El director de la Oficina en España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Felipe Hunt, destacó ayer el valor que tienen normativas como la Ley de Igualdad recientemente aprobada en España para favorecer la integración de las mujeres en el mercado de trabajo y evitar su discriminación.
Hunt hizo estas manifestaciones en la presentación a los
medios de comunicación españoles del nuevo informe global relativo a la discriminación en el trabajo, en un acto realizado en la sede en Madrid del organismo internacional.
Destacó asimismo el compromiso de la OIT contra todas las
formas de discriminación, incluyendo aquellas que el informe detecta como incipientes, tales como la discriminación por
motivos genéticos o de salud, a través de mecanismos como la asistencia técnica a los países para reforzar su legislación al respecto, el apoyo al diálogo social en todo el mundo, o la presencia de componentes específicos de igualdad de género en todos los programas de cooperación técnica que lleva a cabo esta agencia especializada de Naciones Unidas.
El informe, titulado "La igualdad en el trabajo: afrontar los
desafíos que se plantean", señala que la lucha contra la
discriminación en el mundo del trabajo registra importantes
progresos, aunque existe preocupación porque continúa siendo significativa y persistente con creciente desigualdad de ingresos y oportunidades.
"El panorama mundial de la lucha por superar la
discriminación evidencia un contraste de fracasos y de progresos decisivos", dice el informe de la OIT, donde se citan avances desde la primera edición del informe (titulado "La hora de la igualdad en el trabajo", 2003) y se hace notar que la mayoría de los 180 Estados Miembros de la OIT han ratificado los dos convenios fundamentales sobre discriminación y por lo tanto se han comprometido a contar con legislación y políticas para combatirla.
Un tema destacado en la publicación es la persistencia de las brechas de género en el empleo y la necesidad de políticas integradas para abordar la discriminación en las remuneraciones, la segregación ocupacional y la necesidad de conciliar el trabajo con las responsabilidades familiares.
El informe pone como ejemplo que en la UE la diferencia en
los ingresos brutos por hora entre hombres y mujeres continúa siendo de un promedio del 15 por ciento, cifra que se corresponde también con lo que ocurre en España.
Por otro lado, destaca que, pese a continuar la
discriminación, las tasas de participación femenina en la fuerza de trabajo se incrementaron en los últimos años hasta un 56,6 por ciento, lo cual ha contribuido a disminuir la brecha en relación a ese indicador en 3,5 puntos porcentuales.
Pero el informe también advierte que los resultados están
desigualmente distribuidos, con una proporción de un 71,1 por ciento en América del Norte, un 62 por ciento en la Unión Europea, 61,2 por ciento en Asia oriental y el Pacífico, y un 32 por ciento en Oriente Medio y África del Norte.
Una medida clave para mejorar la situación de las mujeres es la disponibilidad de empleos de buena calidad como legisladoras, funcionarias principales o gerentes, donde una mayor participación reflejaría una reducción de barreras
discriminatorias. En el mundo, las mujeres tienen apenas un 28,3 por ciento de estos puestos de trabajo.
Los resultados varían según la región del mundo, con 41,2 por ciento en América del Norte, un 35 por ciento en América Latina y el Caribe y un 30,6 por ciento en la Unión Europea. El mayor crecimiento de este indicador se ha registrado en Asia Meridional, donde prácticamente se ha duplicado en los últimos nueve años, aunque las mujeres en esta región aún logran apenas el 8,6 por ciento de estos empleos.
Más allá de la discriminación de género, el informe ofrece
diversos ejemplos de discriminación basada en raza y religión, origen social o casta, así como la que experimentan indígenas y migrantes. Además, alerta sobre las consecuencias de la discriminación contra trabajadores jóvenes y mayores, así como también la que está basada en la orientación sexual, VIH/sida o discapacidad.
En cuanto a las personas discapacitadas, el informe revela que unas 470 millones están en edad de trabajar, y existe una creciente preocupación por la discriminación laboral que puedan sufrir. El informe dice que las posibilidades de encontrar trabajo disminuyen a medida que la discapacidad aumenta.
Así, en Europa, el 66 por ciento de las personas entre 16 y
64 años tienen posibilidad de encontrar un empleo, pero en el caso de los discapacitados la proporción baja a 47 por ciento, y a 25 por ciento entre aquellos con discapacidad severa.
Por todo ello, este informe global recomienda una serie de
medidas para combatir la discriminación y llevar adelante un plan de acción esbozado por la OIT, incluyendo la promoción de la igualdad de género a través de una acción internacional más integrada y coordinada.
También aboga por contar con iniciativas no normativas como las que se pueden lograr con las estrategias de compra, crédito e inversión de los gobiernos, y apoyar a los trabajadores y empleadores a hacer realidad el objetivo de la igualdad en el trabajo a través de mecanismos como la negociación colectiva y los códigos de conducta.
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