La Seguridad y Salud laboral debe ser valor estratégico en una compañía. De esta premisa es de la que parte la Guía de Buenas Prácticas en liderazgo en Seguridad y Salud elaborada por la Mutua Colaboradora con la Seguridad Social en colaboración con Prevencontrol.
Este manual detalla cómo cada vez más organizaciones desarrollan actuaciones que van más allá del cumplimiento normativo de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, con la finalidad de avanzar hacia un cambio de mentalidad en todos los niveles de la organización. Es, sobre todo, el compromiso e implicación de la dirección de una empresa lo que permite llevar a cabo más acciones de las meramente reglamentarias a la hora de establecer ese valor estratégico. Igualmente es indispensable la participación de todos los integrantes, independientemente de su nivel jerárquico.
El texto profundiza en el concepto de liderazgo laboral, entendido como “el conjunto de habilidades directivas de una persona para influir en la manera de comportarse de quienes trabajan a su cargo, con el fin de que desempeñen su labor en equipo y motivadas a conseguir los objetivos empresariales más eficientemente”.
El liderazgo en seguridad y salud no está enfocado únicamente a mejorar el rendimiento de un área o una empresa, sino a la mejora de las personas, poniendo su Seguridad y Salud en el centro. Esta idea se contrapone a la predominante en muchas empresas, de que la prevención de riesgos laborales es un coste y no una inversión.
‘Oleadas’ clave y buenas prácticas
Como ya se ha destacado, el comportamiento de la dirección es crucial, pues es el que más influye en el del resto de personal. No se puede ser un buen líder efectivo si no se consigue ser un líder en Seguridad y Salud, según la guía, que agrupa en tres ‘oleadas’ la forma de integrar estos conceptos en la dinámica empresarial.
La primera oleada es la tecnológica, basada en la inversión para mejorar las condiciones de seguridad del entorno de trabajo, a través, por ejemplo, de máquinas o EPIs, ya que ésto conlleva la reducción de la accidentabilidad.
Una vez han mejorado las condiciones de trabajo, se procede a integrar la prevención en la organización y a establecer sistemas con un procedimiento. La segunda oleada, de gestión, también conduce hacia una reducción de accidentes.
Las dos oleadas anteriores llevan asociadas un momento de estancamiento en la siniestralidad laboral. Es el momento de cambiar de enfoque para ponerlo en las personas. Es la tercera oleada: la implantación de la cultura preventiva.
Como ejemplo de buenas prácticas en este ámbito, la guía recoge algunas de ellas, como son una comunicación eficiente, el control de los objetivos propuestos, la implantación de procesos de consulta y participación, el apoyo al establecimiento y funcionamiento de los comités de Seguridad y Salud o la integración de los diferentes requisitos en todos los procesos de negocio.
Todas las guías de buenas prácticas repiten una misma estructura ágil y accesible. Nuestros mutualistas tienen acceso online a ellas a través del Aula Prevención desde el portal Previene.
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