El mes de julio no ha sido próspero para el turismo español, o al menos no tan próspero como otros años. Según los últimos datos del INE, nuestro país recibió 9,9 millones de turistas internacionales, un 4,9% menos que en el mismo mes de 2017, anotando el mayor descenso de los últimos 8 ejercicios.
Entre las causas que subyacen detrás de este descenso se encuentran la ola de calor del norte de Europa, que frenó las reservas de última hora, o la recuperación de la fuerza de destinos competidores en clima y precio, como Turquía o Túnez.
Sea como fuere, esta temporada hemos asistido a una ralentización del turismo en España, que hace necesario definir una hoja de ruta para recuperar los niveles de años anteriores. Entre otras medidas, se ha hablado de la diversificación de flujos, el refuerzo de la oferta digital o el incremento de la calidad de la oferta turística. En este sentido, la accesibilidad se ha convertido en un requisito básico para medir la calidad de los servicios turísticos.
Frente a la estacionalidad, estabilidad
En este contexto de ralentización turística, la Fundación Adecco destaca la necesidad de invertir en accesibilidad, no sólo por una cuestión de justicia social, sino de rentabilidad, al ser la llave para incrementar el volumen de turistas, hacer frente a la estacionalidad del sector, así como generar puestos de trabajo sostenibles, que permitan incrementar los ingresos a trabajadores que, debido a la estacionalidad, se encuentran en situación de desempleo el resto del año.
Según Mesonero: “los jubilados, entre otros, tienden a viajar fuera de temporada y para ellos la accesibilidad es garantía de seguridad y comodidad, descartando destinos y servicios que no son accesibles. Es significativo cómo 3.342.226 turistas dejan de viajar por ausencia de los mismos (discapacidad, tercera edad, acompañantes, etc), lo que supone una pérdida de competitividad para nuestra economía. Apostar por la accesibilidad permitiría recuperar a estos turistas y reducir la estacionalidad, posibilitando la permanencia de puestos de trabajo, el mantenimiento de las cotizaciones salariales y un ahorro en los subsidios de desempleo. Todo ello se traduce en una mayor estabilidad para el sector”.
En este sentido, Enrique Rovira- Beleta, arquitecto-director de Rovira-Beleta Accesibilidad comenta que: “la accesibilidad es un gran negocio turístico que no se está aprovechando. Muchas personas con discapacidades permanentes o temporales viajarían más si hubiera entornos y establecimientos turísticos con Accesibilidad Universal y, además, lo harían acompañados de su familia y/o amigos, lo que multiplicaría los beneficios económicos de las empresas turísticas y aumentaría la competitividad del país”.
Más de 100.000 nuevos empleos
Además de favorecer el descenso de la estacionalidad, el turismo accesible podría generar más de 100.000 puestos de trabajo, a la luz del último informe al respecto de la Fundación Adecco, principalmente en servicios de transporte, alojamiento, restauración, comidas y bebidas.
Si a esta cifra añadimos una estimación de 14.000 nuevos contratos que se crearían en el ámbito de la Información y Comunicación accesible (el 3% de los contratos que se firman anualmente en este sector), el potencial de empleos que podrían generarse ascendería a 104.806. Estos profesionales de la comunicación dedicarían sus esfuerzos a optimizar la experiencia de usuario del turista con necesidades de accesibilidad: posibilitar la navegación en las webs de reservas de viajes, generar aplicaciones móviles y otras adaptaciones que permitan al usuario acceder a la oferta turística en igualdad de condiciones, etc.
Accesibilidad= criterio de calidad
Por último, y según Mesonero: “si queremos llamarnos una sociedad madura y desarrollada no podemos pasar por alto el criterio accesibilidad, pues ello supondría, no sólo el cuestionamiento de la calidad de nuestra oferta turística, sino la privación de un derecho fundamental, como es el turismo, a las personas con necesidades de accesibilidad”.
Para poder referirnos a un turismo accesible integral, es necesario abordar con determinación algunos retos:
1) Construir una “cadena de accesibilidad” completa. A menudo, cuando hablamos de turismo accesible pensamos únicamente en la accesibilidad del lugar de destino. Sin embargo, en la planificación del viaje intervienen muchas fases: la reserva online o en la agencia de viajes, el desplazamiento hasta el punto de salida, el acceso al alojamiento turístico, la vuelta al lugar de origen…la accesibilidad debe estar presente en todos los eslabones, pero actualmente existe una gran desconexión entre los mismos, siendo habitual que alguno de ellos presente carencias de accesibilidad. En este sentido, no podemos hablar de una “cadena de accesibilidad” completa ni, por lo tanto, de un turismo accesible de calidad.
2) Contemplar a todas las personas (experiencias integrales). El desarrollo del turismo accesible en nuestro país se ha basado, tradicionalmente, en la publicación de guías de viaje que incluyen destinos de viaje y servicios accesibles para personas con movilidad reducida. Sin embargo, estas publicaciones son meros inventarios de recursos que no contemplan las necesidades de las personas con otro tipo de discapacidades (sensoriales, intelectuales), por lo que resultan muy deficitarias al flaquear siempre en alguno de los eslabones.
3) Homogeneizar criterios de accesibilidad- creación distintivo oficial. No existe un distintivo único de turismo accesible en España, con pautas homogéneas en las distintas adaptaciones. Como resultado, la oferta turística accesible no es fiable, la información es inexacta y ello revierte en continuas reclamaciones de los usuarios, que se ven obligados a llamar previamente para contrastar la información que han encontrado. El desconocimiento está detrás de estas situaciones y podría solventarse con unas pautas claras y rigurosas, recogidas en un distintivo único y oficial.
Por ello, y según Enrique Rovira-Beleta, arquitecto-director de Rovira-Beleta Accesibilidad: “es cada vez más necesario realizar estudios de diagnóstico de la accesibilidad en el TURISMO, para comprobar las mejoras a realizar, e implementar un sello de calidad de la accesibilidad homologado por las Comunidades Autónomas”.
4) Reducir los costes. Habitualmente se sigue planteando la accesibilidad como un elemento excepcional. Se habla de “habitaciones adaptadas”, como si fuera un hito, en lugar de un elemento normalizado. Además, normalmente están ubicadas en hoteles de un poder adquisitivo alto, incrementando el coste que tiene que asumir una persona que quiera acceder a dichas habitaciones. Según Enrique Rovira-Beleta, arquitecto especialista en accesibilidad, “en la mayoría de los establecimientos hoteleros únicamente disponen de las habitaciones accesibles a las que obliga la normativa, si han realizado obras en su establecimiento, y algunas veces, están ubicadas en los espacios menos atractivos: son interiores, lejanas y no se utilizan con normalidad, cuando podrían ser muchas las habitaciones accesibles con pequeños cambios y, además ser de uso para todos, al ser más cómodas y seguras”.
5) Accesibilidad como un elemento normalizado y desapercibido. En la actualidad, las actuaciones de accesibilidad siguen siendo demasiado evidentes y especiales; sin embargo, la accesibilidad de calidad es la que pasa desapercibida, según Enrique Rovira-Beleta: “el objetivo de la accesibilidad desapercibida es simplificar la vida de todos, haciendo que los productos, servicios, espacios, comunicaciones y entornos sean más útiles para un mayor número de personas, con un coste económico adicional bajo o nulo y un diseño normalizado. El concepto de accesibilidad desapercibida se dirige a personas de todas las edades, tallas y capacidades y, con frecuencia, basta con introducir algunos pequeños cambios para hacer que un producto resulte mucho más flexible y utilizable por un mayor número de personas”.
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