El director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Juan Iranzo, ha defendido que las empresas, si compiten en un mercado replicable, producen bien y respetan las leyes, 'no tienen nada que devolver a la sociedad'. 'Todo lo que hagan más allá de eso deberá ser voluntario', dijo, defendiendo que la obligatoriedad, como ocurre con la nueva Ley de Igualdad que entrará en vigor en 2007, 'sólo supondrá nuevos costes de transacción a las empresas, pérdida de competitividad y riesgo de que éstas opten por la relocalización'.
Durante su intervención en la mañana de ayer en un debate sobre igualdad y conciliación que cerró la IV Jornada sobre RSC para la Alta Dirección de la Empresa organizada en la Real Fábrica de Tapices de Madrid por el Club de Excelencia en Sostenibilidad, Iranzo apostó por la adaptación a la globalización y movilidad que caracteriza a las sociedades actuales y a los mercados de bienes y servicios. 'Hay que aprender a reaccionar ante este nuevo mundo cambiante', afirmó.
Ante la idea de obligar a las empresas a aplicar la conciliación o medidas que fomenten la igualdad de oportunidades, Iranzo señaló que 'significa inmiscuirse en la organización de la empresa', aunque es indispensable la transparencia. La nueva Ley de Igualdad, a su juicio, 'sólo sumará costes a las empresas y el riesgo de que busquen reubicarse en mercados donde los costes sean menores', insistió. 'Eso no quiere decir, –añadió–, que no sea partidario de favorecer la conciliación, la flexibilidad de horarios laborales, etc. Sin embargo, la discriminación positiva genera injusticias', agregó.
UN PROBLEMA DE PAIS
Por su parte, la secretaria de Empleo de CCOO, Dolores Liceras señaló que el problema de la desigualdad laboral de las mujeres no es sólo un problema 'de las mujeres', sino un problema 'de país', y que 'hay que resolver'. Esta desigualdad, además, se produce también a nivel europeo, donde los hombres españoles se han colocado ya a la misma altura que el resto de sus vecinos en materia, por ejemplo, de pleno empleo, mientras que la mujer 'sigue quedándose a la cola'.
Aunque las mujeres han avanzado mucho en los últimos años en materia de igualdad –el 50% de los empleados públicos de la Administración ya son mujeres–, ha sido siempre 'gracias a su propio esfuerzo y sacrificio', estudiando y preparándose primero y después en materia de vida personal y sobre todo de decisión de tener hijos. Por el contrario, los hombres no han hecho los mismos esfuerzos.
Así, este avance se ha producido gracias a las estrategias particulares de cada una de estas mujeres, pero el problema de la desigualdad 'no se resolverá hasta que estas estrategias sean comunes, y sobre todo provengan de los Gobiernos y también de las empresas'. 'Las mujeres han cambiado para poder estar presentes en el mercado de trabajo, pero no se ha producido el mismo cambio en los hombres', agregó Liceras.
De ahí proviene su idea de que la conciliación es 'cosa de ambos sexos' y que la disponibilidad 'no es sinónimo de flexibilidad, ni mucho menos de conciliación'. Aún así defendió que el papel de la empresa en esto no es exclusivo, y que ésta 'no tiene que hacerlo todo'. 'La conciliación no depende sólo de ellas, pero ellas no pueden justificarse si no hacen nada diciendo que éste es un problema de la sociedad, porque la sociedad somos todos', puntualizó.
En opinión de la socia directora de la consultora especializada 'Optimiza', María Gloria Llatser, –que también estuvo presente en esta mesa de debate moderada por el presidente de Europa Press, Asís Martín–, 'venimos de una tradición cultura e histórica de reparto desigual de roles, que siempre ha dejado el trabajo remunerado fuera del hogar al hombre y el doméstico a la mujer, con la consiguiente diferencia de valoración de ambos', explicó.
Al salir de su ámbito, las mujeres han encontrado en el mercado laboral un 'techo de cristal' que les hace no avanzar más allá de determinados puestos o salarios, porque las estructuras sociales 'siguen siendo discriminatorias'. Por ello consideró importante leyes como la de Igualdad que en estos momentos se encuentra en trámite parlamentario, porque 'crean un marco de actuación y no penaliza a las empresas', sino que 'las deja libres para que decida hasta dónde quiere llegar en este sentido'.
'Seguimos a la cola en materia de igualdad porque seguimos pensando que la contratación de mujeres es un lastre para la competitividad de las empresas', dijo, y que 'el pensamiento más tradicional, lo que piensa la mayoría y lo que se ha hecho siempre es lo bueno, lo correcto y lo valido'. Otra de las razones es que se sigue teniendo miedo a la discriminación inversa: es decir, 'que unos progresen en detrimento de otros'.
En la mesa redonda estuvieron presentes también la secretaria ejecutiva de Política Social y Bienestar del Partido Popular, Ana Pastor, que abogó por 'pensar en igualdad para que todas las personas tengan las mismas oportunidades'; Juan Antonio Sagardoy, presidente de la Fundación Sagardoy; Aldo Olcese, presidente de la Sección de Ciencias Empresariales y Financieras de la Real Academia de Ciencias Empresariales; y Santiago Soler, secretario general de Adecco, que apostó por 'trabajar con personas y perfiles adecuados, y no con cuotas' y tener en cuenta 'el valor de éstas más allá de sexo, religiones o razas'.
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