A expensas de que comience el nuevo ejercicio político, y el Congreso de los Diputados dé salida a la esperada Ley de la Igualdad, el mercado del empleo sigue dando muestras de estar estructurado por y para los hombres. Un indicador de ello es la clara feminización de los contratos a tiempo parcial existentes en la provincia.
Tres de cada cuatro de las 27.200 altas de estas características registradas en Jaén corresponden a ellas (exactamente el 76,68 por ciento), por tan sólo una de cada cuatro a ellos (el 23,35 por ciento). Según los sindicatos este tipo de relación con la empresa es el mayor ejemplo de precariedad, ya que con demasiada frecuencia no se respetan las condiciones pactadas y al final se termina haciendo una jornada completa, pero por mucho menos sueldo y con unos costes sociales inferiores a los que les correspondería por categoría y por convenio colectivo.
Pero detrás de esta fórmula, antaño utilizada por los que compaginaban dos o más ocupaciones, se esconde una realidad social mucho más preocupante. ‘Echar’ unas horas es la única manera para compaginar la vida familiar y la laboral. Y no nos estamos refiriendo precisamente a un colectivo poco numeroso.
Hablamos de más de 20.800 mujeres que necesitarían que el día tuviera 48 horas para poder atender todas las labores que ‘les corresponden’ tanto dentro de casa como fuera. Porque no se trata tan sólo de cumplir eficazmente con las misiones que les encomienda el patrono, sino que después hay que ir corriendo para limpiar la vivienda, cocinar, poner orden, traer y llevar a los niños del colegio, hacer la compra, etcétera, etcétera.
La directora del Instituto Andaluz de la Mujer, Natividad Redondo, considera que al final esta sobrecarga termina pasando factura a la salud. Comenta ‘que este esfuerzo continuado a lo largo de toda la semana acarrea problemas físicos como dolor de cabeza o problemas de espalda y de huesos’. Pero también tiene consecuencias en otros ámbitos, como en el propio profesional, ‘ya que tanta tarea impide avanzar en otros aspectos como aspirar a puestos de rango superior’. Según la responsable autonómica, en la mayor parte de los casos la raíz del problema está en el propio hogar, ‘ya que el resto de los componentes no se hacen cargo de las responsabilidades que debieran asumir, procurando redistribuir el tiempo en función de las necesidades’. ‘Es cierto que todavía queda mucho camino por recorrer, pero se ha avanzado bastante en los últimos años y un buen ejemplo de ello es el Plan de Ayuda a las Familias de la Junta de Andalucía’, apunta.
Un ‘bien común’
La realidad demuestra que, en efecto, todavía queda un mundo para democratizar completamente un bien común como es el trabajo. En los últimos diez años el índice de población ocupada femenina en Jaén se ha incrementado un 34,2 por ciento. Con el agravante de que el Estado de bienestar no da una respuesta integral. Con una simple división de la cantidad de plazas públicas y concertadas en centros infantiles (3.239) entre el número de niños de menos de tres años (25.047), obtenemos un escaso índice de cobertura de 0,129. Tan sólo 13 de cada 100 pequeños fueron beneficiarios en 2005 de este servicio prestado por la comunidad andaluza.
Un interesante estudio elaborado por Comisiones Obreras pone de manifiesto que las principales dificultades que se encuentran las madres para alcanzar la conciliación son las enfermedades de los niños (el 37 por ciento de las entrevistadas), la falta de adecuación entre la hora de entrada y salida al ‘tajo’ y la del colegio (24 por ciento), las vacaciones escolares de los más pequeños (el 21 por ciento), la falta de ayuda de la pareja (el 6 por ciento) y las distancias (6 por ciento).
A partir de estos datos el sindicato concluye que los principales déficits se relacionan con la falta de apoyo de las políticas sociales y empresariales a la asistencia a los menores. Critican, por ejemplo, que en España no se consideren como supuesto de baja las enfermedades infantiles, que deberían ser asumidas por los mecanismos institucionales basados en la solidaridad intergeneracional, como el sistema de la Seguridad Social.
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