En Caixa Galicia los jóvenes contratados para realizar las suplencias de verano son coaccionados, 15 días antes de finalizar sus contratos, con la exigencia de venta de un número determinado de videocámaras.
La renovación de la Dirección Comercial en el último año, con la incorporación de nuevos individuos a la misma procedentes en su mayoría del Banco Español de Crédito, ha cosechado numerosos incidentes en este período entre los trabajadores de la red de oficinas de Caixa Galicia, y en la misma dimensión enfrentamientos y respuestas del grueso de la plantilla y sus representantes sindicales de CC.OO.
La insistencia de esta Dirección por alcanzar objetivos de venta fuera del alcance de las posibilidades comerciales en la empresa, y sus dificultades de llegar a su consecución, ha generado un estado de nerviosismo descontrolado entre sus responsables.
Sus Jefes y Jefas de Zona, lo que en términos coloquiales llamamos “latigueros uniformados” se han dedicado después de sus vacaciones a presionar a sus oficinas, y coaccionar a la parte más débil de las mismas, los contratados, con objetivos de venta de productos pseudofinancieros (cámaras de video) inalcanzables.
Una manera ruin e irresponsable de hacer negocio a costa de los más desprotegidos, una manera de que los jóvenes y sus familias compren estos productos a cambio de un puesto de trabajo. Así de claro se lo han dejado ver reuniéndoles en A Coruña (“si vendéis 10 videocámaras se os renovarán los contratos”) o en conversaciones privadas en diferentes puntos de la geografía española, donde se les ha chantajeado con lo mismo. El esclavismo del nuevo milenio.
Ni la Dirección Comercial, ni la de Recursos Humanos quieren hacerse cargo de tal desaguisado, ni mucho menos la Dirección General de Caixa Galicia, que consciente de todo esto, sólo se preocupa de que su plan estratégico hasta el 2.010 se cumpla a cualquier precio.
La Sección Sindical de CC.OO. en la Caja está reuniendo la solidaridad necesaria en estas ocasiones y va a convocar en breve diferentes actos de repulsa a tales fechorías, la más próxima en Valladolid por el despido encubierto de un compañero contratado que no se ajustaba a los fracasos profesionales de su jefe Sr. José Juan Llanos.
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