El síndrome del ‘Edificio Enfermo’ reduce un 10 por ciento la productividad anual y un 25 por ciento el rendimiento laboral, según se desprende de un trabajo realizado por el Observatorio DKV Salud y Medio Ambiente 2015.
Se trata de un síndrome que, tal y como definió la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1982, es un conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire interior en espacios cerrados, fundamentalmente oficinas. Así, a causa de este síndrome, los ocupantes de ciertos edificios presentan, durante el trabajo, una mayor incidencia de enfermedades que la que sería lógico esperar y de las que el edificio es el causante.
De hecho, según recoge el Observatorio DKV Salud y Medio Ambiente 2015, hasta un 30 por ciento de los edificios de oficinas pueden tener problemas importantes en este sentido. Asimismo, algunos estudios estiman que entre el 10 y el 30 por ciento de los ocupantes de edificios sufre efectos sobre su salud que están, o se perciben, relacionados con una calidad del aire interior deficiente.
Los principales síntomas de este síndrome son irritación y picor de ojos, nariz, oído, paladar y garganta; dolor de cabeza; síntomas alérgicos (estornudos, taponamiento, lagrimeo); náuseas, mareos y vértigo; resfriados e infecciones respiratorias; sinusitis; erupciones cutáneas; cansancio y fatiga; hipersensibilidades; y asma y respiración dificultosa.
Todos ellos suelen aparecer con más frecuencia por las tardes y suelen tener más incidencia en el personal de oficina que en el equipo directivo. También es más frecuente en el sector público que en el privado y las quejas son más frecuentes cuanto menos control tiene el personal sobre su entorno. Aunque en la mayoría de los casos los síntomas son leves, pueden causar molestias a un número elevado de personas empleadas en esos edificios e influir de forma apreciable en los índices de absentismo laboral.
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