Aunque el síndrome o depresión postvacacional no está reconocido como una enfermedad profesional, lo cierto es que este trastorno se repite cada vez con más frecuencia de manera parecida en muchos trabajadores que terminan su periodo vacacional y se reincorporan a su puesto de trabajo y a la rutina. Según los doctores de Servicio de Neurología del Instituto de Neurociencias Avanzadas (INEAMAD) del Hospital Nuestra Señora del Rosario de Madrid, el año pasado casi un tercio de los españoles sufrió este trastorno adaptativo tras las vacaciones de verano.
Tristeza, tensión, apatía, insomnio, irritabilidad, problemas de concentración, fatiga, cambios de humor, taquicardias, cefaleas, ansiedad… son algunos de los síntomas que provoca este síndrome y el hecho de volver a la rutina.
La buena noticia es que no a todo el mundo le cuesta retomar los quehaceres diarios.
Tal y como explica el psicólogo Xavier Savin, las vacaciones se convierten en una oportunidad para revisar si el trabajo está alineado con nuestros valores. “Lo importante no es no sentir emociones en determinados momentos, se trata de darles significado y utilizar estas emociones para corregir lo que no nos acaba de gustar de nuestra rutina”, sostiene Savin.
En este mismo sentido la psicóloga experta en ansiedad y estrés, Irene Bayarri, afirma que las vacaciones se convierten en una huida cuando la situación laboral previa es insatisfactoria o negativa.
“El problema está en esa situación previa a las vacaciones y no al hecho de irse de vacaciones en sí”, explica y continúa: “Si cuando antes de irnos de vacaciones la situación laboral era muy estresante, como por ejemplo, una mala relación con el jefe o los compañeros o eres el responsable de una empresa que atraviesa por problemas económicos o financieros, la dificultad para adaptarte de nuevo a esa rutina será mayor”.
A veces, si el rechazo a la vuelta a la rutina es muy grande el estado de ánimo de la persona puede resentirse y afectar a otras facetas de la vida.
El síndrome postvacacional es fruto de una falta de adaptación biológica
La clave para evitar sufrir sus síntomas está en hacer un cambio gradual de nuestros horarios e ir asumiendo responsabilidades poco a poco.
Para adaptarnos gradualmente a la rutina y evitar el síndrome postvacacional los expertos Xavier Savin e Irene Bayarri aconsejan:
● Tratar de regresar unos días antes de las vacaciones si nos hemos ido de viaje.
● Incorporar rutinas poco a poco.
● Volver a tus horarios habituales de manera gradual. Es frecuente trasnochar y levantarnos mucho más tarde. Adapta de manera progresiva tus horarios y empieza a irte antes a la cama de lo que lo hacías en vacaciones.
● Si ya has vuelto al trabajo, dedica los primeros días a organizarlo, poniendo orden a las tareas de las próximas semanas y no cargarnos de trabajo estos primeros días.
● Procurar no romper con todas las actividades placenteras que has ido realizando durante las vacaciones.
● Buscar motivaciones en el área del ocio cercanas en el tiempo. Organizar una salida con los amigos, visitar una exposición el próximo viernes… Abandonando la idea del “ya hasta el año que viene”.
● Centrarse en lo ilusionante del trabajo y de la vuelta a la rutina, como por ejemplo el reencuentro con personas que echabas de menos en las vacaciones y que con la vuelta vuelves a ver.
Las vacaciones, antídoto contra la desmotivación
Las vacaciones tienen como objetivo el poder hacer todo aquello que por falta de tiempo no hacemos el resto del año como es descansar, hacer deporte, pasar tiempo con familia y amigo, etc. “Las vacaciones deberían ser una oportunidad para hacer lo que en otros periodos no podemos y descansar de lo que sí hacemos con intensidad el resto del año”, comenta Xavier Savin. Por su parte Irene Bayarri insiste en que las vacaciones son necesarias para el bienestar físico y psíquico ya que todo el mundo necesita una de una desconexión periódica de la rutina para rendir mejor.
En este sentido Savin comenta que el hecho de contar las semanas que te quedan para irte de vacaciones puede ser contraproducente ya que hace que la vuelta a la rutina sea para este tipo de personas especialmente duro.
“Lo mejor sería dividir las vacaciones a lo largo del año, en periodos de 10 a 12 días. Cuando son vacaciones demasiado largas, como un mes, la sintomatología de este trastorno adaptativo es mayor”, concluye Bayarri quien sostiene que las vacaciones no pueden ser opcionales o voluntarias ya que es necesario tiempo libre y de desconexión.
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