¿Sabías que en el entorno laboral y nuestra vida diaria cometemos cientos de sesgos inconscientes cada día? En nuestro día la mente busca atajos y crea etiquetas de juicio y valor condicionados por el sexo, la edad, la cultura, etc. En muchos casos, estas situaciones son puntos ciegos con falta de herramientas por parte de la empresa para acabar con ellos. Uno de los principales problemas es la poca consciencia, falta de formación e información sobre los sesgos inconscientes. Son «etiquetas» que todos ponemos de manera inconsciente y que hace que nuestra percepción de la realidad y decisiones estén limitadas o coartadas. Desde Alares, empresa especializada en el cuidado de personas, te explican 8 tipos de sesgos inconscientes:
Sesgo de afinidad
¿Valoras mejor a una persona que comparte tu procedencia, creencias o aficiones? Por ejemplo, si tienes una opinión más positiva de una persona que estudió en tu misma universidad o proviene de tu comunidad autónoma podrías tener un sesgo de afinidad.
Anclaje
¿Te has anclado a una opinión previa para juzgar comportamientos posteriores? ¿Eres de los que difícilmente cambian de opinión? Si usamos información previa de una persona para emitir juicios posteriores, podríamos estar cometiendo un sesgo de anclaje. Si solo nos fiamos de las primeras impresiones y no aceptamos el cambio.
Meta-sesgo
¿Eres de los que dicen: «Yo no tengo sesgos»? Si crees que no tienes sesgos, ya tienes varios. Este tipo de sesgo se da cuando nos creemos mejor que los otros o menos influenciados por los sesgos por el hecho de estar concienciados con alguna causa o algún colectivo.
Sesgos demográficos
Son los más comunes. Los que más afectan al mundo laboral son los relacionados con el género o la edad. ¿Has analizado cuántas interrupciones involuntarias recibe una mujer en una reunión de trabajo? ¿Has pensado que las personas mayores tienen más dificultades de adaptación a nuevos procesos y herramientas? Podrías haber tenido un sesgo de género o de edad.
Sesgo positivo
Si juzgas a una persona por un rasgo positivo y esa impresión se extiende a sus otros rasgos, podrías tener un sesgo positivo. El efecto halo consiste en usar la única referencia positiva para completar el resto de atributos de una persona.
Sesgo negativo
Este efecto también ocurre a la inversa cuando se trata de rasgos negativos. El efecto Horn o efecto diablo consiste en usar solo una referencia negativa para juzgar a una persona al completo. Partimos de ideas preconcebidas para anticiparnos a los comportamientos de alguien.
Sesgo de belleza
Si una persona más atractiva te influye en la toma de decisiones, podrías tener un sesgo de belleza. Las primeras impresiones cuentan, pero si anclamos estas percepciones a los juicios posteriores de la persona, estaremos muy condicionados por las emociones y, por tanto, estaremos dejando que nuestro cerebro actúe erróneamente a la hora de tomar decisiones.
Sesgo de experiencia
«Todo el mundo es experto en todo». «Si no saben de este tema, ¿para qué opinan?» ¿Alguna vez has escuchado estas afirmaciones? Este tipo de sesgo consiste en invalidar las opiniones de los demás porque tengan menos años de experiencia que nosotros o porque no pertenezcan a nuestra área de expertise. No se aprecian las ideas frescas, nuevas o incluso las oportunidades que se pueden abrir en los equipos transversales. Si has escuchado a alguien así, podría tener un sesgo de experiencia.
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