25 de diciembre de 2024

Respuestas para prevenir el ‘moobing’

Respuestas para prevenir el 'moobing'

El acoso y otros tipos de violencia laboral se generan habitualmente por conflictos no resueltos que se enquistan en el tiempo, hasta producirse situaciones violentas. Te decimos como actuar de manera proactiva para evitar esta situación.

¿Qué es el acoso laboral o mobbing?

Es un tipo de violencia psicológica extrema ejercida en el lugar de trabajo que se caracteriza por realizarse de forma reiterada y mantenida en el tiempo. El objetivo habitual es eliminar de la organización mediante presión y descrédito profesional a un compañero.

Como referencia, se produce al menos una vez por semana, y con un periodo mínimo de 6 meses.

Entonces,… ¿nos tenemos que esperar todo este tiempo para poder actuar y acreditar que se cumplen los criterios de repetición y duración?

No, el acoso es una situación de violencia extrema. La actuación de la empresa no solo tiene que llevarse a cabo una vez se haya producido el daño, esto supone una actuación reactiva. Es necesario actuar antes.

¿Qué hacemos?

En primer lugar tenemos que trabajar para evitar los factores que propician la aparición de acoso laboral, realizando Prevención Proactiva.

El acoso y otros tipos de violencia laboral se generan habitualmente por conflictos no resueltos que se enquistan en el tiempo, y terminan deteriorando las relaciones interpersonales hasta producirse situaciones violentas.

En el esquema habitual del acoso, una de las dos personas mantiene una posición de ventaja que le permite ejercer presión sobre el otro, bien formal, por posición en el organigrama, o informal, por años de antigüedad, relaciones personales…

Unas condiciones desfavorables en los factores psicosociales y la sensación de impunidad por parte de las personas con una mejor posición en la empresa son un caldo de cultivo perfecto para que se produzca el acoso.

¿Cómo tenemos que actuar?

Hay aspectos indispensables en una actuación preventiva en materia de violencia laboral:

  • La empresa debe mostrar claramente una actitud de tolerancia 0 ante la violencia laboral, así como respeto hacia la dignidad de todos los trabajadores, independientemente de su lugar en el organigrama.
  • Constituir una política de empresa aceptada conjuntamente por la Dirección de la empresa y los representantes de los trabajadores en esta materia.
  • Realizar una Evaluación de riesgos psicosociales para detectar las áreas de mejora preferentes y trabajar por unas condiciones organizativas más seguras y saludables, física y psicológicamente
  • Crear e implantar un Protocolo de actuación específico para la prevención, actuación y seguimiento de la violencia laboral, del cual tengan conocimiento todos los trabajadores.
  • Proporcionar Formación en Gestión de Conflictos a la cadena de mandos con el objeto de favorecer una intervención correcta en la fase inicial para conseguir una solución más ágil y consensuada así como el restablecimiento de las relaciones, evitando a su vez, pérdida productiva, el enraizamiento del problema y una solución autoritaria o disciplinaria.

¿Y si llega a producirse una situación de violencia laboral o acoso?

La totalidad de los trabajadores debe conocer el Protocolo de actuación generado en la fase proactiva, el cual se activará de manera rápida, eficaz y con garantías de confidencialidad.

Se debe garantizar la objetividad de las personas que intervienen en el proceso. Es necesario plantearse el cambio de aquellas personas que forman parte del protocolo y pueden tener alguna relación con cualquiera de las partes que comprometa su imparcialidad, dificulte la obtención de información o afecte negativamente cualquier aspecto del proceso.

La empresa debe seguir el procedimiento establecido y poner los medios necesarios para garantizar la seguridad y salud de los trabajadores,  a nivel físico, mental y social. Esto incluye el seguimiento posterior para verificar la solución del problema y la no existencia de represalias.

¿Y qué hacemos como trabajadores?

Los trabajadores tienen la obligación de participar en la implantación de las normas de seguridad que establece la empresa y ello comporta informar de actos de violencia laboral.

En caso de permitir un acoso, perdemos todos, porque reforzamos la impunidad del agresor y eso nos convierte en potenciales víctimas y cómplices.

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