El estilo de vida de los expatriados sigue siendo atractivo a pesar de la pandemia. Sin embargo, la ausencia de una red de apoyo cercana y el esfuerzo por asimilar nuevas costumbres y normas sociales suponen una carga emocional adicional a la que conviene dar respuestas desde el ámbito de la empresa. De hecho, 8 de cada 10 expatriados afirman sufrir estrés, nueve puntos más que los empleados que desarrollan su actividad laboral en su país de origen (74%). Esta es una de las principales conclusiones del estudio ‘Cigna 360 Well-being Survey’, realizado por la aseguradora de salud Cigna, que ha dedicado un bloque de su informe a analizar la salud integral de las plantillas que residen en el extranjero.
En esta línea, la incertidumbre ante el futuro (48%), el miedo al contagio por coronavirus (41%) y el exceso de información sobre noticias relacionadas con la COVID-19 (28%) encabezan la lista de preocupaciones. Además, de los trabajadores expatriados encuestados, solo el 27% confía en poder mantener su nivel de vida actual y el 25% afirma tener suficiente seguridad financiera para subsistir en caso de emergencia (desastres naturales, inestabilidad política, irrupción de una pandemia, etc.). Estas cifras respaldan el hecho de que más de un tercio (35%) de los expatriados que están pensando en volver a su país citen las finanzas futuras como una de sus mayores inquietudes.
«Los expatriados de todo el mundo han sido fundamentales para ayudar a las empresas a facilitar nuevas oportunidades. Pero, tal y como revela nuestro estudio, estas personas siguen enfrentándose a retos como las restricciones para viajar o las preocupaciones financieras, traduciéndose en mayores niveles de estrés y ansiedad. Por ello, es fundamental que las organizaciones les proporcionen el apoyo necesario mientras se adaptan a su nueva vida laboral y familiar, tanto si se trata de ayudar a los profesionales expatriados sin experiencia a establecerse en un nuevo país, como a los que llevan más años», señala Juan José Montes, CEO de Cigna España.
Y es que, la capacidad de adaptación a las adversidades o la habilidad para afrontar desafíos es clave en el caso de los empleados expatriados, ya que es lo que les permite afrontar una nueva cultura y una rutina laboral diferente. Esta premisa explica el hecho de que los empleados que viven en el extranjero por motivos laborales sean menos resilientes que los que viven en su país. Concretamente, un 46% de los expatriados ha declarado serlo frente al 57% de los empleados que trabajan en su país natal.
“Los profesionales expatriados demandan que las empresas desempeñen un papel más relevante a la hora de ayudarles a adaptarse a su nueva vida laboral. Por ello, las empresas que seguirán siendo competitivas a largo plazo son aquellas que vayan más allá a la hora de ofrecer a estos trabajadores sistemas de apoyo que les ayuden a gestionar su estrés y sus preocupaciones generales”, afirma Olivia Gómez, HR Manager de Cigna España.
Por ejemplo, para conseguir buenos niveles de resiliencia, el estudio revela que 6 de cada 10 expatriados desea recibir apoyo integral de su empresa para gestionar mejor el equilibrio entre el vida personal y laboral. Sin embargo, solo el 33% de las compañías lo proporciona. Las coberturas médicas son otros de los aspectos clave: un 59% las solicita, pero solo están disponibles para el 34% de los empleados, y otro 59% pide acceso a aplicaciones, consejos y asesoramiento sobre salud física y emocional, un servicio que solo ofrece el 30% de las compañías.
No hay duda de que preocuparse por el bienestar físico y emocional de los empleados es más importante que nunca. La puesta en marcha de programas destinados a este fin se ha convertido en un elemento esencial para construir una sólida cultura corporativa, ganar en competitividad a nivel internacional y mejorar la reputación. Además, contribuye a lograr altos retornos económicos gracias a la posibilidad de reducir aspectos como el absentismo o el presentismo por enfermedad, y aumentar la productividad de la fuerza laboral.
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