Roshni es paquistaní y tiene diez años. Ella quería estudiar y ser médico, pero no puede. Trabaja con sus hermanos de sol a sol en un telar para saldar la deuda contraída por su padre con el patrón de la fábrica. Por las noches, también hace bordados. Cobra algo menos de 0,40 euros por día trabajado, que destina al mantenimiento de su familia.
Como ella, 218 millones de niñas y niños entre los cinco y los dieciséis años trabajan en el mundo y de ellos, 126 millones lo hacen en condiciones peligrosas, según indica el informe ‘Rompamos las cadenas de la esclavitud infantil’ que Save The Children ha presentado el 12 de junio con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil. En él, la ONG internacional denuncia, además, que 8,5 millones de menores son tratados como esclavos en “trabajos ilegales, degradantes y peligrosos que destruyen su infancia”.
Las ocho peores formas de esclavitud infantil
“La pobreza, la globalización y la consiguiente demanda de mercancías y mano de obra baratas han provocado una demanda sin precedentes de dóciles niños trabajadores”, afirma el informe de Save The Children. Así, se aviva el motor de la trata infantil, de la que 1,2 millones de menores son víctimas y que mueve al año más de 23.000 millones de euros, según cifra la organización.
La trata infantil es, junto a la explotación sexual con fines comerciales, el trabajo infantil forzoso por endeudamiento, el matrimonio infantil forzoso y el trabajo forzoso en las minas, una de las ocho peores formas de esclavitud infantil que la ONG denuncia en el informe. Además, 300.000 menores de 15 años son reclutados como soldados mientras que 123 millones de niños y niñas realizan labores agrícolas en condiciones degradantes y de forma obligada, tal y como explica la organización.
Impulsar programas globales de reducción de la pobreza, facilitar el acceso a la educación, aplicar la legislación internacional en la trata infantil así como ilegalizar cualquier forma de matrimonio forzoso en todos los países son algunas de las medidas que desde la ONG se proponen para erradicar este fenómeno cuyas cifras, según apuntan, “van en aumento”.
Exposición de realidades
Save the Children explica que, además del acceso a la educación y el derecho a una infancia propiamente dicha, la explotación infantil roba la salud a los miles de niños y niñas que trabajan en condiciones precarias de protección y seguridad. Según se cita en el informe, en una mina de Perú, en donde los menores se introducen por diminutos pasillos sustentados por débiles construcciones de madera, los mineros padecen una contaminación de mercurio ocho veces superior al límite nacional de seguridad.
Asimismo, el informe cita el caso de una fábrica de tabaco en el distrito de Tangail (Bangladesh), los menores fabrican cigarrillos finos y fuertes llamados 'beedis', cuyo olor producido en el picado de la hoja es tóxico.
Save The Children ha recurrido a las nuevas tecnologías para denunciar esta situación y ha presentado, también, una página web en la que, además de celebrar la liberación de 50 niños hindúes obligados a trabajar 15 horas al día, muestra la realidad en la que viven los niños y niñas que se han visto en la obligación de trabajar para mantener a sus familias.
Desde la mirada del fotógrafo de Bangladesh G.M.B. Akash, Save The Children muestra en este nuevo espacio web la realidad de los miles de niños y niñas explotados laboralmente en el país asiático, además de proporcionar historias reales contadas en primera persona que denuncian el endeudamiento forzoso, la esclavitud doméstica y el reclutamiento de menores, entre otros.
Narraciones desde América Latina
Rubén y Jorge, dos niños mineros clandestinos de las minas de Potosí, en Bolivia, y Fabiano y Ericá, dos menores que cargan sacas en los mercados de Brasil, son los protagonistas de los dos primeros capítulos de libro electrónico ‘A cambio de mi niñez’, con el que la organización WorldVision describe las duras condiciones en las que sobreviven los menores trabajadores en 13 países de América Latina y el Caribe.
En los capítulos de ‘A cambio de mi niñez’, que WorldVision colgará en su página web, más de una docena de niños y niñas cuentan la difícil realidad que les toca afrontar en las fábricas de dinamita y explosivos en Guatemala, en las plantaciones de caña de azúcar en El Salvador o en los basureros de las ciudades hondureñas.
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