El verano es tiempo en el que, por lo general, las personas disfrutamos más del tiempo libre, de vacaciones, realizamos actividades en espacios abiertos pero, ¿qué ocurre cuando tenemos que trabajar y soportar elevadas temperaturas? ¿A qué riesgos nos estamos exponiendo?
Sin duda, las altas temperaturas que se alcanzan en la mayor parte del territorio nacional afectan a todos los trabajadores, siendo los peor parados aquellos que desarrollan sus tareas a la intemperie. Ante un panorama así, ¿puede el calor afectar a la productividad?
El calor puede resultar incómodo, e incluso agobiante, en especial cuando nuestro trabajo exige esfuerzo físico o se realiza en el exterior pues estos empleados se ven más expuestos a un posible caso de deshidratación. La temperatura es sin duda un factor ambiental clave que afecta al desempeño, llegando a disminuir la productividad al generar lo que se conoce como estrés térmico.
Éste se genera por una reacción física del cuerpo ante la périda de agua y sales esenciales para su correcto funcionamiento, lo que en situaciones extremas puede incluso provocar la muerte.
Algunos de los síntomas que genera la exposición progolongada a altas temperaturas o calor extremo durante la jornada laboral son sed intensa y sequedad en la boca, agotamiento, cansancio y debilidad, dolor de cabeza, mareos o desmayos, debilidad muscular o calambres, náuseas y vómitos, aumento de la temperatura corporal por encima de los 37.5°C, e incremento de la frecuencia cardíaca.
La forma más efectiva para reducir cualquiera de estos síntomas es descansar en un lugar fresco y sombreado, ingerir mucha agua fría o bebidas isotónicas. No obstante, si los síntomas persisten o se agravan, se debe acudir de inmediato a un centro asistencial.
¿Cómo prevenirlo?
Aunque cualquier persona puede sufrir las consecuencias derivadas de una exposición continuada en ambientes calurosos, o directamente al sol, aquellas que padecen enfermedades crónicas deben prestar especial atención al cuidado de su salud en estos días.
Para evitar las posibles consecuencias en el bienestar de los empleados, es necesario evaluar diferentes factores implicados. Por un lado, la empresa, el entorno de trabajo, los equipos e instalaciones, la climatización, la vestimenta que utilizan los empleados. Por otro, encontramos los agentes físicos tales como temperatura, humedad y velocidad del viento en el puesto de trabajo y, sobre todo, qué actividad física realizan.
Y para prevenir el padecimiento de estrés térmico en esta época es importante evitar líquidos con cafeína y exceso de azúcar, bebidas muy calientes, comidas pesadas, y ambientes sofocantes.
Javier Caparrós, director general de Trabajando.com España y HR Consulting señala que “el exceso de calor o la sobreexposición al sol es un factor de riesgo laboral que tanto empresarios como trabajadores deben tener en cuenta en esta época del año por los daños que puede causar a nuestra salud, así como también porque las condiciones en las que desarrollamos nuestras tareas afectan directamente en los resultados de las mismas”.
Si una persona está incómoda, su nivel de concentración se reduce dado que aumenta su preocupación por intentar aliviar su malestar. “Intentar, en la medida de lo posible, ajustar los horarios de trabajo cuando se realizan a la intemperie, facilitar una vestimenta ligera y asegurarnos que nuestros empleados saben cómo prevenir un golpe de calor son algunas de las acciones que podemos aplicar. Las políticas de riesgos laborales son algo fundamentales si entendemos que las personas son nuestro principal activo y por ello lo debemos cuidar de forma especial”, añade Caparrós.
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