El desconocimiento, la falta de material de protección, el incansable goteo de infectados, son algunas de las situaciones que llevaron hasta la extenuación a los sanitarios españoles durante la primera ola. Y prácticamente no se habían recuperado del impacto físico y mental cuando los datos de contagios comenzaban a anunciar la segunda ola de coronavirus, luego una tercera, cuarta, quinta y finalmente doblegaron la sexta. Y ahora, “ahora es cuando nos viene toda la carga psicológica. Es como que tienes el estrés acumulado ya del año entero”. Como ese dolor generalizado que aparece al dejarse caer en el sofá tras un esfuerzo físico y mental excesivo, los profesionales sanitarios han empeorado su malestar emocional al bajar la última ola.
En una pandemia como la COVID 19 el personal sanitario se enfrenta a una serie de retos, como son el estar superados por la demanda asistencial de los pacientes y por su propio riego de enfermar y convertirse en pacientes y que a su vez pueden contagiar a su entorno. Además, al proporcionar ayuda a pacientes y familiares puede ocurrir que cada vez sea más difícil desarrollarlo, en especial en los duelos, en el que las familias no pueden acompañar a su familiar. Otro foco de gran frustración y estres es la toma de decisiones por falta de medios, que implica dilemas éticos y morales, como por ejemplo ocupar una plaza de UVI en un paciente más joven y dejar fuera a otro de más edad.
Los datos que se muestran en estudios como Impacto del coronavirus en la salud física y mental de los profesionales sanitarios: revisión sistemática y metaanálisis, publicado en el Journal of Affective Dissorders, la revista oficial de la sociedad internacional dedicada a promover la investigación sobre trastornos afectivos revelan que el 62,5% de los sanitarios expuestos a los coronavirus ha manifestado alguna consecuencia emocional o trastorno psicológico: miedo (43,7%), insomnio (37,9%), angustia (37,8 %), burnout o síndrome del trabajador quemado (34,4%), ansiedad (29%), depresión (26,3%), trastorno de estrés postraumático (20,7%), trastorno de somatización (16,1%) y sentimiento de estigmatización (14%).
Por tanto, una de las conclusiones que se extraen de este compendio de estudios es que casi dos de cada tres profesionales sanitarios manifiestan algún desorden psicológico. De ellos, más de un tercio ha reconocido tener miedo, insomnio, angustia o burnout, y más de un cuarto ha revelado síntomas de ansiedad o depresión.
Todas estas situaciones hacen que el presonal sanitario arrastre una factura psicológica que se materializa en síntomas como la ansiedad o el insomnio y que ha llevado a instituciones como la Fundación Salud y Persona a poner en marcha, gracias a UNESPA (Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras) y a su programa Estar Preparados, un servicio de ayuda telefónica psicológica gratuita, a través del teléfono 900 293 162, tanto para personal que presta sus servicios en centros sanitarios y en residencias de mayores y discapacidad de toda España, como para su núcleo familiar cercano.
«Al igual que el resto de la población, los profesionales sanitarios se han tenido que enfrentarse a la falta de experiencia previa ante una situación muy dificil como ha sido la crisis de la COVID-19, que no se parece a otras situaciones que hayamos vivido. Eso genera miedo e incertidumbre, y puede dar lugar a una sensación de pérdida de control», explican desde la Fundación Salud y Persona.
Concretamente, respecto a la COVID-19, el insomnio, la angustia, el burnout, la ansiedad, la depresión y el síndrome de estrés postraumático son, en este orden, los trastornos que más están afectando a los profesionales sanitarios expuestos al coronavirus.
Ayuda psicológica: cuanto antes, mejor
Todas estas situaciones ponen de manifiesto la necesidad de que los sanitarios reciban ayuda psicológica, ofreciéndoles estrategias adaptadas a esta situación. De ahí que gracias a las donaciones de 107 aseguradoras para hacer frente a la COVID-19 se haya puesto en marcha la iniciativa Estar Preparados (para estar más seguros), un programa que entre otras cuestiones pone en marcha un servicio para que los profesionales sanitarios de todo el país y su núcleo familiar cercano dispongan de atención psicológica por vía telefónica, un servicio que será gratuito y estará disponible en todo el territorio español, a través del teléfono 900 293 162 y con un horario de atención de 24 horas al día, los siete días de la semana. Todas las llamadas son atendidas por psicólogos/as generales sanitarios y se garantiza en todo momento el anonimato y la confidencialidad.
«Contar con el acompañamiento de un equipo especializado facilitará que los recursos que los profesionales integran para afrontar la situación sean más adaptativos y positivos», explican desde la Fundación Salud y Persona, la institución encargada de la prestación de este servicio. Además, describen qué tipo de perfiles personales son los más vulnerables a los efectos negativos de esta situación: «Las personas menos resilientes, aquellas con menor autonomía emocional o menor madurez, así como los profesionales con menor recorrido profesional o que estén atravesando un momento vital delicado».
Desde su experiencia en la atención psicológica de los afectados, los expertos de esta fundación describen en qué consiste el apoyo o la intervención que se está dando a estos profesionales. «Se hace desde un prisma preventivo. De lo que se trata es de aumentar sus factores de protección y hacerlos más resistentes ante el estrés y las dificultades que están afrontando, ofreciéndoles más recursos para combatir la incertidumbre, el agotamiento físico y mental y la sensación de pérdida de control. Para ello, se trabaja con pautas de autocuidado e higiene mental, gestión de la implicación emocional y empatía hacia los casos que deben afrontar», explican.
Además consideran que si no se gestionan estos aspectos cuando los sanitarios están completamente inmersos en el abordaje de la situación, lo más probable es que a largo plazo aumenten los casos de estrés postraumático, de depresiones reactivas o de síndrome de desgaste profesional (burn-out). «No se trata de reacciones psicológicas graves, pero sí de reacciones que incomodan y preocupan mucho a las personas que las viven; es por ello que toda asistencia que pueda realizarse ahora va a prevenir que aparezcan o, al menos, va a minimizar su intensidad», afirman.
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