La plena inclusión de las personas con discapacidad no puede producirse si no se normaliza su presencia en los entornos empresariales, siendo el empleo el principal termómetro para medir este grado de inclusión.
A pesar de los avances experimentados -en 2019 las personas con discapacidad firmaron 117.818 contratos, el máximo de toda la serie histórica- su participación en el mercado laboral es todavía exigua, con una tasa de actividad del 34,5%, mientras que su tasa de paro supera, en 10 puntos porcentuales, a la del resto de la población -un 25,2%, frente al 15% general, según cifras del INE 2018-.
Estas cifras evidencian una importante brecha; en primer lugar, encuentran barreras adicionales para acceder al mercado laboral y, además, los obstáculos son mayúsculos cuando se trata de conservar su puesto de trabajo.
En este contexto y, en el marco de su proyecto #EmpleoParaTodos, la Fundación Adecco ha reunido a 9 personas con diferentes discapacidades y a personas que los acompañan en su día a día para escenificar el “Ciclo de la Inclusión”, en su calendario 2020, que ha sido posible gracias a la colaboración de 28 empresas comprometidas.
Entre los protagonistas del calendario destacan Pablo Pineda, primer diplomado europeo con síndrome de Down y Desirée Vila, deportista paralímpica en la modalidad de atletismo adaptado. Ambos son, además, embajadores de la Fundación Adecco, ayudando, con su testimonio, a sensibilizar empresas para generar entornos proclives a la diversidad.
Muchos eslabones pero un solo objetivo: la plena inclusión
La inclusión sociolaboral es un proceso que involucra a todos los actores sociales: familia, docentes, empresarios, tejido asociativo y sociedad en su conjunto.
La Fundación Adecco ha plasmado esta realidad en el llamado “Ciclo de la Inclusión”, en el que se representan los eslabones necesarios sobre los que hace falta actuar en la sociedad para que se produzca la citada inclusión. Se trata de un itinerario que no tiene una casilla de salida definida: no siempre se empieza por el principio pero siempre ha de terminar en la Inclusión.
Este ciclo consta de 2 ejes principales que convergen en un objetivo: la inclusión.
La línea turquesa escenifica el empoderamiento de las personas en su entorno social y se define por las siguientes estaciones:
- Familia, como núcleo fundamental de socialización y adquisición de valores.
- Sociedad, entendida como el entorno en el que se desenvuelve la persona con discapacidad y la capacidad de dicho entorno para sortear las barreras y dificultades.
- Educación, como pilar esencial para reforzar los valores adquiridos en la familia, así como guiar a las personas en un camino sostenido hacia el futuro deseado.
- Empleo, como principal vehículo de inclusión, que equipara a las personas con discapacidad al resto de la población en nivel adquisitivo, autoestima y dignidad.
- La línea roja, por su parte, representa a la empresa y los pasos necesarios para que constituyan entornos abiertos a la diversidad y a la inclusión:
- Cambio cultural, a través de la erradicación de prejuicios y estereotipos y como punto de partida para la incorporación de la diversidad a los equipos de trabajo.
- Liderazgo inclusivo, entendido como la capacidad de los mandos para aflorar el máximo potencial de cada persona, aprovechando sus competencias.
- Normalización, como consecuencia de un cambio cultural que permite a las personas desenvolverse con solvencia en un entorno empresarial, sin lugar a la discriminación.
- Selección inclusiva, como máxima para desterrar los prejuicios en los procesos de selección, a través de una decidida apuesta por el talento y las competencias.
- Integración laboral, como paso previo a la inclusión, que permite que personas con discapacidad participen entornos de trabajo sin ningún tipo de diferencia.
Francisco Mesonero- director general de la Fundación Adecco– afirma que: “2020 representa el inicio de una década y un punto de partida idóneo para sentar nuevas bases. Es por ello que hemos decidido centrar nuestro calendario, no solo en las personas con discapacidad, sino en otras que también cumplen una función básica para su plena inclusión: familia, entidades sin ánimo de lucro o empresas. Queremos demostrar que la plena inclusión es un reto que a todos nos atañe y que la sociedad, en su sentido más amplio, debe facilitar las herramientas para que las personas con discapacidad puedan participar en igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la vida. Es fundamental que las empresas se adhieran a este camino, incluyendo políticas que conduzcan a la equidad y a la no discriminación. Nos sentimos afortunados por haber contado con 28 grandes compañías que han demostrado un compromiso creciente con las personas con discapacidad”.
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