La psicóloga experta Irene Bayarri señala la ansiedad laboral como el principal enemigo en el trabajo ya que afecta directamente a la productividad y a la consecución de los objetivos. “Sabotea la concentración, nos llena de preocupaciones y nos hace dudar de nosotros mismos. Tardamos más en hacer las cosas y las hacemos peor, transmitimos nuestra inseguridad a los demás y el trabajo se convierte en una fuente de malestar y nos genera rechazo”, explica.
Hay un nivel de ansiedad mínimo que puede ser útil para el desarrollo de la actividad profesional ya que nos activa y nos permite focalizarnos. “Por ejemplo cuando estamos ligeramente nerviosos antes de una reunión crucial, un mínimo de ansiedad nos mantiene atentos a cada cuestión y nos exprime el cerebro, ignorando que quizá hemos dormido poco. Sin embargo cuando se supera ese punto óptimo, la ansiedad se convierte en un enemigo”, apunta.
Causas del estrés laboral
Para la experta en trastornos de ansiedad y traumas, Irene Bayarri, el origen del estrés laboral se encuentra a menudo en la sensación por parte del trabajador de no disponer de recursos para la consecución de su trabajo. “Cuando por ejemplo un trabajador tiene un alto grado de responsabilidad pero también un bajo grado de maniobrabilidad, es decir, cuando se le exigen resultados pero no se le da capacidad para hacer cambios, tomar ciertas decisiones, es cuando afloran estos trastornos”, argumenta Bayarri.
El ambiente laboral también tiene consecuencias directas en el bienestar de los trabajadores y es lo que se conoce como “queme” laboral. “Cuando las funciones no están claramente delimitadas, cuando se producen conflictos entre personas o departamentos, cuando se prima el calentar la silla en lugar de los objetivos conseguidos, cuando hay despidos día sí y día también, incertidumbre, desmotivación generalizada… es difícil que hasta el trabajador más optimista no se venga abajo”, afirma la psicóloga.
Cuando afecta al ámbito personal
Insatisfacción personal, pérdida de la calidad de vida, problemas para conciliar el sueño, dificultades en la pareja o con la familia son en muchos casos las consecuencias sociales del estrés en el trabajo y que llevan a las personas que lo padecen a acudir a especialista. “A menudo recibo a empresarios, ejecutivos, hijos de empresarios que dicen: “no quiero ser como mi padre, no quiero perderme la infancia de mis hijos, me importa la relación con mi pareja y me importa mi salud y sé que necesito parar… pero no soy capaz”, ejemplifica Irene Bayarri que insiste en que el éxito profesional no asegura el personal y que muchos de sus pacientes son profesionales autoexigentes que deciden aprender a gestionar esa aceleración propia de su trabajo y separarlo de su vida personal. “Son personas que quieren aprender a parar su cabeza, dormir bien por las noches y volver a reírse”. Antes esa persona hubiera creído que no hay solución, que con el éxito vienen estas cosas. Ahora, acude a un profesional porque espera que sí la haya y está dispuesto a invertir un tiempo y un dinero en su bienestar a largo plazo”, asegura.
Consejos para no sufrir ansiedad laboral
La psicóloga y terapeuta trabaja esta enfermedad laboral a través de técnicas conocidas como ‘terapias de Tercera Generación’, como el E.M.D.R o el Mindfulness, con las que se reducen las preocupaciones excesivas, los miedos, los ataques de pánico y otras dificultades emocionales.
No obstante, hay una serie de consejos que Bayarri ha enumerado para que el estrés no se apodere de ti en el trabajo con algo de voluntad y entrenamiento:
– Blinda el tiempo dedicado al trabajo. En horario laboral no dediques tiempo a correos personales, blogs o cafés que se alargan incomprensiblemente.
– Gestiona tu tiempo, por ejemplo programando tus reuniones, desplazamientos, etc. en el mismo día de la semana, nunca a última hora y siempre preparándotelas y limitando previamente el tiempo que dedicas a ellas.
– Evita la multitarea y las distracciones. Haz primero la tarea más importante y que más te desagrade, o una fracción muy pequeña y concreta de ella, y céntrate en terminarla. No abras mil frentes. Termina, termina y termina.
– Construye la agenda en torno a unas pocas actividades personales que consideres intocables: la clase de yoga o pádel, la comida con amigos, la tarde de parque con tus hijos o la cena con la pareja. Hay que priorizar la actividad física que nos atraiga, pasar tiempo con los seres queridos y personas optimistas, las actividades creativas, el contacto con el aire libre, el tiempo para el descanso (incluyendo lo que llamamos “no hacer nada”, que no es ver la televisión ni navegar por Internet).
“Si por el contrario dejamos lo personal para cuando el trabajo nos permita dedicarle tiempo, descubriremos que siempre sacrificamos lo personal. El trabajo tiende a “expandirse”: si asignamos a una tarea un tiempo, nos llevará ese tiempo. Y si le asignamos el doble, curiosamente nos llevará el doble. Y sacrificar el tiempo de descanso no sólo destruye la salud y las relaciones, sino que afecta negativamente a la productividad”, finaliza la experta.
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