estudios.
Las normas de la empresa, una prueba para nuestra ansiedad
La gestión de la pandemia en las empresas (teletrabajo, presencialidad, cuidado del bienestar de los empleados), junto a la vacunación y la incertidumbre generada por la llegada de las nuevas olas y variantes de COVID-19, han puesto en juego el frágil equilibrio entre vulnerabilidad y fortaleza para trabajadores y empresas.
Las normas impuestas desde la empresa han puesto a prueba la flexibilidad conductual (vuelta al trabajo en la oficina, vuelta al trabajo en casa, vuelta a planificar eventos, vuelta a cancelarlos) pero también emocional (manejo de la incertidumbre, preocupación por la seguridad, frustración por no acabar de ver soluciones duraderas). Esto ha provocado fatiga y reanimado las vivencias a las reacciones que se produjeron en oleadas anteriores de la pandemia, aunque también ha habido un auge de la emoción por recuperar la vida y hábitos sencillos entre ola y ola.
Una manera de que el cuidado de la salud mental puede llegar a muchas más personas es a través de la propia empresa, ofreciendo esta a sus empleados programas de salud mental como parte de un paquete de beneficios.
Ya sea a través de los recursos de la app o mediante una terapia presencial u online continuada, se pueden abordar problemas que van desde un alto grado de fatiga, al burnout (síndrome del trabajador quemado), el boreout (aburrimiento y desmotivación profundos) pasando por la participación en procesos de trabajo mal planteados, así como por una gran presión por parte de las empresas para cumplir objetivos en un contexto incierto o la asunción de un volumen excesivo de tareas debido al aumento de bajas laborales por enfermedad.
Por otro lado, no hay que olvidar la presión que los trabajadores llegan a ejercer sobre sí mismos por una autoexigencia mal entendida. También están presentes cuestiones relativas al género que influyen en la percepción de vulnerabilidad, la predisposición a pedir o no ayuda psicológica o la construcción del autoconcepto a través de lo profesional.
Estas situaciones restan eficiencia al rendimiento individual y de equipo. Tal y como informan las empresas que se preocupan por evaluar y prevenir este tipo de problemas, acaban generando insatisfacción, frustración, fricciones en las relaciones con los compañeros, problemas de conciliación entre lo profesional y otras facetas de la vida de los empleados, sintomatología propia de la ansiedad (activación somática elevada, inquietud, irritabilidad, problemas de sueño, desajustes en los ritmos de la alimentación) así como un probable consumo de sustancias o fármacos con el objetivo de contrarrestarla.
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