Los jóvenes ingenieros trajeados del sector de las tecnologías de la información en la India tienen algo en común con los depauperados trabajadores del sector informal indio: la falta de derechos laborales, según denuncian los sindicatos.
En poco tiempo, la India se ha convertido en uno de los destinos preferidos por las empresas para deslocalizar sus servicios de tecnología, pero los sindicatos se preguntan si el sector tiene un mecanismo para proteger los derechos de los trabajadores y si las condiciones de empleo son justas.
'Los sindicatos están bien establecidos en el sector público, pero gran parte del impresionante crecimiento indio está en el sector privado y los trabajadores necesitan una voz sindical', alertó el secretario de la organización sindical UNI, Philip Jenning, de visita en Nueva Delhi.
Con presencia en 90 países, la central UNI celebra estos días en la India una reunión de su Panel Ejecutivo, con atención sobre la necesidad de dotar de derechos a quienes trabajan en las tecnologías de la información y los centros de atención telefónica al cliente.
'Hay que conseguir unas condiciones de trabajo que hagan de este un sitio donde la gente esté orgullosa de trabajar', propuso Jennings, quien aseguró que apenas un 2 por ciento de los trabajadores están sindicados.
Su organización alega que las propias compañías de tecnología de la información, un sector que exportará servicios por un valor de 80.000 millones de dólares en 2011, según las previsiones del Gobierno, entorpecen y hasta frustran los intentos de que se formen sindicatos.
'¿Cuál es la razón para tener sindicatos en el sector? Debemos considerar seriamente si es el momento adecuado. Puede dañar a la industria', afirmaba hace unos meses Kris Gopalakrishnan, fundador de la compañía Infosys, la segunda más importante del sector, con 67.000 trabajadores.
Gopalakrishnan mantiene que el sector de las tecnologías de la información, que crea entre 200.000 y 300.000 empleos anuales, es una industria bien pagada en la India, donde los empleados están 'contentos', por lo que la implantación de sindicatos 'no es deseable'.
Los trabajadores de ese sector son, de hecho, unos privilegiados si se les compara con los más de 400 millones de empleados 'invisibles', que sufren jornadas interminables en el sector informal sin ningún tipo de derechos, bajas laborales ni indemnizaciones por despido, cobrando salarios mínimos.
Su fuerza es, por el momento, silenciosa, pero suponen más del 90 por ciento de los trabajadores de la India y generan el 60 por ciento del PIB del país, que crece a un ritmo que ronda el 9 por ciento anual.
Preocupado por la situación de sus 'invisibles', el Gobierno indio impulsó en mayo un proyecto para dotar de una rudimentaria seguridad social a los trabajadores mayores de 18 años, aunque los sindicatos lo calificaron como una 'burla' que no cumple con las expectativas.
El plan 'no recoge medidas concretas ni ningún compromiso del Gobierno para invertir fondos para la seguridad social', denunció el sindicato CITU, uno de los más importantes del país.
Mientras sindicatos y diversas ong ponen en duda la legislación laboral india, el ministro indio de Comercio, Kamal Nath, aseguró esta semana que las acusaciones de que la industria india desprecia las leyes del trabajo y los derechos humanos, son, sencillamente, 'falsas'.
Nath, que ha recibido esta semana a varios ministros europeos del ramo, se quejó de que esas acusaciones están entorpeciendo el comercio indio con la UE.
Y, en pleno debate, miles de jóvenes recién contratados entran cada día en los pujantes centros de atención al cliente para ayudar por teléfono a los quejosos consumidores estadounidenses y británicos; eso sí, con las condiciones laborales de un indio.
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