El informe, pone de manifiesto que «la participación en actividades religiosas es la única forma de compromiso social que se relaciona con una disminución en los síntomas de depresión cuatro años después».
Concretamente, el estudio parte de las respuestas de 9.068 ciudadanos de más de 50 años de Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, España, Suecia, Suiza y los Países Bajos.
«La Iglesia parece jugar un papel muy importante para mantener a raya la depresión y también como un mecanismo de defensa durante periodos de enfermedad», ha indicado uno de los autores del estudio, el epidemiólogo Mauricio Avendaño.
De esta forma, el estudio muestra que participar en organizaciones religiosas puede «proteger la salud mental» por la influencia que tiene en el modo de vida, los lazos sociales que se crean –que previenen la soledad– o como mecanismo de defensa contra el estrés.
Por el contrario, los encuestados no reciben los mismos beneficios, el mismo apoyo social y estilo de vida al participar en actividades deportivas, clubs sociales o de otro tipo, según los resultados.
Asimismo, el documento refleja que la participación en actividades políticas está asociada con un aumento de los síntomas de la depresión cuatro años después. Esto puede deberse, según explican los autores, a que estas personas pueden experimentar un bajo sentido de la recompensa a largo plazo en relación con el esfuerzo realizado.
En cuanto al voluntariado, los autores reconocen que uno de los descubrimientos más «desconcertantes» ha sido que «aunque las personas más sanas suelen ser voluntarias, no se encuentran evidencias de que esta actividad conduzca a una mejor salud mental». Este hecho podría deberse, según apunta Avendaño, a que los beneficios que puede reportar esta actividad se ven sobrepasados por otros impactos negativos de la misma como el estrés.
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