«El clima laboral es más favorable y más agradable si entre la plantilla hay un trabajador con una disminución mental, física o sensorial». Esa es la impresión del educador especial y director del centro de orientación laboral de Apsa, Fernando Romero.
Estos trabajadores acaban siendo ejemplo para los demás de las empresas, según el técnico, porque se esfuerzan más por agradar con su trabajo y acaban envolviendo el ambiente de trabajo de energía positiva y de espíritu de superación.
Otro de los factores positivos que tiene el empleo de personas con minusvalía «es lo que me han dicho multitud de empresarios: «No sólo no me dan problemas, sino que me dan muchos menos problemas que los demás y encima siempre están haciendo algo, nunca están quietos».
Es decir, que entre los minusválidos, que se desviven en el entorno laboral, según el técnico de Apsa, no es ni mucho menos frecuente la mundialmente famosa técnica del escaqueo.
El experto asegura que si todavía hay importantes reticencias de los empresarios alicantinos a la hora de cumplir con el precepto legal y contratar a disminuidos es por varios motivos, principalmente por dos.
El primero, la falta de conocimiento de la existencia de los centros especiales de empleo, como los de Apsa (en la provincia hay una veintena, que cuenta con subvenciones públicas). El servicio previo a la contratación y el control posterior se externaliza, lo que reduce cargas adicionales a las empresas privadas, según Romero. Otro factor que justifica las reticencias es la impunidad con la que se incumple una legislación, la de integración social y laboral de los minusválidos, que tiene un cuarto de siglo. «La Inspección de Trabajo debería ser más
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