Fátima Silva estuvo trabajando algunos años en Mallorca. Después estuvo algún tiempo en paro. Al llegar a Mérida se enteró de la existencia de la fundación. Habló con sus responsables y tras algunos trámites consiguió empleo en una empresa, donde estuvo dos años. Tiempo después cubrió una baja en el Ayuntamiento y en la actualidad trabaja en esta institución.
Tener un empleo le ha cambiado la vida y dice que es una experiencia fabulosa. «La fundación se ha portado muy bien conmigo. No me conocían pero apostaron por mí y me ayudaron a conseguir un trabajo». El hecho de ser mujer, mujer gitana, ha hecho que Fátima se haya tenido que esforzar más que cualquier otra trabajadora. «Esto pasa hasta que se te conoce. A partir de ese momento, cuando descubren cómo eres y comprueban cómo trabajas, la cosa cambia mucho». Fátima ha tenido mucha suerte. De los lugares en los que ha trabajado, en ninguno se ha sentido rechazada por sus compañeras.
Algunas barreras
Serafina Salazar, ‘Sera’, como todos la conocen, tiene 19 años y busca trabajo. Está convencida de que por el hecho de ser gitana le cuesta mucho más acceder al mercado laboral. Un familiar suyo le informó de la existencia de la fundación. Acudió a ella y tiene esperanzas de que a través de este instrumento pueda trabajar en algún sitio. Pero sobre todo de suprimir las barreras con las que se encuentra en el camino.
Le encantaría impartir cursos a la gente y enseñar cosas, pero sabe que no tener estudios se lo pone más complicado. «No tengo muchos conocimientos educativos, pero sí me considero capacitada para poder estudiar y aprender. Lo que no he aprendido de pequeña quiero aprenderlo ahora». Tiene la esperanza de que la fundación le abra algunas puertas y pueda conseguir un empleo.
Yolanda Silva, en cambio, ya ha trabajado en la fundación como dinamizadora de un curso de informática para niñas gitanas. Después la entidad le contrató como parte del personal de apoyo y colabora con ellos en todo lo que puede. Ahora no trabaja porque está embarazada.
Coincide con sus compañeras en que conseguir un empleo es bastante difícil y más siendo mujer y gitana. «Tenemos que luchar todavía contra muchos prejuicios y a través de la fundación intentamos tirar hacia delante para que nos den una oportunidad como a cualquiera. Intentamos participar en todos los ámbitos de la vida, no sólo en el empleo, y esa es la mejor manera de luchar contra las barreras».
Programa Acceder
Estas tres mujeres son una pequeña muestra de lo que la fundación ha conseguido con el programa de empleo Acceder.
De 620 personas que ha atendido la sede de Mérida de la Fundación Secretariado Gitano entre los años 2000 y 2007, un total de 204 han sido contratadas. También se ha formado a 14 personas y gracias a ella han encontrado su primer empleo 84, un total de 47 de la comunidad gitana y el resto, 37, no gitanos.
Asimismo, se ha contabilizado un total de 314 contrataciones, de las cuales casi 200, concretamente 192, las han conseguido gitanos. El resto, 122, fueron para no gitanos. A nivel regional se ha atendido a 1.842 personas, de las cuales en la actualidad tienen un contrato de trabajo 876. La edad media de las personas que demandan los servicios de la fundación ronda los 25-30 años y también la franja que va desde los 35 a los 45, que son los que tienen más dificultad para encontrar un empleo.
El objetivo primordial del programa ha sido la inserción laboral de la comunidad gitana, pero a través del mismo también han encontrado empleo personas no gitanas. Del total de 620 personas atendidas, 355 han sido gitanas y las 265 restantes no gitanas. Una nueva herramienta que el emeritense puede utilizar para acceder al mercado laboral. Un instrumento a tener en cuenta para los que busquen un empleo.
Contra los tópicos
Maite Suárez, directora territorial de la fundación, asegura que la comunidad gitana se encuentra en un momento de gran avance, que hace muchos esfuerzos para salir de los estereotipos que se les marca y que suponen un gran impedimento para encontrar empleo. «Somos conscientes de eso y en muchas ocasiones hemos tenido que decirle a la comunidad gitana que no hay empleo para ellos, porque cuando hemos conseguido ofertas y hemos presentado los candidatos, las ofertas automáticamente han desaparecido. Ha habido gente que de una manera directa ha dicho que no querían gitanos o lo han comunicado indirectamente. Cuando sucede esto, parece que todos los esfuerzos que se hacen no valen para nada», indica.
La comunidad gitana quiere de una vez por todas romper su estereotipo, avanzar y estar presentes en todos los ámbitos. La fundación les ayuda en su lucha, avance, desarrollo y sobre todo, una participación activa en la sociedad.
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