El turismo está cambiando. Según un estudio de Booking, 9 de cada 10 viajeros quieren un turismo más sostenible. Enoturismo, gastroturismo o turismo temático son algunas de las palabras que han aparecido en una actividad que hasta no hace mucho tiempo se podía resumir ‘sol y playa’, pero que en la última década se ha visto sometida a las exigencias de un cliente, que cada vez mira más a la naturaleza. De hecho, según el Observatorio de Turismo rural en España, uno de cada dos turistas se considera ‘ecoturista’.
Los agentes del sector turístico se ven abocados a una inevitable recualificación si quieren sobrevivir y el estudio “Análisis de los riesgos emergentes en el empleo verde: una guía práctica” publicado por el estudio de ANEPA (ASOCIACIÓN NACIONAL DE ENTIDADES PREVENTIVAS ACREDITADAS) advierte que esos nuevos puestos de trabajo exigen una revisión y actualización de las medidas de salud y seguridad laboral del sector, ya que son actividades aún emergentes que suponen unos riesgos hasta ahora desconocidos derivados del cambio de hábitat laboral.
Hasta ahora las actividades relacionadas con el turismo se relacionaban, según el Manual básico de Prevención de Riesgos Laborales de Hostelería y Turismo (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo) en actividades de alojamiento y hospedaje, servicios de productos listos para consumo, las salas de baile, discotecas y cafés-teatro, el servicio de comidas y/o bebidas en bingos, billares y salones recreativos. En la actualidad la tendencia es dirigir las actividades al entorno natural.
El estudio de ANEPA, evidencia que las profesiones emergentes tales como monitores, guías o instructores se enfrentan a unos riesgos directamente vinculados a un entorno difícilmente controlable: condiciones climáticas, terreno (en muchas ocasiones extremo o inaccesible) o la interacción, buscada o no, con seres vivos lo que multiplica el factor riesgo.
Además, advierte de la aparición de nuevos riesgos higiénicos derivados por ejemplo del estrés térmico que se puede sufrir en una jornada de senderismo, posibles interacciones con elementos biológicos (polen, microorganismos) o derivadas del uso de materiales eco como la madera más propensos a acoger insectos,
Digitalización del turismo
El estudio, enmarcado en el VI Plan Director de Prevención de Riesgos Laborales de la Comunidad de Madrid, incide en la urgente necesidad de vigilar los posibles riesgos psicosociales de una actividad en la que la exigencia del cliente cada vez es mayor y la necesidad de interacción entre oferta y demanda es imperiosa.
Se ha pasado de un turismo de masa a un turismo sostenible en el que la personalización es clave, que puede implicar una falta de independencia por parte de los trabajadores que deben estar plenamente disponibles, la necesidad de toma de decisiones rápidas y el estrés que puede generar la responsabilidad por la salvaguarda de la seguridad de los clientes.
Además, el turismo está sometido a un proceso de digitalización en sus procesos. Por ejemplo, el portal Wild Sea Europe, que ofrece “las mejores aventuras de ecoturismo costero y marino de Europa” en 2016 fue visitado por 10.000 personas, en 2019 fueron 210.000.
Esta conexión, necesaria para la supervivencia de los negocios, también puede derivar en una hiperconexión ya que el cliente exige atención 24/7 y por tanto el riesgo de tecnoestrés o tecnoadicción, hasta ahora inexistente, ha aumentado considerablemente.
Del estudio de la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditadas se desprende la necesidad de adaptación de uno de los sectores más tradicionales y estratégicos de nuestro a las reglas de un nuevo juego en el que el turista busca experiencias auténticas, destinos diferentes y sobre todo coherencia con el entorno natural, social y cultural en el que se desarrollan estas actividades.
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