La Organización Internacional del Trabajo (OIT) emitió su segundo informe sobre discriminación en el ámbito laboral, y en él destaca que a escala global existe una mezcla de fracasos y progresos en el abatimiento de esta modalidad de desigualdad. Según el organismo, el principal avance en el rubro es que 162 estados miembros de la OIT han ratificado los dos convenios existentes en la materia, y de ello se ha derivado en la promulgación de diversas leyes protectoras, mientras que la otra cara de la moneda evidencia que han surgido nuevas e incipientes formas de segregación laboral.
Algunas de las formas "recién conocidas" son las basadas en la edad de los trabajadores, especialmente cuando son demasiado jóvenes o viejos; la discriminación basada en la orientación sexual; en la discapacidad y "en el hecho o en la apariencia de estar infectados con VIH/sida".
Entre estas formas de marginación están la basada en factores genéticos y la fundada en el estilo de vida, sobre todo en contra de quienes presentan sobrepeso o adicción al tabaco.
En el análisis denominado La igualdad en el trabajo; afrontar los desafíos que se plantean, la OIT sostiene que ahora es más "urgente" que hace cuatro años (en 2003 publicó su primer informe sobre el tema) combatir estas prácticas, porque "la existencia de desigualdades en los ingresos, los capitales y las oportunidades diluyen la eficacia del combate a la discriminación y pueden provocar que se frene el crecimiento económico".
Precisa también que los recientes e incipientes estilos de discriminación no sólo son argumentos para hacer diferencias en los lugares de trabajo o para frenar ascensos, sino también realizar despidos.
En el caso del VIH/sida, la OIT remarca que 90 por ciento de quienes están infectados por este virus -36 millones- están ocupados en alguna actividad económica, y acota que por medio de diversas encuestas internacionales constató que la estigmatización laboral de estas personas persiste, incluso en naciones que han instaurado políticas y programas en el rubro, tales como Francia, Indonesia y Tailandia.
Destaca que la discriminación ejercida sobre los jóvenes se traduce en que se les ofrecen menores salarios, prestaciones, oportunidades, contratos eventuales y se les aplican periodos de prueba más largos, mientras que a los de mayor edad, por aplicar prejuicios mediante los cuales se los considera menos productivos, lentos, pocos adaptables y de salud frágil, se les reconfiguran arbitrariamente sus labores habituales o se les presiona para que se jubilen.
También se ejercen acciones hostiles en contra de aquellos(as) de los cuales "consta o se sospecha que son lesbianas, gays, bisexuales o transexuales," entre éstas están la violencia verbal, sicológica y física, y en diversos países ninguna de estas actitudes está prohibida por las leyes.
La OIT alerta que en años recientes el "hecho de que un individuo lleve una vida saludable se está convirtiendo en un factor determinante para obtener o mantener un empleo", y alude que esto no sólo está relacionado con la idea de que los obesos, con adicción al tabaco o hipertensión, por ejemplo, demandan mayor número de incapacidades laborales, o incremento en el monto de los seguros, sino también en la percepción empresarial de que con esos estilos de vida podrían arruinar la armonía laboral, o bien que estos empleados carecerían de capacidad física para desarrollar algunas tareas.
En este punto la OIT plantea que "no existe una línea divisoria entre la prerrogativa normativa del empleador y la libertad del trabajador de elegir cómo desea vivir", y agrega que hay países como Estados Unidos en los que empresas "no contratan a fumadores o penalizan a los antiguos fumadores, pidiéndoles cuotas más altas por el seguro de enfermedad". En ese país, "11 estados permiten establecer diferencias entre el precios del seguro de los fumadores y de los no fumadores para determinar el precio de la cobertura".
Mujeres, marginadas
El organismo expone que ser mujer continúa siendo una de las formas "tradicionales" para discriminar en muchas naciones, tanto en países desarrollados como en proceso de serlo, y las formas en que se manifiestan estas prácticas no sólo se limitan al hostigamiento laboral o sexual, sino también en desempleo femenino y percepción de menores sueldos por trabajo y responsabilidades iguales.
La OIT refiere que la imposibilidad de ocupar puestos de gran responsabilidad también evidencia la desigualdad, y que en el mundo las mujeres apenas ocupan "28.3 por ciento de los puestos de trabajo" bien remunerados y de importancia, tales como legisladoras, funcionarias de alto rango o gerentes.
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