8 de noviembre de 2024
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Salud digital en pandemia: qué funcionó y qué no

Salud digital en pandemia: qué funcionó y qué no

Varios expertos han debatido bajo el paraguas del título elegido para el ciclo: «¿Qué pasaría si la digitalización acelerada por la COVID-19 nos permitiera transformar los sistemas de salud?»

La pandemia de la COVID-19 ha supuesto una aceleración sin precedentes en el ámbito de la salud digital. Un ejemplo paradigmático ha sido el crecimiento de herramientas como La Meva Salut en Cataluña, que en poco más de un año pasó de tener 600.000 usuarios a contar con más de 4.300.000. Para analizar y debatir todo lo aprendido en este periodo, el eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) organizó la primera edición del ciclo The eHealth What If Forum, que acaba de llegar a su fin. 

Distribuido en tres sesiones que apuntaban a distintos focos geográficos (España, Cataluña, América Latina), varios expertos y actores del sistema debatieron bajo el paraguas del título elegido para el ciclo: «¿Qué pasaría si la digitalización acelerada por la COVID-19 nos permitiera transformar los sistemas de salud?».

Pandemia, catalizadora de soluciones digitales

Para Albert Barberà, director del eHealth Center de la UOC, «ha quedado patente que la pandemia ha catalizado la implantación de soluciones digitales de salud. Ahora el consenso es que, tras año y medio, debemos hacer una reflexión sobre todo ello para analizar qué ha servido y qué no, teniendo en cuenta que en muchos casos fueron soluciones de emergencia ante una situación de gran complejidad». Todo ello teniendo presente, como subrayó la vicerrectora de Planificación Estratégica e Investigación de la UOC, Marta Aymerich, que «la atención a la salud no comienza cuando vamos al médico, sino que tiene que ver con cómo vivimos en todos los espacios y momentos de nuestra vida. La salud digital es una invitación a cuidar de la propia salud y la de la comunidad». 

El debate evidenció el consenso existente sobre varias de las consecuencias positivas que tuvo el uso masivo de herramientas de salud digital durante los peores momentos de la pandemia. En concreto, la atención telemática evitó que el sistema colapsara en un momento de máxima presión, la digitalización facilitó y aceleró muchos procesos, y se demostró la capacidad y el valor de gestionar una gran cantidad de datos de mucha complejidad. 

Aspectos que deben mejorarse 

Sin embargo, la aceleración fruto de la situación excepcional también dejó aspectos que conviene mejorar. En ocasiones, las prisas provocaron duplicidades innecesarias, hubo problemas por los cambios de protocolos, y algunas aplicaciones prometedoras como las desarrolladas para el «rastreo» de contactos no llegaron a desplegarse y a demostrar una verdadera utilidad. 

Otra de las valoraciones negativas tiene que ver con que algunos pacientes sintieron la digitalización como una sustitución no deseada y de menor calidad que la atención presencial. Sin embargo, hubo consenso en explicar que —si está bien desarrollada— la salud digital no implica una deshumanización de la sanidad, sino más bien al contrario: facilita que pueda dedicarse más tiempo a quien más lo necesita. Es un complemento, no una sustitución de la presencialidad.

Aunque se suele poner el foco de la salud digital en la tecnología, las sesiones dejaron claro que el principal reto no es tecnológico, sino de organización. Como resumió Albert Barberà, «la tecnología es solo una herramienta. La transformación digital es un tema de profesionales y ciudadanos que implica un cambio cultural y organizativo». Por ello es clave tener en cuenta a la ciudadanía, no solamente prestando atención a asuntos como la brecha digital, sino también desarrollando productos conforme a sus necesidades. Es necesario que se sientan cómodos con los canales empleados y hacer que formen parte de la toma de decisiones desde el inicio, no solo al final. 

Más organización, formación y recursos 

También es importante la formación de los profesionales para que puedan ejercer como facilitadores, porque muchas veces la resistencia viene del desconocimiento, y que se sientan cómodos con las herramientas y con la forma de implantación, teniendo en cuenta, además, que la pandemia ha puesto el foco en la salud digital y ha aumentado la inversión. Una queja desde la atención primaria durante la pandemia es que el personal sanitario no siempre ha tenido clara la organización. A pesar de que ahora ha aumentado el número de ellos que cree en las ventajas del modelo, a falta de un plan organizativo claro se corre el riesgo de que muchos piensen que es más fácil resolverlo todo a la manera presencial y tradicional. Además, existe el temor a una sobrecarga de trabajo y falta de recursos. No se trata únicamente de implantar soluciones digitales, sino también de proporcionar los recursos necesarios para que se implementen correctamente y que los profesionales no sientan que más que una solución es una sobrecarga de trabajo añadida a la que vienen experimentando. 

Telemedicina internacional para solventar carencias

Una posibilidad que cobra fuerza en relación con la salud digital es la de desarrollar una telemedicina internacional, que ayudaría a ampliar servicios al solventar carencias concretas de cada país. En la última sesión, Francesc Saigí —profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y coordinador de este primer ciclo— presentó los resultados de un informe recién publicado a partir de una convocatoria del Banco Interamericano de Desarrollo, cuyo objetivo era estudiar la posibilidad de desarrollar una telemedicina internacional entre distintos países de Latinoamérica. El trabajo, que recoge los resultados de una encuesta a 1.443 profesionales de 19 países, así como entrevistas a 29 expertos en este ámbito, muestra que existen evidencias de los beneficios de desarrollar un modelo de telemedicina internacional. Sin embargo, solo un 17 % de los profesionales usa estas herramientas, y apenas un 20 % tiene intención de usarlas y se está preparando para ello.

Algunas de las barreras para su implantación son tecnológicas, pero, como sucede en otros países, también tienen que ver con vacíos legales y organizativos. Además, muchas veces los cambios de gobierno implican retrocesos constantes en las políticas, y se vuelve a empezar de cero al no haber sistematizado lo ya aprendido.

Apuesta política para asegurar un cambio positivo 

Para Albert Barberà, es evidente «la importancia de la salud digital y del análisis de los datos generados por los sistemas de salud para implantar buenas políticas públicas, y eso implica buscar un consenso social que determine cómo emplear esos datos». De igual manera, «es fundamental que exista una apuesta política por la transformación digital, tanto en el ámbito nacional como en el supranacional», añadió, porque «el auge que ha vivido durante la pandemia puede ser un espejismo, pero también el inicio de un cambio necesario en nuestros sistemas de salud».

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