El Circulo de Bellas Artes de Madrid acoge hasta el 20 de agosto la exposición «De la España que emigra a la España que acoge», una muestra que pretende reflejar los cambios socioeconómicos del país y el fenómeno de la migración a lo largo del último siglo.
El visitante se ve sorprendido desde el principio por una decena de escaleras hechas con ramas, telas y clavos, empleadas por las inmigrantes marroquíes en los años 80 para intentar saltar la valla que
por entonces rodeaba la frontera de Ceuta y Melilla.
El presidente de la Fundación Francisco Largo Caballero, Antón Saracíbar explicó, en declaraciones a Europa Press Televisión, que la exposición está compuesta por dos partes bien diferenciadas. «La primera aborda la historia de la emigración española, desde finales del siglo XIX hasta la década de los 90, y la segunda estudia la realidad actual que se produce en nuestro país como lugar de acogida», aclaró Saracíbar.
Indicó que la exposición muestra aproximadamente medio millar de documentos originales, «desde pasaportes y permisos de trabajo hasta objetos personales como maletas, baúles y radios», cedidos por diversas instituciones, archivos y donantes particulares.
El responsable de la exposición añadió que, aunque es una tarea «muy laboriosa», no han encontrado ninguna traba a la hora de recabar la información. «Todo lo contrario, lo único que hemos recibido ha sido compresión y mucha receptividad por parte de las asociaciones de inmigrantes, que son las verdaderas interlocutoras sociales de estas personas ante las instituciones y los sindicatos», apostilló.
RECUERDOS DEL PRESENTE Y PASADO
Saracíbar aseguró que es «muy emotivo» poder leer cartas de niños a sus madres que han venido a España a trabajar, donde les ruegan que «no se sacrifiquen demasiado». Además, destacó la presencia de dos reseñas de periódico, datadas a finales de la Guerra Civil, que hablan de la detención por parte de la Guardia Civil venezolana de un velero canario cargado de españoles inmigrantes ilegales. «Esto es lo que está pasando diariamente en Canarias y Andalucía, la historia de las migraciones se repite», apuntó el presidente de la Fundación.
Carmen, visitante de la exposición, calificó la iniciativa de «muy interesante», puesto que sus propios padres emigraron a Venezuela cuando ella era pequeña. «Lo que más me ha llamado la atención es la parte dedicada a la emigración en América», explicó la mujer, donde se puede ver un libro de registro de emigrantes fechado en 1930, o un resguardo de un billete de barco en tercera clase, entre otras cosas.
Julio Ortega, peruano y residente en Estados Unidos, comentó que es «realmente maravilloso» encontrar un despliegue en Madrid sobre «la estrategia de la supervivencia inmigrante», y destacó la presencia del conjunto de escaleras. «Esta muestra se basa en el principio de fragilidad, que es el común denominador de todas las experiencias de la inmigración. En Cuba, por ejemplo, se utilizan las pequeñas barcas manuales que desafían el mar. Yo creo que estas barcas son familia de las pateras y de las escaleras», sugirió.
La exposición termina con un mural que recoge todos los objetos que su creadora, Pepa Rubio, encontró durante un tiempo en las playas andaluzas. Se trata de un montaje escultórico con pertenencias de los inmigrantes que llegaron a la costa, pañuelos, zapatos, carteras. «Da relieve y brillo a todo el conjunto y quiere rendir un homenaje a todos los inmigrantes que llegan en pateras en muy malas condiciones», explicó.
La intención de la Fundación Francisco Largo Caballero es la de mostrar los documentos por todo el país (Salamanca, A Coruña, Gijón, Badajoz, Sevilla, son algunos de los destinos) porque quieren «recuperar la memoria histórica», y dar a conocer a la ciudadanía el camino de la migración española para que puedan comprender «considerablemente mejor» el fenómeno actual.
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