Los comportamientos morales dentro de las empresas son más complejos de lo que parecen. A esa conclusión llegan dos estudios llevados a cabo por la Universidad de Washington. Según sus autores, actualmente conviven en las empresas dos tendencias. Por un lado, la que considera los comportamientos como morales o inmorales, sin más; y por otro la que estima que detrás de un comportamiento ético está la identidad moral del trabajador (que no siempre tiene que coincidir con un acto precisamente moral). Otra las conclusiones de esta investigación es que los directivos que se consideran morales suelen tomar decisiones extremas.
Los comportamientos poco éticos están a la orden del día en las organizaciones. Eso es, por lo menos, lo que ciertas tendencias de las escuelas de negocios detectan. En concreto, y de forma un poco simple, hay una tendencia que habla de comportamientos éticos o poco éticos. Otra, sugiere, sin embargo, que detrás de un comportamiento ético está la identidad moral del individuo o cómo se considera así mismo es individuo como persona ética.
Una nueva investigación de la Michael G. Foster School of Business de la Universidad de Washington ha puesto de manifiesto que estas dos fuerzas están actuando ahora mismo en el mundo empresarial.
En dos estudios separados, el profesor Scott Reynolds y la estudiante de doctorado Tara Ceranic, entrevistaron a 500 estudiantes de universidad y jefes de empresa sobre sus comportamientos éticos.
En el primer estudio, los investigadores preguntaron a los estudiantes si habían hecho trampas en la universidad para conseguir mejores notas. Aquellos que se consideraban explícitamente morales y que, al mismo tiempo, valoraban hacer trampas como algo inmoral, eran los que menos lo hacían. Por el contrario, los estudiantes que también se consideraban morales, pero que creían que hacer trampas era éticamente justificable, eran los más tramposos.
“Nuestra investigación sugiere que la identidad moral motiva un determinado comportamiento, pero el juicio ético es necesario para llevar ese comportamiento hacia el lugar adecuado”, comenta Reynolds en un comunicado de la universidad. “La identidad moral de una persona puede interactuar con su juicio y de hecho éste puede arrastrarla a niveles de comportamiento extremos, como muestra el comportamiento de los estudiantes que decidieron que hacer trampas era justificable”.
Autorregulación
Los investigadores consideran que la identidad moral se centra específicamente en un aspecto moral de la persona y actúa como un mecanismo de autorregulación que selecciona los parámetros para los comportamientos individuales, y además motiva acciones concretas que son, precisamente, morales.
Estudios anteriores dejaban ver que la identidad moral es “buena” cuando está asociada y motiva a los individuos a hacer actos que dan como resultado el voluntariado o algún tipo de donación. Reynols y Ceranic van un poco más allá y estiman que estas fuerzas motivadas necesitan dirección. Sin la dirección adecuada, la identidad moral puede conducir a los individuos hacia comportamientos sociales poco recomendables.
“Los directivos y las organizaciones no deberían asumir sin más que una identidad moral se traduce en un comportamiento moral”.
En el segundo estudio, los directivos de las empresas entrevistados fueron puestos ante un escenario moralmente ambiguo. En dicho escenario, una empleada contratada por horas termina su trabajo y se prepara para marcharse a su casa antes de tiempo. Sin embargo, esta persona necesita el dinero de las horas que le restan para completar una jornada completa.
A cada directivo se le presentaron diferentes opciones para afrontar esta situación. Estas opciones iban, desde una muy comprensiva (darle a la empleada el resto del día libre y pagarle las horas restantes) hasta otra muy estricta (no dejar que se marche y buscarle trabajo extra hasta que complete su jornada).
Como se podía esperar, aquellos jefes que se veían a ellos mismos como personas morales tenían más probabilidades de elegir las opciones más extremas: o bien favorecer al empleado o seguir a rajatabla las normas de la empresa. Su identidad moral los motivaba a tomar decisiones extremas.
Comportamientos extremos
Como demostraba el primer estudio, algunas veces estos comportamientos extremos no siempre benefician los intereses de la organización. Hay, sin embargo, ciertas medidas que pueden ser llevadas a cabo desde dentro para mejorar esos comportamientos morales.
En primer lugar, las empresas se pueden centrar en mejorar los juicios morales individuales. Ha quedado demostrado que el desarrollo de lo moral se puede conseguir con programas de formación en ética.
Otro de los apuntes que hace este estudio es que los líderes de la empresa deberían proporcionar tanto modelos de juicio moral como delegar su autoridad convenientemente.
Asimismo, las empresas pueden comunicar más eficientemente los consensos sociales (como los dictados por organismos oficiales) e incluso establecer sus propios consensos respecto a algunos temas (como la política de regalos). De esta manera, dice el informe, se reducirá la necesidad de llevar a cabo juicios morales individuales.
Finalmente, las empresas pueden premiar y fomentar comportamientos asociados con rasgos de una identidad moral (confianza, trabajo duro, compasión). De ese modo se propician identidades morales entre los propios empleados.
Las organizaciones tienen que considerar tanto los sistemas formales como los informales. Este esfuerzo tendrá repercusiones en la identidad de la organización como conjunto.
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