Hasta bien entrado el siglo XX, algunas tribus indias norteamericanas de la costa del Pacífico seguían practicando el «potlatch», una ceremonia muy popular a través de la que se reforzaban las relaciones jerárquicas entre grupos mediante el intercambio de regalos. En una forma de demostrar el nivel de poder, riqueza e influencia, quiénes más poseían más regalaban de forma que en la siguiente reunión todo el mundo tenía las cosas claras: quién mandaba, quién influía sobre quién, y quién asumía su sumisión en forma de un valioso y nada desinteresado regalo.
En pleno siglo XXI, la tribu empresarial vive en estos días su particular «potlatch» navideño en el que, de entre las expresiones sinceras de afecto, no siempre es fácil delimitar la delgada línea roja que separa un simple regalo de una manifestación exagerada de poder, cuando no de un intento de «modificar el compromiso de lealtad de quien lo recibe». El entrecomillado pertenece a José Ramón Pin, profesor del IESE, para el que esta línea la marcan cuatro criterios: la cantidad económica del presente; la legalidad (por ejemplo, la Ley Nacional de Sanidad limita expresamente los regalos que la industria farmaceútica realiza a los facultativos); la transparencia y la honestidad.
Comité de ética
Así que en la mayor parte de las organizaciones, sobre todo multinacionales, tratan de evitar problemas a través de menciones expresas en sus códigos de conducta internos en los que se marcan normas de comportamiento respecto a regalos procedentes de terceros. Aunque el Código de Deloitte es, como otros muchos, bastante claro al respecto —aceptan la posibilidad de obsequiar y recibir regalos siempre y cuando estos entren dentro de lo razonable y su valor no pueda considerarse excesivamente alto, lujoso y exagerado—, en caso de dudas, los profesionales de la firma pueden acudir al Comité de Ética para resolverlas. El Business Conduct Guideline de IBM permite aceptar regalos que forman parte de una campaña general de un cliente o de un proveedor (del tipo agendas, calendarios…) e invita a consultar al jefe de departamento cuando el empleado encuentra dificultades a la hora de valorar el obsequio.
En Ernst & Young es el responsable de independencia quien recibe las dudas. No muchas, dado que «los regalos suelen tener un valor testimonial, de importes poco significativos, siguiendo las reglas de cortesía o costumbres aceptadas en nuestro país —afirman—. En relación con los clientes, los regalos en efectivo están prohibidos, sin excepciones».
Las limitaciones expresas coinciden prácticamente en todos los códigos: prohíben aceptar regalos que puedan suponer una merma en la capacidad para actuar con objetividad e independencia de criterio, que influyan de forma inadecuada en las relaciones comerciales de la compañía o que puedan crear obligaciones con clientes, proveedores o aliados. Otros códigos dan un paso más y restan margen a la libre interpretación del agasajado estableciendo una cuantía económica a partir de la cual la recepción de un determinado regalo dispara las alarmas.
Por ejemplo, en Microsoft el término regalo incluye dinero, objetos materiales, comidas y entretenimiento, favores, viajes, servicios y cualquier cortesía de negocios. La compañía prohíbe aceptar regalos por un valor acumulado de 150 euros a lo largo del año fiscal, cifra que también coincide con la limitación en el Grupo Santander y que desciende, por ejemplo hasta 50 euros en el caso de Philips —norma que se recoge en los principios generales de la compañía a nivel mundial—, o a 80 euros en el caso de la consultora Mercer HR. «Lo mejor sería evitar todos los regalos de compañías o individuos que proveen servicios a clientes de Mercer —reza la circular interna que recibieron los empleados de la firma hace unas semanas—. Regalos distintos de calendarios, bolígrafos, etc. deberían ser devueltos, donados a la caridad o compartidos con todos los empleados de la oficina». La acción social no sólo es el destino para muchos de los regalos que se reciben en las empresas, sino que representa una opción cada vez más recurrida para los regalos internos. En Intermón Oxfam confirman que las tradicionales cestas de Navidad comienzan a llenarse de productos de comercio justo. Este año más de 120 empresas —un 20% del Ibex-35—, les han contratado este año sus tradicionales cestas. El interés por acercarse a esta fórmula por parte de las empresas cotizadas, y en las que la publicación de sus memorias de RSC se mira con lupa, es más que manifiesto.
Adiós a las postales
En una carta que sustituye a la tradicional felicitación navideña, el presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, explicaba que este año la compañía suprimiría los obsequios y las tarjetas para destinar 150.000 euros a doce proyectos de acción social en nueve países donde la firma desarrolla sus actividades. En Barclays destinan el importe equivalente a la compra y envío de postales navideñas a la financiación de un proyecto solidario. Este año el proyecto «mujeres.net» de la Fundación Mujeres. y en Telefónica ya es tradicional dedicar este presupuesto a los proyectos de acción social que de la Fundación Telefónica.
No obstante, no falta quienes consideran que, en este sentido, los Códigos de Conducta no dejan de ser meras declaraciones de principios y que convendría vigilar más de cerca —cuando no auditar— el cumplimiento de las normas de ética, sobre todo cuando éstas aparecen recogidas en las memorias corporativas de muchas de ellas. De hecho, como apunta Jose Ramón Pin, el hecho de hacer pública esta información también representa una especie de «aviso para navegantes», encaminada a evitar compromisos y malos entendidos.
Hay quién va más allá y quién plantea que a partir de una determinada cuantía y en determinados cargos, los regalos recibidos deberían someterse a «luz y taquígrafos», dado que no resulta fácil acceder a los movimientos de paquetería en despachos y domicilios particulares. Circula en estos días por el ciberespacio la iniciativa particular de Miguel Garrido, ingeniero de minas y criminólogo y creador del término «regaloscopia»: «cuanto pueda permitir el conocimiento de hechos, personas y cosas relacionadas con los regalos de todo tipo». Garrido trata de investigar la conducta de las empresas del Ibex-35 y agracece cualquier información al respecto. Busquen «regaloscopia» en Google. Ustedes mismos.
Laura Sánchez
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