Han pasado ya un par de semanas desde que la borrasca Filomena dejó un espeso manto blanco por el centro del país, y aunque parecía que no quería marcharse, la lluvia y la subida de las termperaturas han derretido la nieve que podía quedar.
Cuando la borrasca Filomena se marchó llego el Blue Monday (blue significa triste en inglés), el tercer lunes de enero que se considera el día más triste del año. Ya ha pasado tiempo desde que acabaron las fiestas navideñas, hemos desistido en muchos propósitos de año nuevo, todo el mundo ha vuelto a su rutina normal y encima suele hacer mal tiempo.
Para colmo, los contagios por coronavirus aumentan a un ritmo alarmante y parece que no terminamos a alcanzar el pico de la tercera ola. La preocupación, la ansiedad y la desconfianza aumentan al mismo ritmo que los pacientes en los hospitales. La situación se hace más difícil de llevar debido a que las bajas temperaturas nos obligan a estar más tiempo en sitios cerrados, lo que facilita la transmisión de virus.
Pero dejando a un lado las condiciones especiales de la pandemia que a todos nos influyen de un modo u otro, lo cierto es que el frío, las estaciones y las condiciones climatológicas también nos afectan física y psicológicamente. Aunque a algunos más que a otros, y son los llamados «meteosensibles«.
La web especialista en empleo Jobatus ha realizado un estudio en el que se encuestaron 1283 trabajadores, para saber si notaban cambios en su estado de ánimo en las distintas estaciones. El resultado es concluyente, el 91% de los encuestados reconoció que se sentía más «triste y apagado» durante los meses de invierno y más «alegre y animado» en los meses de verano.
Esto significa sólo el 9% de la población no nota diferencias en su talante por culpa del tiempo.
Pero lo que es más sorprendente es que el 78% de los participantes del estudio afirmó que este año se había sentido más decaído aún que años anteriores a la llegada del frío. Y esto sin duda, es debido a la pandemia.
¿Cómo nos afecta el tiempo al carácter?
Hay ciertos fenómenos meteorológicos que causan distintos síntomas y sentimientos en los trabajadores, y en todo el mundo en general:
- Viento fuerte. Ansiedad y malestar
- Corriente cálida. Jaquecas y baja concentración
- Lluvia. Tristeza y comportamientos depresivos
- Temperaturas muy altas. Irritabilidad y aletargamiento
Pero todo esto tiene su explicación científica. Uno de los síndromes que ya se ha demostrado es el Trastorno Afectivo Estacional (TAE), que es debido a la falta de luz solar durante estos meses. Los niveles de melatonina aumentan y los de serotonina disminuyen. El resultado es este fenómeno más conocido coloquialmente como «la depresión de invierno». Este trastorno afecta a más de 12 millones de personas que viven alejadas de la línea del ecuador y por tanto viven las estaciones frías con los días más cortos.
La buena noticia es que la podemos combatir con la fototerapia, es decir, un tratamiento con luz.
¿Cómo ha afectado Filomena en concreto?
Mientras algunos salieron a disfrutar de la extraña situación, otros quedaban atrapados en las carreteras o aislados en sus casas. Y no sólo eso, sino que muchos sectores laborales quedaron afectados por las consecuencias del temporal. Por este motivo, las consecuencias no son únicamente psicológicas, sino que han ido más allá.
Una vez más, el sector sanitario fue uno de los peores parados al no poder renovarse los turnos de los trabajadores. En plena tercera ola, el cansancio se acumula y los ánimos empiezan a escasear.
Otro sector que está a la espera de ver exactamente cuáles han sido las consecuencias de Filomena son los agricultores. Las cosechas de verduras, cereales y árboles frutales corren peligro, ya sea por las pasadas heladas o por daños en los invernaderos. Y en el caso de los olivos incluso pueden quedar perjudicados por varias campañas.
En cuanto a otras áreas, si hay algo bueno que nos haya traído el Covid-19 es la agilización del teletrabajo, por lo que fácilmente muchos pudieron seguir desempeñando sus funciones desde casa, y parece que tendrán que seguir haciéndolo hasta que los hospitales vuelvan a estar un poco más vacíos. El tema de coordinar el trabajo en casa con los niños sin colegio ya es otra historia.
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