27 de diciembre de 2024

El 64% de las familias cree que la crisis de la COVID-19 supondrá un retroceso para la inclusión de sus hijos con discapacidad

El 64% de las familias cree que la crisis de la COVID-19 supondrá un retroceso para la inclusión de sus hijos con discapacidad
  • La mayor parte de los encuestados cree que durante los días de confinamiento “se ha desandado gran parte del camino” y que en algunos aspectos, principalmente el social, tendrá un impacto negativo en la evolución y desarrollo de sus hijos con discapacidad
  • Por su parte, un 25,1% considera que esta etapa generará cambios positivos en la sociedad, haciendo que seamos más empáticos y comprensivos hacia las personas con discapacidad, facilitando y avanzando en su inclusión
  • El 74,1% cree que el estado de alarma ha evidenciado la importante brecha digital entre las personas con discapacidad y el resto de la población, constatando un desequilibrio que frena su plena inclusión

En el marco del Día Internacional de la Familia (15 de mayo) y, por noveno año consecutivo, la Fundación Adecco presenta su informe Discapacidad y Familia, un trabajo de investigación cuyo propósito es visibilizar los retos que introduce la discapacidad en las unidades familiares, particularmente en el ámbito del empleo y de la conciliación.  Ante la situación insólita que atravesamos, este año el análisis se ha centrado en la crisis de la COVID-19, un punto de inflexión que, previsiblemente, cambiará muchos paradigmas, siendo el de la inclusión social y laboral de las personas con discapacidad uno de los más relevantes.

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “este episodio ha de sacudir nuestros esquemas mentales y hacernos repensar en la sociedad que queremos reconstruir, más humana que nunca, Si el acompañamiento y la atención a los hogares con personas con discapacidad ya estaba en la agenda política, hoy debe elevarse a asunto de Estado. Nuestro sistema, sujeto a crisis cíclicas y de gran impacto, no puede permitirse cronificar la vulnerabilidad de segmentos de la población especialmente expuestos a la pobreza y exclusión, como son los hogares con personas con discapacidad. Las políticas activas de empleo serán la llave para reducir la desigualdad y avanzar hacia una sociedad en la que todas las personas encontremos nuestro espacio y podamos aportar valor. Asimismo, la colaboración público-privada se posiciona como fórmula ineludible para dar respuesta al creciente número de familias en riesgo de exclusión que se prevén en los próximos meses, así como impulsar una reforma que minimice el gap entre la formación de las personas con discapacidad y lo que las empresas necesitan”.

El presente análisis basa sus conclusiones en una encuesta a 500 familias que tienen hijos con discapacidad, entre 0 y 18 años. 

Freno a la inclusión VS más empáticos que nunca

El estado de alarma y el confinamiento han situado a la población española ante una experiencia totalmente desconocida, tanto a nivel individual como colectivo. Sin antecedente previo, las familias se han encontrado ante la imposición de permanecer muchos días en un espacio limitado; en algunas ocasiones personas solas, en otras, acompañadas únicamente por su núcleo familiar más próximo. Una situación que puede generar incertidumbre y, en muchos casos, disparar sentimientos de soledad, estrés o ansiedad.

Pero, ¿afecta esta situación de forma similar a todos? ¿cómo la viven las familias que tienen a personas con discapacidad, máxime cuando son niños?

Desde que se decretó el estado de alarma, el movimiento asociativo de la discapacidad, especialmente cuando es de tipo psíquico, se ha manifestado con intensidad para reivindicar la situación excepcional a la que tienen que hacer frente sus asociados.  Entidades de personas con TEA o problemas de salud mental han defendido que, para muchas personas con discapacidad, la permanencia indefinida en su domicilio podría acarrear afecciones graves en su bienestar físico y emocional.  El presente análisis ha cuantificado esta realidad en cifras: un rotundo 93% de los encuestados manifiesta que el confinamiento es más complicado cuando hay una persona con discapacidad en la unidad familiar, especialmente cuando es psíquica o intelectual.

Y aunque la ley dio luz verde para salir a la calle a personas con ciertas discapacidades (artículo 7 del Real Decreto 463/2020), según palabras de un encuestado: “estas salidas son un mínimo que no llega a suplir la actividad ni las relaciones sociales que nuestro hijo tenía antes de la COVID-19, con lo que se produce un notable deterioro en los avances que habíamos ido consiguiendo”.

Esta opinión es suscrita por la mayor parte de los encuestados.  Un mayoritario 64% opina que la crisis de la COVID-19 supondrá un retroceso en el reto de la plena inclusión de sus hijos con discapacidad.  Sostienen que, durante los días de confinamiento, “se ha desandado gran parte del camino” y que en algunos aspectos, principalmente el social, tendrá un impacto negativo en la evolución de sus hijos con discapacidad.

En este sentido y, frente a un 5,1% que continúa con sus terapias por ser consideradas “esenciales” (vinculadas a derechos básicos como la alimentación, la higiene o la atención médica), más de la mitad de los menores/jóvenes con discapacidad (59,5%) ha tenido que suspender totalmente dichas terapias, tratamientos y/o rutinas formativas. mientras que un 35,4% puede seguir manteniendo algunas de ellas vía online.

Así, se han cerrado centros de día y suspendido servicios apoyo educativo que impiden a las personas con discapacidad continuar con hábitos muy integrados en su día a día. Actividades como la equinoterapia, la rehabilitación en el agua o tratamientos de integración sensorial se han visto paralizados de forma repentina, hasta nuevo aviso. Todo ello ha repercutido, a su vez, en la unidad familiar, encontrándose de pronto ante la tesitura de reinventarse 24 horas para llenar los días de personas con discapacidad que tenían rutinas muy marcadas. Myriam Ganado, responsable de Plan Familia en la Fundación Adecco destaca que: “es más importante que nunca estar cerca de las familias y fomentar, en la medida de lo posible, la continuidad en las intervenciones profesionales, si no pueden ser presenciales, vía online. Más allá del aspecto académico, recuperable, la prioridad ha de ser la gestión emocional de esta crisis.  Es fundamental transmitir calma, estabilidad y una información adecuada al entendimiento de la persona con discapacidad”.

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Encuesta Discapacidad y Familia Fundación Adecco

Sin embargo, del reto del confinamiento también pueden extraerse lecturas positivas, como les ha sucedido a una cuarta parte de los encuestados: un 25,1% cree que tras la crisis de la COVID-19 nuestra sociedad experimentará un refuerzo de valores y seremos más empáticos e inclusivos, lo que podría ser beneficioso, en el medio plazo, para la plena inclusión de las personas con discapacidad. Por último, un 11% cree que el episodio del coronavirus no tendrá impacto en el reto de la plena inclusión de las personas con discapacidad. Según Francisco Mesonero: “esta crisis ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad, ante un virus invisible que ha puesto en jaque nuestra forma de vida y a nuestro sistema en su conjunto. Asimismo, pone de relieve nuestra igualdad, en la medida en que afecta a todas las personas, y apela a nuestra solidaridad e interdependencia, demostrando que nos necesitamos los unos a los otros para salir adelante.  Salgamos o no fortalecidos, seguramente habremos entrenado valores que permanecían en el cajón como la empatía, la comprensión o la humildad”. 

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Encuesta Discapacidad y Familia Fundación Adecco

Brecha digital: el 48% de los adolescentes y jóvenes con discapacidad no usa Internet

Durante el estado de alarma y el confinamiento, Internet se ha afianzado como plataforma de conexión con el mundo, posibilitando relaciones sociales y familiares, así como tareas cotidianas que van desde la realización de la compra hasta el acceso al ocio o la formación online. De este modo, la crisis de la COVID-19 ha consolidado el papel de lo digital como factor indiscutible de inclusión social.

Partiendo de esta premisa, no tener acceso a internet genera exclusión social, un aspecto muy presente entre las personas con discapacidad, a la luz de los datos del presente informe. De hecho, casi la mitad de los encuestados (48,4%) declara que sus hijos con discapacidad -con edades superiores a 10 años- utiliza nada (18,1%) o poco (30,3%) internet como canal de relaciones sociales, formación y/o ocio durante la cuarentena, ya sea por desconocimiento o por falta de accesibilidad. 

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Encuesta Discapacidad y Familia Fundación Adecco

Según datos del Observatorio Estatal de la discapacidad, el principal motivo para no usar internet, según las personas con discapacidad, es que les parece muy complejo y avanzado su uso (67,5%). Un 15,3% lo ha intentado, pero le ha parecido inaccesible para su tipo de discapacidad. A un 9,3% -persona con discapacidad o familiar- le da miedo utilizarlo o que lo haga sus hijos porque cree que puede ser peligroso. Por último, un 7,8% manifiesta dificultades económicas para hacerse con dispositivos tecnológicos que le permitan utilizar internet en igualdad de condiciones.

En esta línea, el 74,1% de los encuestados cree que el estado de alarma ha evidenciado la importante brecha digital existente entre las personas con discapacidad y el resto de la población, constatando un desequilibrio que frena su plena inclusión.

El acceso a internet como derecho fundamental

En el año 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas aceptó el acceso a Internet como un derecho humano, instando a todos los gobiernos del planeta a garantizar la conexión a los ciudadanos. Sin embargo, esta declaración aún no se ha hecho efectiva, en la medida en que no está presente en el marco regulador de los distintos países.

Según Francisco Mesonero: “internet no es solo una ventana al mundo, sino que se ha convertido en el medio por excelencia para el desarrollo personal y profesional, como se ha constatado de forma flagrante durante el estado de alarma. Es por ello que la legislación ha de incorporar el acceso a internet como un derecho fundamental y universal, garantizando, en línea con la Agenda 2030, que llegue a todas las personas. El único camino es la apuesta por la Accesibilidad Universal y la puesta en marcha de programas formativos que acerquen las nuevas tecnologías a todas las personas, sea cual sea su discapacidad”.

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Encuesta Discapacidad y Familia Fundación Adecco

Efectos colaterales del coronavirus: acelerador del teletrabajo

El inesperado brote de la COVID-19  está siendo un detonador de cambios sin precedentes en el ámbito laboral. Uno de ellos, y quizás el más significativo, es la explosión del teletrabajo.

Las empresas están volcando sus esfuerzos en dar servicio en remoto para mantener su actividad. Desde el confinamiento, muchos profesionales que acudían diariamente a sus centros de trabajo buscan fórmulas para hacer compatible la situación actual con las necesidades del negocio. Se alza un nuevo modelo de relaciones laborales y profesionales que, como efecto colateral, impulsa una reivindicación histórica que las familias- particularmente aquellas que tienen personas con discapacidad- venían haciendo durante los últimos años: la consolidación del teletrabajo como fórmula de flexibilidad para facilitar la conciliación. Según datos de la presente encuesta, un 91% de las familias con personas con discapacidad considera que el fortalecimiento del teletrabajo facilitaría y mejoraría su vida y la de la unidad familiar en su conjunto.

Esta aspiración podría hacerse realidad y, de hecho, ya lo está haciendo. Si hace apenas un año tenía un escaso arraigo, a raíz del estado de alarma se ha disparado hasta cotas desconocidas:  antes de la COVID-19 solo un 11% de las familias con personas con discapacidad podía acogerse al teletrabajo de forma habitual y un 16% ocasionalmente, porcentaje que durante el confinamiento se ha disparado hasta el 54%. 

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Encuesta Discapacidad y Familia Fundación Adecco

Con la vista puesta en el futuro, la gran mayoría de los encuestados –80%- cree que, en el medio plazo, la crisis del coronavirus impulsará un cambio de paradigma que generalizará y afianzará el teletrabajo como medida de flexibilidad, mejorando, efectivamente, la conciliación de las familias con personas con discapacidad.

Según Mesonero: “el estado de alarma ha obligado a muchas empresas, de la noche al día, a implementar el teletrabajo de forma generalizada. Sin embargo, no todas las compañías estaban preparadas ni formaba parte de su cultura, por lo que están trabajando a marchas forzadas para establecer protocolos que garanticen a los empleados el cumplimiento de un horario, las herramientas necesarias para realizar sus tareas en remoto o el derecho a la desconexión, entre otros. No cabe duda de que el teletrabajo escala posiciones para convertirse en una modalidad predominante durante los próximos años. Y las empresas, en paralelo con las Administraciones Públicas, avanzarán considerablemente en el diseño de políticas encaminadas a facilitarlo”. 

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Encuesta Discapacidad y Familia Fundación Adecco

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