Manuel Pizarro, 45 años, dedica su día a día a estudiar inglés, informática, a pasear a su perra, a hacer alguna escapada… No está en paro, ni prejubilado. Su nómina llega puntualmente a fin de mes firmada por la misma empresa que le ha pagado los últimos 29 años, el Hotel Villa Magna-Park Hyatt de Madrid. Lo que ocurre es que durante los 14 meses que éste va a permanecer cerrado por reforma, la empresa ha decidido mimar a los empleados. Aunque pueda parecerlo, no es un cuento.
Manuel es conserje. "Entré con 16 años en el hotel". Y el 31 de julio, cuando comenzaron las obras, no pudo evitar las lágrimas. "Hombre, son muchas cosas. Yo sé que lo van a dejar precioso, pero da pena verlo así", dice entre escombros y camiones a los pies del Villa Magna, uno de los establecimientos emblemáticos de la ciudad.
Desde ese día, no va a trabajar, cobra y, además, la empresa ha organizado un proyecto, bautizado como 'Pause', con el que pretenden mantener el ánimo de los empleados, darles formación que puedan emplear en el futuro en su trabajo y pasar el año que queda hasta la reapertura lo mejor posible.
"Una empresa no está sólo para ganar dinero a costa de sus empleados. El Villa Magna, sin sus trabajadores, no es nada". Habla Franck Sibille, director general del hotel, que ya ha cumplido 35 primaveras vigilando el Paseo de la Castellana. "Si una habitación cuesta 500 euros debemos ofrecer lo mejor".
Son las 11.00 horas y en las oficinas provisionales de la calle de Claudio Coello, a dos calles del hotel, entra y sale gente con frecuencia. "Aquí se ha dispuesto una sala para que se puedan reunir los empleados, jugar al mus, tienen un cibercafé, clases de idiomas…". Es el punto de encuentro de las 173 personas que integran esta pequeña gran familia.
Para Quique Rodríguez, 25 años y desde hace tres y medio cocinero en el hotel, el cambio de rutina ha sido duro. "Yo me he apuntado a inglés y escribo una columna de gastronomía en el Villa Magna News", un periódico mensual creado por y para los trabajadores.
En él se recogen las actividades programadas, ya sea un cine fórum, un viaje a la sierra o clases de expresión corporal. Todo es posible y no hay idea que no sea bienvenida. "Hay una sección de recetas de cocina y vamos a hacer un libro con ellas". Incluso recoge información sobre cómo marchan las obras.
Opinión de los empleados
"Antes de organizar todo esto, se preguntó a la gente qué quería hacer durante estos 14 meses", afirma Sibille. "El 98% contestó que participar en todo lo que fuera posible". Y en eso están. Hace unas semanas, 14 empleados partieron a hacer el Camino de Santiago.
"Lo propusimos nosotros. Recorrimos 113 kilómetros, de Sarria a Santiago, y lo pasamos en grande", recuerda Manuel. Ahora andan intercambiándose fotos y pensando en la siguiente escapada. "Cuando llegamos a Santiago, Franck Sibille nos estaba esperando con unos gaiteros, fue increíble", dice Quique.
Apenas han pasado dos meses desde que el hotel puso el cartel de cerrado temporalmente y a algunos les parece una eternidad. Del miedo inicial a perder el empleo, la plantilla ha pasado a ser parte clave del cambio. "Los amigos me dicen que qué suerte de estar en una empresa como ésta, que se preocupa por la gente", asegura Quique, aunque comentarios similares les han llegado a todos los afectados. "Nunca había oído algo así. No sé si habrá algún caso similar en España", asegura Manuel. Probablemente, no.
Marian Navarro, coordinadora de Recursos Humanos y encargada de dar forma a 'Pause', hace un balance muy positivo. "Al principio, no se apuntó todo el mundo a los cursos, pero ahora se van animando".
Dentro de poco, comenzarán las clases de teatro, de las que saldrá la función que amenizará las fiestas navideñas. "Son muchos meses, hay que ir viendo las posibilidades, pero tampoco queremos cargar a la gente con mil historias".
Contacto habitaual con la gente
No todo el mundo se acostumbra igual a levantarse por la mañana y ver interrumpida su rutina. El equipo 'Pause' llama a cada empleado cada cierto tiempo para saber cómo está, si necesita algo. "Contamos con la ayuda del Centro de Estudios para el Crecimiento Personal para ayudarnos a gestionar posible situaciones de crisis". Para evitar llegar a esto, también tienen a su servicio una página web donde, entre otras cosas, cuentan con su chat para comentar lo que quieran.
Los hay que se han quedado, pero también hay quien ha preferido trabajar durante este año. A ellos, la empresa les ha tramitado una excedencia. "Tenemos gente que se ha ido a hoteles de Washington y París". Y han viajado con el compromiso de mantenerles aquí el puesto, el sueldo y la antigüedad en la casa. No se puede pedir más.
Queda un año por delante y mucho en lo que poder emplear el tiempo. Para primavera, el hotel ha alquilado dos autobuses descapotables para que los empleados recorran la capital a sus anchas. "Para entonces, muchos habrán mejorado el inglés y podrán escuchar las explicaciones en este idioma", afirma Sibille. El lavado de cara del Hotel Villa Magna va a costar unos 40 millones de euros, aunque, sin duda, la mejor inversión es la otra, la que han hecho en su gente.
AMAYA GARCÍA – MARGARITA LÁZARO
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