La violencia en el centro de trabajo es cada vez más frecuente y afecta ya a más de uno de cada diez empleados en todo el mundo, aunque los expertos han detectado un aumento de los abusos psicológicos en detrimento de los físicos.
«En la Europa de los Quince, por ejemplo, más del 12 por ciento de los trabajadores dice haber sufrido algún tipo de agresión, física o psicológica durante el último año», afirmó Vittorio Di Martino, autor de un estudio
encargado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre ese tema.
El economista, experto en problemas de estrés y violencia laboral, explicó que cerca del 9 por ciento de los trabajadores de la Unión Europea se quejan de haber sufrido algún abuso psicológico, el 2 por ciento de acoso sexual y otro 2 por ciento de agresiones físicas.
Aunque el aumento de las investigaciones y el mayor conocimiento por parte de la población contribuyen al incremento de denuncias por violencia psicológica, el experto cree que también hay nuevos factores que la impulsan, como la inestabilidad laboral, «que genera enormes presiones en el centro de trabajo».
En cambio, se ha observado una «ligera disminución» de la violencia física en ciertos países, como Estados Unidos, donde, aunque el homicidio es la tercera causa de muerte en el trabajo, «los asesinatos ha bajado de unos mil anuales hace seis o siete años a cerca de setecientos, un número similar al de agresiones sin consecuencias fatales».
Otra tendencia observada es que la violencia afecta a casi todos los sectores.
Este fenómeno ha entrado con fuerza en la enseñanza, donde los profesores sufren cada vez más la violencia de sus alumnos, en los servicios sociales y en la atención sanitaria, «ya que los enfermos desquitan su frustración con los profesionales», según el autor.
En su opinión, la mayor presencia de las mujeres en esos sectores contribuye al incremento de las agresiones (el 61 por ciento del total), aunque Di Martino advirtió de que las víctimas masculinas de acoso sexual van en aumento.
Otros factores que influyen en esa descompensación son, según Di Martino, que las mujeres son percibidas como más débiles física y emocionalmente por los agresores, suelen ocupar puestos de menor jerarquía y reciben salarios más bajos.
A pesar de la expansión a nuevos sectores, «el más expuesto a la violencia física es el del transporte, principalmente en los taxis», según el autor.
Por zonas geográficas, Di Martino desmintió el mito de que el acoso psicológico en el trabajo sea más habitual en los países industrializados y aseguró que la violencia física y emocional, así como los abusos sexuales, son igual de frecuentes en todas partes del mundo.
Por lo que se refiere al coste que supone ese tipo de violencia, el estudio defiende que puede causar pérdidas millonarias a las empresas, debido al absentismo laboral y los gastos médicos, que pueden ubicarse entre el 0,5 y el 3,5 por ciento del Producto Interior Bruto de un país.
Pero aún más preocupantes pueden ser otros daños, como el deterioro de la imagen publica de la empresa, del ambiente de trabajo, de la productividad o de su competitividad.
Di Martino defiende que para reducir esas pérdidas se ha de apostar claramente por las políticas preventivas y que un aspecto fundamental es el modo de repartición del trabajo entre los empleados (si se basa en una estructura vertical y rígida u horizontal y flexible).
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